ALGUNAS DE las respuestas que encontrarás en este artículo han cambiado ya la vida íntima de muchos matrimonios. De un modo claro y directo, y en total sintonía con el plan de Dios para la sexualidad conyugal, bien asido al Magisterio de la Iglesia y a la Teología del cuerpo de san Juan Pablo II, el padre Ramón Lucas, Legionario de Cristo, contesta a las dudas más frecuentes que surgen a los esposos, para ayudarlos a vivir sus relaciones conyugales con mayor serenidad y libres de obsesiones.

¿De verdad que a Dios le importa el placer de los cónyuges?

Le importa muchísimo, por eso lo ha puesto. Si no le importara, no lo habría creado así. Y cuanto más gocen los cónyuges donándose el uno al otro, más santo, divino y pleno es ese acto.

¿Conviene que los esposos se regalen mutuamente placer sexual?

Eso que se dice: “rapidito y a oscuras”, no tiene razón de ser. Los esposos tienen que tomarse tiempo para expresar su intimidad, darle la intensidad que necesiten y gozar todo lo que puedan, porque el placer es parte integral del acto.

A veces da la sensación de que el hombre y la mujer están mal hechos, pues sus ritmos de excitación no coinciden…

Efectivamente, las curvas de excitación del hombre y de la mujer son asincrónicas. El varón se excita más rápidamente y, después del orgasmo, tiene un periodo hasta que se recupera. La mujer tiene un ritmo ondulatorio, más lento. Puede tener una pluralidad de orgasmos y, luego, desciende más lentamente. Si se toma solo el dato fisiológico de sus curvas de excitación, podríamos decir que estamos mal hechos, y esto podría llevar al abandono, al abuso o a la falta de acuerdo mutuo…