Archidiócesis de Sevilla

 

En la Nota de la Congregación para la Doctrina dela fe con las indicaciones para la celebración del Año de la fe, se recomienda a las Conferencias Episcopales que “alienten las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro, para profesar la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, uniéndose a aquél que hoy está llamado a confirmar en la fe a sus hermanos”.

 

En el tiempo que llevo estudiando en esta tierra romana he tenido ocasión de acompañar a muchos grupos de amigos a recorrer la Ciudad Eterna, mostrándoles no solo los tesoros de sus construcciones y calles, sino la  belleza de la fe que impregnó a sus autores y mecenas, y que sigue viva en la Iglesia de Roma.

 

No hay color entre visitar o peregrinar a Roma. El visitante queda deslumbrado por la grandiosidad de lo que ve, el peregrino queda alcanzado por el Espíritu que le da vida y lo pone en comunión con la Iglesia de todos los tiempos.

 

No es lo mismo sentarte e Plaza de España en la puesta de sol que subirla después de haber estado un rato reposando en los peldaños de su triunfal escalera y rezar las primeras Vísperas de Domingo en la Iglesia de Trinità dei Monti (foto superior) con los hermosos cantos de los monjes y monjas de la Fraternidad de Jerusalén.

 

Tampoco es igual visitar la Basílica Vaticana de San Pedro que celebrar la Eucaristía en la Gruta donde descansan tantos Papas y rezar el Credo ante la Tumba de San Pedro, renovando la fe y pidiendo por las intenciones del Santo Padre. O dedicar un tiempo pausado para pedir la intercesión del Beato Juan Pablo II por alguna causa en concreto para acabar dejando el templo no sin antes dedicar un Ave María a la hermosa Piedad de Miguel Ángel.

 

El peregrino encuentra una ocasión para alimentar su fe hasta de paseo por el famoso barrio del Trastevere, donde puede encontrarse repartiendo comida a transeúntes en el Comedor Económico que sostiene la Comunidad de San Egidio y acabar rezando con ellos la oración de la tarde con sublimes cantos en la Basílica de Santa María in Trastevere.

 

El visitante busca el valor histórico en las reliquias que guarda Roma, el peregrino renueva su fe ante el testimonio de la sangre de los mártires que ellas representan para todo creyente. Si para ello se necesita recorrer de rodillas la Escala Santa traída por Santa Elena desde Jerusalén en tiempos de Costantino el Grande, lo hace rezando el Viacrucis para obtener su favor.

 

Con motivo del Año de la fe, el Santo Padre concede la Indulgencia plenaria a todo en el celebre la santa Misa, rece el Credo, confiese y comulgue con motivo de una peregrinación a una basílica papal o catacumba. Que mejor ocasión que venir a Roma para alcanzarla y no pasar  por aquí como un simple turista.