VIVIR LA PASCUA CON MARÍA.

      Puede parecer curioso pero  mensualmente dedico una de mis reflexiones a la Santísima Virgen María.  Cada mes nos enseña algo de María y, sin duda, la primavera y la Pascua no podían ser menos.  María es la mujer de la pascua, la mujer del anuncio, la mujer de la misión. Aunque poco sabemos de cómo fue la vida de la virgen después de la resurrección de Jesucristo, me atrevería a decir que realmente Ella vivió con alegría, energía y prontitud aquel encargo de ir por el mundo haciendo discípulos del Señor.

Para María la resurrección de Jesús tuvo que tener un valor especial, Ella tuvo que vivirlo de forma muy distinta a los demás, porque de Ella nació Jesús , Ella lo crió, Ella lo vio crecer, Ella aprendió a guardar las cosas en su corazón al verlo predicando en el templo delante de los sacerdotes contando Jesús con apenas nueve años, Ella lo vio madurar, de Ella se despidió cuando se fue al desierto para prepararse al camino de su vida pública , Ella lo animó a hacer su primer milagro en aquella boda de Caná, Ella escuchó decir que su madre y sus hermanos son los que cumplen la voluntad de Dios y la ponen en práctica y…. Ella lo vio, y lloró amarga y desconsoladamente,  roto y clavado en la cruz. ¿ Hay algo que duela más que un hijo? La resurrección de Jesús supuso para María revivir gozosamente la inolvidable frase del ángel Gabriel: “ Para Dios no hay nada imposible”.

 

 Decía San Agustín que vivir el tiempo de Pascua consistiría sencillamente en imitar con prontitud las virtudes de María.  Imitar a María no es caer en la adoración hacía ella únicamente. El imitar a María es unirnos más a Jesús porque él se complace al ver que en nosotros hay algo de su madre amadísima. Jesús nunca nos daría, como modelo a imitar, ha alguien que nos apartara de él, así que si nos dio a la Santísima Virgen fue porque ciertamente en ella encontramos a una persona humana que se dio a la causa del amor, que resistió el dolor de ver morir a su propio Hijo en la Cruz, que ante todo, respondió a la voluntad del Padre porque no cualquiera se lanza a la misión que María tuvo, no cualquiera resiste los dolores que ella experimentó, en fin, en ella tenemos a una amiga, a una compañera y sobre todo a una madre en quien confiar.

 

 La pregunta que podemos hacernos sería ¿ y cómo imitar a María hoy? La respuesta está en su vida, destacaría ocho detalles:

         –  Ante un mundo difícil, María nos invita a ser comprensivos.

       – Ante un mundo marcado por el dolor, María nos recuerda la grandeza del amor de Dios.

           -Ante un mundo teñido por la crítica fácil , María nos exhorta a valorar lo mejor del otro.

            – Ante un mundo con tantas prisas, María nos señala el camino del Sagrario.

           – Ante un proyecto de bien, María nos anima a seguirlo, porque en verdad Ella siempre nos está ayudando y en la medida en que la imitemos iremos conociendo los tesoros de Jesucristo

         – Ante un mundo que no cree en Jesús , María nos dice: “haced lo que él os diga

        – Ante un mundo cómodo, María nos alienta a ponernos en camino para animar a los demás, al igual que hizo ella con su prima Isabel

             – Ante la incomprensión de los demás, María nos alienta a ir contracorriente y confiar en Dios.

 

Imitar a María no nos llevará como destino final a Ella misma sino a Dios, todo lo que pasa por María no se queda en Ella sino que va para Dios, la existencia misma de María no es por su poder sino por la gracia del Espíritu Santo, ante esto, no tengamos miedo en ser muy de María porque Ella es la madre de Jesús , quien nos ama y precisamente porque nos ama nos ha dado a su propia madre. María es puente y no isla. María es camino y no meta. María es mediadora y no centro. María es intercesora y no centralizadora. Fijaos cuanta gente no ha entendido este gran misterio….. Sugerentes pueden ser estas palabras del Beato Juan Pablo II: “ Si al contemplar, rezar y bendecir a la Virgen, no nos acercamos más a Cristo y nos encontramos con él, no habremos entendido nada”

 

María es la nueva Eva; Si Eva pecó, María venció; Si Eva desobedeció, María obedeció. Imitar a María sería ir dejando la Eva que llevamos dentro para ser como María.

 

            Decía Juan Pablo II: “Si todos imitásemos a María el mundo sería nuevo. Nuestra vida en ocasiones es dura, nos presenta capítulos difíciles, se tiñe de colores oscuros…. María nos dice: Adora y confía, para Dios nada hay imposible”. Además María es la madre del silencio. Hay un precioso libro de Ignacio Larrañaga: “El Silencio de María” , en el que el autor señala como la clave de toda la vida de María está en su silencio, en guardarlo todo en el corazón, en  ser dueña de sus silencios ofrecidos al Padre. En nuestro mundo se habla demasiado, en nuestra sociedad no hay silencio, María es la madre del silencio, tal vez no tanto exterior como interior. Sin silencio no se puede entender la vida de María.

 

            Os propongo para esta semana callar un poco, orar más, intentar que nuestras palabras sean como las de María. Os propongo guardarlo todo en el corazón y decir a voz en grito: ¡¡¡ hágase en mí según tu Palabra!!!, y todo ello porque CRISTO HA RESUCITADO.

 

 

            No tengáis miedo. Un abrazo.

 

 

            Adrián Sanabria.


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