¡¡ VEN ESPÍRITU SANTO !!, VEN SOBRE MÍ.

 

El domingo que viene celebraremos la fiesta de Pentecostés, con la liturgia de ese día daremos por concluido el tiempo de pascua, el culmen de la pascua es la efusión del Espíritu Santo. Dios nos regala su Espíritu como expresión máxima de su amor, pero no podemos olvidar que el Espíritu Santo siempre ha estado.Cuando Jesús nace en Belén es por obra del Espíritu, y cuando la Iglesia nace en Jerusalén es por obra del Espíritu: "todos reunidos en un lugar y todos fueron llenos del Espíritu Santo".

 
Cuando Jesús inicia su ministerio es bajo el poder del Espíritu en su bautismo.Cuando Jesús recorre el país anunciando el Reino de Dios, es guiado por el Espíritu.Cuando los Apóstoles se abren a los gentiles, son guiados por el poder del Espíritu.
 
 
La historia de la Iglesia desde hace dos mil años no es la historia de los hombres, sino la historia que el Espíritu Santo ha escrito a través de unos hombres que se dejaron guiar por el Espíritu.
 
 
La Iglesia de Jesús, la iglesia católica, fue, es y será edificada por el mejor arquitecto, el Espíritu Santo. Este arquitecto necesita muchos colaboradores y estos somos nosotros pero tenemos que conocer los planos y obedecer al arquitecto. No podemos edificar a nuestro antojo, sería otra iglesia y así surgen tantas iglesias como modas de ropas.
 
 
Pentecostés es el día en que el Espíritu Santo, como arquitecto del Padre, pone la primera piedra de la iglesia; pone su fuego en los apóstoles para que actúen y salgan de su encierro; pone su color rojo para simbolizar la pasión que sienten por el Reino de Dios, por la obra de su Maestro Jesús, y pone una lengua común, la misericordia y el amor.
 
 
El Espíritu Santo, el arquitecto del Padre, este día edifica, no una torre de Babel que es orgullo, ambición, confusión y obra humana, sino una iglesia, una comunidad en la que todos tienen el mismo fuego, el mismo Espíritu y todos hablan la misma lengua y todos quieren construir la casa de Dios. La Iglesia es obra del Espíritu y por eso perdura y todo lo que es obra humana es quemado y destruido.
 
 
Todos reunidos en el mismo lugar.Todos llenos del mismo Espíritu.Todos hablando la misma lengua, la lengua del amor.Todos unidos entorno al mismo Señor.Todos nacidos por obra del mismo Espíritu.Todos viviendo la vida nueva del Espíritu.
 
 
San Pablo, hombre del Espíritu, nos recuerda que el Espíritu distribuye dones diferentes a cada unos de sus servidores.El Espíritu nos regalará sus dones: sabiduria, conocimiento, inteligencia, ciencia,  consejo, fortaleza y temor de Dios; los dones no son para nuestro lucimiento sino para el bien de todos, para la edificación de toda la iglesia. La Iglesia nunca estará terminada si nosotros enterramos nuestros dones…y si no colaboramos con el arquitecto.
 
 
Es curioso pero existe en New Port, Estados Unidos,  una comunidad de religiosas, la comunidad de las Hermanas de Jesús Crucificado, en la que cada hermana tiene un problema físico: la superiora es ciega, otras son sordas, otras parapléjicas… y cada hermana edifica la comunidad desde su capacidad y recibe ayuda en su necesidad. La que ve guía a la ciega, las que pueden caminar llevan a las que no pueden, la que oye explica a la sorda… El defecto físico es un don, dicen ellas, signo de la necesidad que tenemos de los demás…. Algo así ocurre con el Espíritu Santo, la vida del Espíritu fluye en la comunidad porque nadie puede gloriarse de ser perfecto, nadie puede gloriarse de no necesitar a nadie. Todos nos necesitamos. Todos necesitamos del Espíritu.
 
 
Pidamos en la fiesta de Pentecostés que El Espíritu Santo habite en nosotros. Necesitamos de Él para perdonar, alabar, pertenecer, hablar el idioma de Dios, congregar y revelar las mil caras de Dios. Porque "sin el Espíritu, Dios queda lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia pura organización, la autoridad tiranía, la misión propaganda, el culto mero recuerdo y la praxis cristiana una moral de normas.
 
 
Pidamos a Dios su Santo Espíritu para que nos renueve a todos. Os dejo una oración que me ayuda mucho en estos días:
 
 
Que venga sobre mí Tu Espíritu de escucha; cuando como María, estamos atentos a lo que nos dices.
 
Que venga sobre mí , Tu Espíritu de serenidad; cuando las noches son más fuertes que el día.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de fortaleza; cuando la debilidad se impone al tesón.
 
Que venga sobre mí Tu Espíritu de alegría; cuando nos dormimos en los laureles.
 
Que venga sobre mí Tu Espíritu de constancia; cuando no vemos fruto a su tiempo.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de comunión; cuando surgen las divisiones.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de comprensión; cuando se hace inteligible tu mensaje.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de fraternidad; cuando se quiebra la unidad.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de valentía; cuando nos quedamos inmóviles.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de ruptura; cuando nos ataca el inmovilismo.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de eternidad; cuando habla más la muerte que la vida.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de vida; cuando estamos llenos de todo y de nada.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de aliento; cuando nos asfixia la contaminación del mundo.
 
Que venga sobre mí Tu Espíritu de resurrección; cuando nos instalamos en lo efímero.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de misión; cuando todo nos parece hecho.
 
Que venga sobre mí  Tu Espíritu de perdón; cuando el hombre se sienta incomprendido.
 
Que venga sobre mí Tu Espíritu de Eucaristía; para que nunca nos falle el alimento.
 
 
Un abrazo a todos, nos vemos en la vigilia de Pentecostés en la catedral el sábado a las ocho. No tengáis miedo.
 
 
Adrián Sanabria Mejido.
 

 


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