Sevilla celebrará la Jornada por la Vida Consagrada con una Misa el 7 de febrero
La Iglesia en Sevilla se suma a la Jornada por la Vida Consagrada que tuvo lugar el martes 2 de febrero. Se trata del veinticinco aniversario de esta cita de la Iglesia Universal, instaurada por Juan Pablo II como medio de reconocimiento a la tarea y vocación de las religiosas y religiosos que conforman la Iglesia.
La Archidiócesis hispalense celebra esta jornada con una Eucaristía en la Catedral, el domingo 7 de febrero, a las seis de la tarde, presidida por monseñor Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla. En ésta participará un grupo reducido en representación de toda la Vida Consagrada presente en la diócesis, mientras que el resto de las comunidades podrán seguir la Eucaristía vía streaming por el canal de Youtube de la Seo.
Por su parte, el delegado episcopal para la Vida Consagrada, José Ángel Martín, ha señalado en una carta que la COVID-19 “no implica que no celebremos este importante acontecimiento” por lo que invita a sumarse a la celebración online de la Misa y a preparar la jornada con los materiales que ha elaborado la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, descargable en el siguiente enlace.
Igualmente, en su misiva, hace hincapié en el lema de esta jornada, ‘La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido’, y cita el mensaje de los Obispos en el que recuerdan que “la herida de este mundo no es definitiva ni será eterna también lo sabemos. La luz del Evangelio, que nos hermana como seres humanos en las llagas, también nos permite captar y cantar «los gozos y las esperanzas (…) de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren». No porque asumamos una visión ingenua de la vida, sino porque la vida de los que creemos queda transfigurada por las heridas del Crucificado-Resucitado”.
Al respecto, añade Martín, “en los caminos de nuestra vida, seguimos encontrándonos con muchos hermanos tirados en las cunetas. La Vida Consagrada, como ‘buenos samaritanos’ está llamada a curar y a vendar sus heridas en cada uno de los hermanos que se encuentre en el colegio, en la cárcel, en los hospitales, en las residencias de mayores…Y, sobre todo curar las heridas desde una oración profunda y desde una penitencia auténtica”.
Noticias relacionadas
Monseñor Asenjo: “Agradezco la generosidad de los consagrados que enriquece nuestra vida diocesana”
La realidad consagrada de la Archidiócesis de Sevilla
La Iglesia en España reconoce al “buen samaritano” en el rostro de las personas consagradas
Testimonios de vida consagrada
María Huertas, del Santo Ángel de la Guarda: Un camino hacia la felicidad
Paula Restrepo, consagrada del Regnum Christi: “Algo grande me movía: la certeza de que Dios me ama”