ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO

 

El Papa Francisco ha vuelto a dar cuenta de su interés por la comunicación social, apoyando ahora a un medio que se encuentra en plena crisis de existencia: la prensa en papel, origen por otra parte de la historia del periodismo, que se ve sometida a una revisión de objetivos y a ser complementada con los nuevos soportes “on line”. Se ve que el pontífice busca también la periferias de la prensa actual.

 

Lo ha hecho con las revistas de la Compañía de Jesús, en una entrevista donde Santo Padre abre su corazón, con el talante cercano a que nos tiene acostumbrados.

 

La primera observación que subrayo es el lenguaje propiamente ignaciano que emplea Francisco cuando nos abre su intimidad con el Señor. Realmente es un hombre marcado por los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, que emplea el discernimiento como pauta para el escrutinio de la voluntad de Dios en su vida y en el gobierno de la Iglesia. Resulta curioso que detrás de una espontaneidad aparente e ingenua hay todo una labor interior de discernimiento donde entran en juego la luz del Espíritu, la Palabra de Dios y la realidad que se encuentra. Esto contradice todas las opiniones que describen al Papa como una persona imprudente, precipitada o excesivamente espontánea. Precisamente reconoce en la entrevista que nunca se fía de su primera impresión sobre las cosas, que antes de decidir  necesita rezar.

 

El Santo Padre insiste a su vez en resaltar el rostro materno-paterno de la Iglesia, que no es para un “grupito de selectos” sino que se parece a una gran hospital de campaña, que cura las heridas de los combatientes tras una batalla. El Papa critica en este sentido tanto al confesor rigorista como al confesor laxo, porque lo que en verdad está recriminando es el hecho de no hacerse cargo de la persona que se le acerca herida. A eso se refiere cuando habla de acompañar a cada persona a partir de su condición.

 

Este concepto de Iglesia como Madre y Pastora pone precisamente a toda la estructura jerárquica vaticana al servicio del Papa y de los obispos, descentrando no solo competencias sino la referencia, el punto de mira. El Papa pone en práctica las directrices del Concilio Vaticano II, donde la universalidad de la Iglesia se vive en cada Iglesia particular con el obispo diocesano a la cabeza.  Desde este esquema todos los organismos de la curia vaticana son creados para servir, para atender las demandas de la Iglesias particulares, que son las que protagonizan la misión en el ámbito local.

 

Francisco vuelve a mostrar la libertad interior con la que vive el  ministerio petrino. Esa libertad de palabra y pensamiento nos  deja claro a su vez que no es magisterio de la Iglesia todo lo que piensa o dice el Papa, sino que detrás del ministerio se encuentra una persona con gustos o preferencias que no debe imponer a los demás. De ahí su insistencia en desarrollar los órganos colegiales de la Iglesia ya previstos (sínodo, consejos, etc) que actúen siempre como asesores y no lo dejen solo en sus decisiones de gobierno.  Su etapa de vida que él mismo califica de ejercicio de un “gobierno autoritario” le trajo unas consecuencias que seguramente quiere ahora evitar. Cada hombre es hijo de su historia.

 

Otro rasgo que saca a relucir la entrevista es su gran patrimonio cultural. Se hablaba del Papa como un “cura de pueblo” con pocos recursos lingüísticos y poco interés por el arte y la cultura, preocupado solo de la oración y el compromiso social. Sin embargo, a la pregunta sobre sus gustos personales en literatura, música o pintura, responde con un amplio elenco de autores, a veces aparentemente contrapuestos, lo que lleva a pensar que sabe sacar lo esencial de cada autor,  con más convergencias a veces de las que imaginamos.

 

Tal y como predica, a Francisco le gusta repetir a la saciedad dos o tres ideas que van formando una cantinela hasta que se cristalice en la práctica: salir fuera, buscad a los alejados, a los que no conocen aún a Cristo, sed misioneros, id a las periferias existenciales, sed pobres y austeros, perdonad y buscad el perdón de Dios. Estas ideas las ha acuñado como “la revolución de la ternura” que la Iglesia debe protagonizar en el mundo actual .

 

Con respecto al papel de la mujer en la Iglesia, el Santo Padre insiste en evitar un “machismo con faldas” que entiendo como la “clericalización” del papel de la mujer en la misión de la Iglesia, como si la meta  fuese el sacerdocio ministerial femenino. Me atrevería a concluir este tema con lo que leo en la entrevista: una mayor presencia femenina  en los órganos superiores para que su aportación al desarrollo de la misión sea tan válida como lo ha sido del varón hasta ahora.

 

El ultimo bloque de preguntas va referido a la oración, donde el Santo Padre rescata la memoria como modo propio de rezar, en suma coherencia con la espiritualidad ignaciana forjada en los Ejercicios Espirituales y que personalmente invito a adentrarse a todo aquel que necesite una Encuentro personal con el Señor. Puede que esta revelación de intimidad del Papa Francisco, que después pone en práctica con gestos y decisiones tan aplaudidas, ponga en valor la práctica de los ejercicios ignacianos ente los fieles de la Iglesia que, debido a experiencias pasadas, los han alejado de esta experiencia espiritual que tantos frutos sigue dando en la Iglesia.

 

Vuelvo a considerar después de la lectura de esta entrevista que las palabras y gestos del Papa me invitan a releer el magisterio de Benedicto XVI, precisamente para fundamentar la reflexión sobre la fe, la esperanza y la caridad que Francisco me estimula a vivir.

 

 

La entrevista al Papa Francisco está disponible en este ENLACE

 

 

 


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