Y DE NUEVO EL ADVIENTO: VÍVELO.

"Había una vez un país donde todos, durante muchos años, se habían acostumbrado a usar muletas para andar. Desde su más tierna infancia, todos los niños eran enseñados debidamente a usar sus muletas para no caerse, a cuidarlas, a reforzarlas conforme iban creciendo, a barnizarlas para que el barro y la lluvia no las estropeasen. Pero un buen día, un sujeto inconformista empezó a pensar si sería posible prescindir de tal aditamento. En cuanto expuso su idea, los ancianos del lugar, sus padres y maestros, sus amigos, todos le llamaron loco: “Pero, ¿a quién habrá salido este muchacho?, ¿no ves que, sin muletas, te caerás irremediablemente? ¿Cómo se te puede ocurrir semejante estupidez?”.
 
 
Pero nuestro hombre seguía planteándose la cuestión. Se le acercó un anciano y le dijo: “¿Cómo puedes ir en contra de toda nuestra tradición? Durante años y años, todos hemos andado perfectamente con esta ayuda. Te sientes más seguro y tienes que hacer menos esfuerzo con las piernas: es un gran invento. Además, ¿cómo vas a despreciar nuestras bibliotecas donde se concreta todo el saber de nuestros mayores sobre la construcción, uso y mantenimiento de la muleta? ¿Cómo vas a ignorar nuestros museos donde se admiran ejemplares antiquísimos, usados por nuestros antepasado, nuestros sabios y mentores?”.
 
 
Se le acercó después su padre y le dijo: “Mira, niño, me están cansando tus ideítas. Estás creando problemas en la familia. Si tu bisabuelo, tu abuelo y tu padre han usado muletas, tú tienes que usarlas porque eso es lo correcto”.
 
 
Pero nuestro hombre seguía dándole vueltas a la idea, hasta que un día se decidió a ponerla en práctica. Al principio, como le habían advertido, se cayó repetidamente. Los músculos de sus piernas estaban atrofiados. Pero, poco a poco, fue adquiriendo seguridad y, a los pocos días, corría por los caminos, saltaba las cercas de los sembrados y montaba a caballo por las praderas”.
 
Nuestro hombre del cuento había llegado a ser él mismo".
 
 
Comenzamos el domingo el Adviento, un nuevo Adviento… y con él llegará la Navidad, la entrañable fiesta del nacimiento de Jesús. En Navidad Jesús quiere nacer en ti para transformarte, para renovarte, para ilusionarte. Jesús quiere hospedarse para siempre en tu casa. Dios vino para darnos la posibilidad de ser nosotros mismos desde Él. Por eso hay que vivir un profundo el Adviento.

 
Para recibir al Señor es necesario proponernos limpiar nuestras tristezas y desánimos, cepillar nuestros fallos y proponernos ser mejores personas. Es verdad que Jesús nació físicamente hace 2012 años, pero si tú quieres puede nacer en ti, en tu corazón, en tu vida, en tu ilusión. Por eso hay que vivir un espiritual Adviento.
 
A nuestro mundo le puede pasar algo parecido al cuento que hemos leído. La gente, nuestros conocidos, pueden  pensar que la Navidad no tiene sentido, que lo importante en estos días que llegarán tiene que ser gastar, salir, descansar, recibir y hacer regalos, comer turrón, cantar villancicos o esperar que les toque el gordo. Nosotros no podemos conformarnos,  tenemos que ser capaces de ir contracorriente y no dejarnos atar por los que piensan así….. hemos de vivir un ilusionante Adviento que nos lleve a la vivir con plenitud la Navidad, y la Navidad ha de llevarnos a ser capaces de ir contracorriente. María y José son prototipos de romper con la razón, con lo establecido, ellos nos enseñan a descubrir el sentido de la Navidad. También los pastores son los que nos recuerdan la grandeza de lo pequeño. La Navidad es el tiempo de dejar las muletas de la razón, de la comodidad, de lo fácil, de los miedos y decidirnos a caminar con Jesús que nace y viene. Jesús nos quiere auténticos, valientes, nuevos, solidarios,…. Sin muletas ni ataduras.
 
 
La Navidad es tiempo de todo: de ofrecer, de ilusionarnos, de dar, de esperar, de sorprendernos, de sobrecogernos, de soñar y de dar a los demás lo mejor de nosotros. Pero sobre todo la Navidad es tiempo de tener los ojos muy abiertos porque el pesebre de Jesús se hará presente en cualquier persona. Para que la Navidad sea auténtica es necesario vivir con plenitud el Adviento.
 
 
Nuestro mundo está triste, necesita esperanza, necesita una nueva luz y esa luz, si dejamos que Dios nazca, será Jesús.Llegará la Navidad, pero antes preparemos el camino al Señor, vivamos un novedoso y comprometido Adviento.
 
 
Adrián Sanabria.
 

 


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