Nos preparamos para casi todo en esta vida. Vamos a las mejores universidades para sacar títulos profesionales de los más altos rangos y para lo único que seguro todos experimentaremos -la muerte- no nos preparamos. Ni para enfrentar la muerte personal ni la de un ser querido. ¿Pero en realidad existirá eso de preparase para la muerte?

En mi opinión, sí y no. Sí, cuando se vive en clave de eternidad, es decir, con los ojos puestos en la vida eterna, en el cielo. El encontrarte algún día con Dios, cara a cara, es la esperanza más hermosa con la que podemos vivir.

Luego, ¿cómo prepararte para entregar a tu ser amado? También viviendo un desprendimiento profundo, sabiendo que todos los amores son prestados y despidiendo con gratitud por el tiempo compartido. Eso sí, este concepto lo entiende la cabeza, pero NO el corazón. Por eso duele tanto el decir adiós.