Archidiócesis de Sevilla

Luis de Morales (1519-1586) es capaz de pintar, en sus tablas sobre la Pasión,  la espiritualización del dolor.  Son tablas exentas de todo lo que no es esencial, y queda sólo en ellas pintada la pena de Cristo y de su madre con los más cercanos a su muerte.  No en vano se le conoce como El divino Morales.

Esta tabla del Convento de las Teresas, en Sevilla, es un tríptico en el que Cristo muerto con su madre aparecen en la parte central,  y en los laterales las figuras de San Juan y la Magdalena.  El fondo es oscuro para no distraer del dolor, y la pena está reflejada en los rostros, en medio de una enorme serenidad.  Es un  dolor sereno el que los describe, como si no le quedaran ya ni lágrimas que derramar.

Este tríptico está situado dentro de la clausura, en la pequeña capilla-relicario, en el retablo del siglo XVII.  En el retablo hay una gran variedad de reliquias, muchas de ellas probablemente de mártires que acompañan al dolor de Cristo muerto en brazos de la Virgen.

Luis de Morales fue uno de los pintores más singulares del siglo XVI en España, y uno de los mejores pintores extremeños.  Se refleja en sus obras el conocimiento que tenía de la pintura flamenca, y de la obra de Durero, Rafael, Leonardo da Vinci y Pedro de Campaña.  A pesar de esto, crea un estilo muy personal, que hace que sus pinturas sean inconfundibles. Además de sus cuadros de la pasión de Cristo, tiene otras Madonnas, en las que la Virgen con el Niño son la expresión de una inefable ternura.  De este modo, Luis de Morales crea una serie de tipos iconográficos que le hacen inconfundible. También pintó magníficos retratos, como el del arzobispo Juan de Ribera (1564), en el Museo del Prado.

Como El Greco es el icono pictórico de Toledo, Luis de Morales lo es de la pintura extremeña en la España de su época.

Fernando Gª Gutiérrez, S.J.                        

Delegado Diocesano del Patrimonio Artístico