Paula Restrepo, consagrada del Regnum Christi: “Algo grande me movía: la certeza de que Dios me ama”

Paula Restrepo, consagrada del Regnum Christi: “Algo grande me movía: la certeza de que Dios me ama”

La Iglesia celebraba el pasado 2 de febrero la Jornada por la Vida Consagrada, una oportunidad para agradecer a todos los consagrados que trabajan y entregan sus vidas a favor del Reino su labor en numerosos campos sociales o a través de la contemplación. Asimismo, la celebración de esta Jornada supone la ocasión perfecta para presentar distintos carismas de la realidad consagrada presente en la Archidiócesis de Sevilla. Para ello, durante los próximos días, compartiremos testimonios de religiosas y consagradas.

 

Paula Restrepo, consagrada del Regnum Christi: “Algo grande me movía: la certeza de que Dios me ama”

¿Cuál es la diferencia entre una laica consagrada y una religiosa? Paula Restrepo, consagrada del Regnum Christi, lo explica de forma sencilla: “En cuanto a consagración, es igual de totalizante. Soy toda de Dios. La diferencia está en la misión y la forma en que estamos llamadas a llegar a la gente. Nosotras, por nuestra consagración laical (conservamos el aspecto laical), entramos de diferente manera, pues externamente no llevamos ningún distintivo que haga visible nuestra consagración”.

Como ella dice, sin embargo, su entrega es igual de plena y total. Las consagradas del Regnum Christi concretan esta vida a través de la evangelización de jóvenes y mayores.

Paula Restrepo, de hecho, trabaja actualmente con niños y adolescentes en el ECyD, “una organización internacional de adolescentes que hacen una alianza entre sí y con Jesús para construir un mundo según el Evangelio”. Con ellos mantiene reuniones semanales, actividades de apostolado, formación e integración.

Fueron precisamente las consagradas del Regnum Christi las que le mostraron la belleza de esta misión cuando era joven, en su tierra natal, Colombia. “Dios me dio una sensibilidad hacia Sus cosas, y a percibir las necesidades de los demás. Eso dio pie a que aceptara el reto que Él me puso de ser misionera por un año en el Regnum Christi. Ese año viviendo con las consagradas, me ayudó mucho a desarrollar más mi vida de oración, hacer la experiencia de entregarme a los demás”. Después de aquello, recuerda, “aunque era muy feliz, lo que realmente me hacía plena era dar a otros la oportunidad de conocer a Dios y tenerle presente en su vida”.

“Dios no quita nada y lo da todo”

Pese a esta convicción, reconoce que dar el piso a la vida consagrada no fue fácil pues su hermana gemela, un año antes, había optado ya por seguir la llamada de Dios a consagrar a su vida. “Aun así, al hablar con mis padres sobre mi llamado, ellos me apoyaron, y desde ese momento, sé que oran todos los días por mí y me sostienen con su oración y su cariño incondicional. Para mis amigos, fue difícil, sé que les impactó mi decisión de irme, aun cuando humanamente pareciera que tenía todo lo que quería y soñaba”. Y aunque en cuestiones de fe asegura que “nunca hay una certeza absoluta de estar haciendo lo que se “debe” hacer”, sí había “algo muy grande que me movía: la certeza de que Dios me ama”.

Una vez en la comunidad su vida cambió, no en vano, las del Regnum Christi son siempre comunidades internacionales, lo que supone “una riqueza y un reto. Es aprender a vivir con personas diferentes a ti, de otras culturas, edades o formas de pensar”.

Y esta riqueza es la que ha ido acompañando desde hace 17 años a Paula en una vida que declara dichosa, porque “de las cosas que más feliz me hace es ver constantemente la alegría siempre fresca y nueva de quien se encuentra con Dios”. No obstante, le apena no poder llegar a más gente, pues “siempre harán falta más manos en la viña. Esta es una de las peticiones más constantes en nuestra oración, que los jóvenes se abran a escuchar Su llamado y correspondan”. Por su parte, cita al papa Benedicto XVI e insiste en que “¡Dios no quita nada y lo da todo! Lo puedo decir con mi propia vida, que seguirle (en cualquier vocación que te proponga), es la mayor aventura de amor, de alegría plena, que alguien pueda soñar”. Y es que, concluye esta consagrada del Regnum Christi, “Dios no es aburrido, sino todo lo contrario. Yo me he encontrado con un Dios atractivo, que me ama, tiene un plan inmejorable para mí y que siempre me hará muy feliz”.

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