Noticias del gremio de plateros y la Iglesia de Sevilla
Los gremios eran parte esencial del entramado económico y social de la ciudad y participaban en celebraciones civiles y religiosas. Era uno de los más importantes de Sevilla desde el siglo XIV el de los plateros, estrechamente relacionado con la Iglesia, tanto por el fruto de su trabajo, que contemplamos en los ajuares litúrgicos de templos y conventos, como por su propia actividad religiosa.
En junio de 1518 fueron las gradas de la Catedral el escenario, por entonces habitual, en el que se pregonaron las ordenanzas de este gremio aprobabas por el Concejo. También en su entorno se establecieron los talleres y viviendas de muchos plateros, extendiéndose después hacia la plaza de San Francisco. Su participación en actos de la ciudad fue muy frecuente. Así, adornaron arcos levantados durante la estancia de Felipe V en Sevilla, como el de la calle San Gregorio para la procesión del Corpus de 1732. Y en 1746, ante la proclamación de Fernando VI, decoraron la fuente de la plaza de San Francisco, de la que manaban por cuatro caños vino tinto y blanco.
Contaba con una hermandad principal, la de San Eligio o San Eloy, establecida en la calle del mismo nombre, donde tuvieron un hospital que desapareció, como tantos otros, en 1584. Posteriormente trasladaron su capilla al Convento Casa Grande de San Francisco. También constituyeron otras congregaciones menores, como la del Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, con un retablo bajo los soportales “de la Platería” en la plaza de San Francisco. Consta que, en 1738, junto a otras corporaciones dedicadas a la devoción del Santo Rosario, procesionó en las celebraciones por la inauguración de la reformada capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral, costeada por el arzobispo Salcedo y Azcona. Su simpecado era de terciopelo carmesí con bordados, en plata y oro, de los atributos de la Pasión, tres borlas de oro y plata en sus puntas y en el centro un lienzo pintado semejante al retablo, con el Crucificado, la Virgen, San Juan y la Magdalena, con coronas y diademas de plata dorada, según aparece descrito en un inventario de bienes de 1757 conservado en el Archivo General del Arzobispado
Pero el siglo XIX supuso el final: en 1810, la toma del convento de San Francisco por los franceses motivó el traslado de la hermandad a la parroquia de Santa Cruz hasta que, en 1837, los gremios fueron suprimidos en España. Nos quedan hoy la imagen de su titular, San Eloy, en una capilla lateral de aquella parroquia, y una pequeña parte de su archivo, como cuatro curiosos libros del siglo XVIII, con dibujos de obras en oro y plata para los exámenes de los oficiales que optaban a la maestría. Durante su solemne celebración el día de la festividad de su patrón, el oficial metía un puntero entre las hojas de un libro y la pieza seleccionada debía ejecutarla en el plazo de un año. Este archivo estuvo a finales del XIX en la alacena de una casa de la plaza de San Francisco, en la pared medianera con otra contigua, cuyo derribo en 1914 propició la petición al cardenal Enrique Almaraz para trasladar los documentos que quedaban al Archivo del Arzobispado. Así se hizo y, desde entonces, en él se conservan y pueden ser consultados.
Nuria Casquete de Prado Sagrera,
Directora gerente de la Institución Colombina
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