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La misericordia y la ternura de Dios se han manifestado

APintura-al-óleo-Madonna-virgen-maría-y-el-niño-jesús-ningunos-enmarcados-.jpg_350x350 través de la Historia de la Salvación, Dios nos ha hablado de muchas maneras y se ha manifestado como Dios compasivo, misericordioso y lleno de ternura. No tenemos más que acercarnos a la Palabra de Dios, sobre todo en los salmos en Isaías y en el profeta Oseas.

Escuchemos tú y yo la Palabra de Dios: “el Señor es compasivo y misericordioso…….” (Salmo 103); “el Señor es clemente y misericordioso….” (Salmo 145); “como un padre siente ternura por sus hijos, Dios siente ternura por…….” (Salmo 103); “tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida……” (Salmo 23).

Y el apóstol San Juan nos dirá y repetirá que: “Dios es amor”, en su primera carta y nos repetirá decenas de veces que el nombre de Dios es Padre. Y el Papa Francisco, hace unos días, afirmaba que el nombre de Dios es Misericordia.

Nuestro Dios que es Amor, Misericordia y Ternura, tuvo el designio eterno, nacido de su corazón misericordioso, de salvar a los hombres haciéndonos hijos de Dios en su hijo como nos dice San Pablo, incorporándolos a su propia Familia y participando de la vida y amor de la Trinidad.

Y ¿cómo lo hizo? Dios amó tanto al hombre que para salvar al hombre El mismo se hizo hombre en el vientre de María por obra del Espíritu Santo.

En estos días celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. El es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. El es el Dios con nosotros. El es el Niño Dios.

En ese Niño el amor, la misericordia, la bondad de Dios se nos ha hecho visible y tangible. Por eso Jesús, cuando Felipe le dice: “muéstranos al Padre”, le dice: “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.

Junto al Niño está María, que no es la Misericordia, pero Ella si es la Madre del Misericordioso, o la Madre de la Misericordia encarnada.

Ella es el gran Signo del Amor, de la Misericordia y de la Ternura de Dios. San Alfonso María de Liborio y San Bernardo tienen unas expresiones bellísimas sobre la maternidad misericordiosa de María, sus ojos, su mirada de ternura y de misericordia. Nosotros hoy la invocamos como “Reina y Madre de Misericordia”. Por eso un Belén no debe de ser un mero adorno de nuestras casas, sino un grito silencioso, una llamada, una invitación a hacer vida de lo que estamos contemplando.

 

Estamos celebrando el “Año de la Misericordia” en todo el mundo. Existe el peligro de reducir este Año Santo a una confesión y comunión y a una indulgencia plenaria.

 

Todo lo contrario el Año de la Misericordia es una llamada a un cambio profundo de vida, de cabeza y sobretodo de corazón; una llamada a una autentica conversión a Jesucristo haciendo lo que Jesús nos dijo: “Amaos unos a otros como yo os he amado”, “Sed compasivos y misericordiosos como el Padre es misericordioso con vosotros” y también haciendo lo que Jesús hizo y manifestó en su vida pública con sus gestos, sus palabras, sus actitudes sobretodo con los pobres, enfermos y desprotegidos.

 

Pero todo esto no en abstracto sino en concreto y con personas concretas sobre todo con los que más sufren como hizo Jesús en su vida.

 

Todos nosotros los bautizados estamos llamados no solo a tener la experiencia del perdón sino a ser misioneros e instrumentos de la misericordia del Dios compasivo y misericordioso.

 

Feliz Navidad con la felicidad que nos trajo el Dios con nosotros, una felicidad que no se compra porque no se vende en ninguna parte sino que es un regalo de Dios.

 

Seguiremos reflexionando.

Con el cariño de PUBLIO ESCUDERO


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