Cáritas alerta sobre las consecuencias de la crisis socioeconómica que sufren las mujeres

Cáritas alerta sobre las consecuencias de la crisis socioeconómica que sufren las mujeres

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, Cáritas alerta acerca de cómo las mujeres sufren de forma directa las consecuencias de la crisis.

“Una crisis que afecta principalmente a las personas más empobrecidas, aquellas que ya de por sí tenían una situación complicada y han visto cómo aumentaban las dificultades que les impedían cubrir sus necesidades más básicas, ya aquellas que no han podido asumir de forma autónoma sus gastos al ver parada su actividad de la noche a la mañana”.

Desde la acción que la institución desarrolla en la provincia, Cáritas Sevilla constata un aumento en las dificultades de las mujeres para acceder a unas condiciones de vida dignas, y de las barreras a las se enfrentan para su desarrollo personal y profesional, mayores aún que en 2019.

La COVID-19 también tiene rostro de mujer

Si en años anteriores Cáritas Sevilla afirmaba que la pobreza tenía rostro de mujer, la organización ha comprobado que los efectos socioeconómicos de la pandemia también tienen ese rostro. Unos efectos que dejan al descubierto un modelo social desigual y excluyente.

Las mujeres acompañadas por Cáritas han visto cómo han aumentado las dificultades para vivir de una forma digna. Especialmente han sufrido las consecuencias de esta crisis aquellas mujeres que encabezan familias monoparentales, con alguna persona a su cargo o cuidado y trabajos precarios, muchos de ellos provienen de la economía informal. Un perfil al que Cáritas atiende en Sevilla con frecuencia. Además, la situación cobra mayor gravedad si la mujer es migrante y no tiene documentación.

Según un informe elaborado por Cáritas Española en septiembre de 2020 sobre los efectos de la COVID-19 en las familias acompañadas, los hogares monoparentales, que en su inmensa mayoría están encabezados por mujeres, la pobreza se ubicación en el 62%, un porcentaje superior al que arroja el conjunto de familias acompañadas por Cáritas (54%).

El desempleo, del que tanto hablamos estos últimos días, ha afectado también con mayor dureza en nuestra provincia a la mujer. La limitación de movilidad, el cierre de toda actividad no esencial de la noche a la mañana, o las restricciones posteriores han llevado al paro a millas de personas. El sector servicios ha sido uno de los grandes perjudicados de esta pandemia. La salud, la limpieza, los cuidados, la alimentación, el pequeño comercio de proximidad, que tienen en común su carácter esencial en tiempos de crisis, son profesiones eminentemente feminizadas. La economía de los cuidados está en su mayoría en manos de mujeres.

A esto se suma la economía informal en el ámbito del hogar, donde las mujeres se encargan principalmente del trabajo de los cuidados, un trabajo no remunerado e invisibilizado.

Además, durante la etapa más dura del confinamiento, la ausencia de actividad en los colegios ha provocado que muchas mujeres con hijos a cargo y escasos recursos residenciales, no han podido conciliar y han tenido que abandonar sus trabajos y renunciar a cualquier fuente de ingresos, para volver al cuidado del propio hogar, un factor necesario, pero aún muy vinculado a la figura de la mujer. Las niñas y las adolescentes también se ven afectadas por la carga del trabajo de cuidados en el entorno doméstico. De ahí la importancia de constatar en qué medida la pandemia ha supuesto para las mujeres una sobrecarga de tareas y responsabilidades, que conlleva un impacto en su salud física y emocional.

La falta de recursos económicos ha aumentado no sólo la demanda de ayudas básicas como la alimentación, también ha provocado la imposibilidad de pagar gastos derivados de la vivienda, el alquiler o los suministros. Un difícil escenario para el perfil de mujer antes citado al que se le suma, además, desventajas de acceso igualitario para las mismas prestaciones sociales frente a los hombres. Unas ayudas que, por otro lado, están teniendo una respuesta ineficaz en forma y tiempo, obstaculizadas por la burocracia, los requisitos necesarios y las grandes dificultades en el acceso a los Servicios Sociales Comunitarios para solicitarlas, que cuentan con largas listas de espera y poca capacidad de respuesta inmediata.

Promoción, formación y empleo para hacer frente a la desigualdad y la exclusión

Cáritas ha atendido en España a 9.000 mujeres a través de recursos específicos para ellas, más de 80.000 en todos sus servicios. En Sevilla, el acompañamiento específico a la mujer por parte de la entidad se ha realizado a través de 10 proyectos parroquiales, enfocados principalmente al cuidado personal y al desarrollo social de la mujer en situación de exclusión. En 2020, participaron 241 mujeres, todas ellas demandantes, en un principio, de ayudas directas a la Cáritas parroquial, cuyo acompañamiento ha facilitado su participación en actividades de este tipo de proyectos.

Más de 50 personas voluntarias , también en su mayoría mujeres, acompañan a los participantes en los cursos y talleres de las parroquias, adaptándose en todo momento a la situación actual e intentando alcanzar las nuevas necesidades surgidas. Entre ellas, destaca la atención constante y telefónica que las Cáritas de San José de la Rinconada ha estado realizando a más de 90 mujeres. Un proyecto que se desarrollaba presencialmente para la promoción laboral y que, adaptándose a la realidad, se encuentra atendiendo vía telefónica y por mensajería Instantánea, situaciones actuales y temas de interés como los miedos generados por la pandemia, cómo gestionar la ansiedad o el estado de ánimo o la responsabilidad con respecto a los hijos en estos momentos.

También el Centro Diocesano de Empleo (CDE) dedica parte de su atención a la mujer a través de una formación específica para mujeres en situación de vulnerabilidad, en el que participaron el pasado año 20 mujeres, provienen todas ellas de la economía informal y que, tras la formación han podido acceder a un contrato laboral con condiciones dignas.

En cuanto a la Orientación Laboral, el CDE dedica parte de su atención al liderazgo y toma de decisiones de las mujeres para fomentar su empoderamiento y reorientar sus perfiles profesionales. Un curso en el que participaron 21 mujeres.

Desde la Agencia de Colocación se trabaja con las empresas colaboradoras para evitar el sesgo de género en la selección de ofertas, una práctica habitual contra la que aún queda un largo camino por recorrer.

Además, a través del CDE, Cáritas está implicada en la Plataforma de Hogar de Sevilla, un sector, como mencionábamos antes, muy castigado por la pandemia. En esta mesa se busca la dignificación y los derechos laborales de un sector ocupado principalmente por mujeres, muchas de ellas migrantes.

Unas políticas que pongan en centro a las mujeres y niñas

Ante la celebración del 8 de marzo, Cáritas Diocesana de Sevilla se une a la petición que realiza Cáritas Española de establecer políticas públicas que pongan en el centro a las mujeres y las niñas en todos los ámbitos, y acaben con las dinámicas de exclusión social. Si no ampliamos la mirada en la lucha contra la pobreza y la exclusión social en un momento tan importante como el actual, se estará perpetuando y reforzando la desigualdad de nuestro sistema. Y, en lugar de avanzar, estaremos retrocediendo. La actual crisis no puede dejar de ser una oportunidad para transformar nuestro sistema global de cuidados.

Es fundamental tener en cuenta las palabras del Papa Francisco , en su libro “Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor ”, en el que, al reflexionar sobre los retos de la Covid, afirma que“ los países con mujeres como presidentas o primeras ministras reaccionaron, en términos generales, mejor y más rápido que otros a la pandemia, tomando decisiones con celeridad y comunicándolas con empatía (…) En particular, pienso en mujeres economistas, cuya mirada innovadora resulta especialmente oportuna para esta crisis ”.

En este 8 de marzo, Cáritas insta a las Administraciones públicas, a los responsables políticos, a los agentes económicos y sociales, a la comunidad cristiana ya la sociedad en su conjunto a promover y poner en marcha planes de respuesta a la actual crisis sanitaria, social y económica que aborden las repercusiones de la pandemia en función del género, promoviendo una educación en igualdad con el objetivo de erradicar la transmisión intergeneracional de la desigualdad de género en la que se basa nuestro sistema actual.


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