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UNA VIRGEN DE GUADALUPE DE JUAN CORREA EN LA IGLESIA DE SAN NICOLÁS

Tocada “esta Santa ymagen ala Original”, se representa en un óleo sobre lienzo a la Virgen junto a las cuatro conocidas apariciones, realizada por Juan Correa en 1704 y conservada en la capilla Sacramental de la iglesia de san Nicolás de Bari en Sevilla.

La devoción a la Virgen de Guadalupe de México es una de las más fervientes muestras del amor a María en todo el orbe católico. Según la tradición, una de las últimas apariciones coincidieron con el día 12 de diciembre, festividad legitimada por el breve apostólico Non est equidem del papa Benedicto XIV que concede el 25 de mayo de 1754 y por la cual, es proclamada patrona de la Nueva España. El apoyo a esta devoción, respaldada por el pueblo mexicano, justifica el decreto de coronación de la imagen por el Papa León XIII, el patronato de América Latina por Pio X o la Rosa de Oro que concedió Pablo VI, máxima distinción que puede otorgarse a una devoción mariana.

Son innumerables las copias de la milagrosa impresión del ayate de Juan Diego, que se remitieron desde el siglo XVII a todos los rincones del mundo. La importancia de Sevilla como puerto y puerta hacia los virreinatos americanos, fue un gran atrayente para la religiosidad, como factor inherente que movilizaba a la sociedad en aquel momento. La acogida de esta devoción foránea, viene estrechamente ligada al carácter mercantil. Grandes mercaderes hicieron llegar lienzos de un lado a otro del Atlántico para iglesias o palacios como donaciones que reflejan un mecenazgo devocional. Incluso en grandes conventos, los cuadros de la Virgen de Guadalupe aparecen como dotes que las grandes familias aportaban para el ingreso de algún familiar. No debe extrañarnos en este contexto, las palabras del jesuita Francisco de Florencia en su obra “Estrella de Norte de México”, publicada en 1688, donde nos dice: “En Cádiz, en Sevilla y en todas partes de católicos, que tiene comercio la Nueva España, es tan conocida, tan venerada y aplaudida esta santa imagen que apenas hay casa que no la tengan”.

Un maravilloso ejemplo de la llegada de esta serie de imágenes a la ciudad, se encuentra en la capilla sacramental de la iglesia de san Nicolás de Bari. Se trata de un óleo sobre lienzo de 2,48 x 2,08 metros que realizó el afamado pintor novohispano Juan Correa (1645-1716) en 1704; su firma fue hallada bajo la moldura por Alfredo Morales y Juan Miguel Serrera en 1981. Su esplendorosa posición horizontal, destaca por la llamativa mandorla central, en la que aparece la imagen de la Virgen de Guadalupe, acompañada en sus lados por ángeles que sostienen guirnaldas de flores que enmarcan las cuatro escenas que suelen acompañar a este tipo de representaciones. En la parte baja, puede leerse la inscripción

“Se tocó esta Santa ymagen ala Original a 10 de Abril de 1704”. Esto indica que este lienzo estuvo en contacto con la tilma original donde se encuentra representada la imagen en México, a modo de transmisión de las propiedades milagrosas que se le atribuían al ayate.

La representación del icono a modo de verdadero retrato, copia los rasgos mestizos de la Virgen, envuelta en espesas nubes y representada de pie, vistiendo túnica color jacinto con los adornos de simbología azteca y un intenso manto azul estrellado. Una envoltura dorada refuerza la visión a modo de ráfaga, complementada por el atributo iconográfico de la media luna y el ángel que la sostiene con las llamativas alas del pájaro tzinitzcan.

La imagen coincide con una de las primeras descripciones de la imagen que realizó el indio Valeriano en el relato Nican Mopoua, publicada en 1649 en el libro de Luis Lasso de la Vega “Huei tlamahuiçoltica” en náhualt (el Gran Suceso).

En las cuatro esquinas del lienzo, se disponen las cartelas que aluden a las tres visiones milagrosas del Tepeyac y el descubrimiento de la pintura en la tilma de Juan Diego entre los días 9 y 13 de diciembre de 1531. Siguiendo la lectura correcta de izquierda a derecha, la primera escena narra la aparición en la que la Virgen pide la construcción del santuario, con la misión de convencer al obispo Juan de Zumárraga. Al declinar el prelado la petición, tendrá lugar la segunda aparición a Juan Diego, donde la Virgen vuelve a pedirle que reitere la súplica, como se ve representada en la segunda escena. Al volver a rechazar la demanda, el obispo pidió que le fuese llevada una prueba de las supuestas apariciones que se estaban llevando a cabo.

El indio volvió a casa y la Virgen lo citó al día siguiente en el mismo sitio, algo que intentó evitar Juan Diego por encontrarse su tío enfermo. La huída fue impedida por la tercera aparición, que aparece representada en la cartela, donde le dice al indio que su tío ha sanado y recibe de manos de la Virgen unas rosas para que se la lleve al obispo como prueba. Guardandolas en la tilma, Juan Diego se apresuró en presencia de Zumárraga y cuando desplegó la prenda, cayeron las rosas y pudo verse la imagen estampada de forma milagrosa; hecho que protagoniza la última cartela. Enmarcan las escenas sendas guirnaldas de rosas y distintas flores, propias del gusto flamenco siglo XVI y que posteriormente arraigó en la pintura andaluza y novohispana Son doce los ángeles que, divididos por grupos en una abigarrada composición, denotan las organizaciones y formas que Juan Correa utiliza en otras obras conocidas. Este pintor destacó por su gran producción, lo que hace pensar que tuviese un activo grupo de ayudantes que colaboran en obras tan importantes como la Asunción de la Virgen o la Entrada de Cristo en Jerusalén (1689-1691) para la sacristía de la catedral de México.

Se trata de una de tantas muestras que ha reflejado el arte sobre el asombro que devotos y viajeros han manifestado con el paso de los siglos a la “Maravilla Americana”, en palabras del artista Miguel Cabrera, en su tratado teórico acerca de la imagen en 1751. No se equivocaba el Papa Benedicto XIV, cuando acuñó el lema relacionado con un fragmento del Salmo 147: NON FELICIT TALITER OMNI NATIONI (No ha hecho nada igual con ninguna otra nación).

Escrito por Jesús Sánchez Gil, colaborador de la Delegación diocesana de Patrimonio cultural. 

Fotografías: Miguel Gleason. En: Sevilla Guadalupana

BIBLIOGRAFÍA

  • Montes González, Francisco: Sevilla guadalupana : arte, historia y devoción. Diputación de Sevilla, 2015.
  • Alcalá, Luisa Elena; Jonathan Brown; Jaime Cuadriello: Pintura en Hispanoamérica : 1550-1820. Madrid, El Viso, 2014.
  • González Moreno, Joaquín: Iconografía Guadalupana . Jus, 1959.
  • Falcón Márquez, Teodoro: La Iglesia de San Nicolás de Bari de Sevilla : una parroquia del s. XIII en un templo barroco. Hermandad de la Candelaria de Sevilla, 2008.
  • Morales, Alfredo; Serrera, Juan Miguel; Sanz, María Jesús; Valdivieso, Enrique: Guía artística de Sevilla y su provincia. Sevilla, Diputación 1981.
  • Vargaslugo, Elisa; Victoria, José: Guadalupe. Juan Correa. Su vida y su obra. Catálogo. Tomo II. Primera Parte. México, UNAM, 1985.
  • Cuadriello, Jaime: “La propagación de las devociones novohispanas: las guadalupanas y otras imágenes preferentes”. En: México y el mundo de las colecciones de arte. Nueva España 1. México, Azabache 1994.

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