Archidiócesis de Sevilla

El próximo domingo, domingo de pasión, se celebrará en muchas ciudades y pueblos el pregón de la Semana Santa, sin duda es un  acto esperado por muchos y cuya resonancia perdura en el tiempo y sirve de comentario durante semanas. El pregón de semana santa es el pórtico de la pasión, muerte y resurrección del Señor.

 

Me gustaría dedicar mi reflexión de esta semana al pregón, sí, has leído bien, al pregón de Semana Santa, y lo hago porque hay pregoneros anónimos que nos recuerdan a diario el amor de Dios, lo hago porque conocemos a pregoneros que, sin serlo desde un atril, pregonan al Señor con sus gestos de amor y fraternidad todos los días, lo hago porque en este Año de la Fe la iglesia nos exhorta a ser pregoneros del Señor allí donde estemos, pero especialmente lo hago porque me atrevería a asegurar que hay un pregón que aún no se ha escrito y que nunca se escribirá , es el pregón anónimo que profesa cada persona que intenta amar y descansar en Cristo.

 

Es el pregón de esos ancianos que dieron los mejor de ellos por el bien de los suyos. Es el pregón de las personas que ofrecen sus vidas al servicio del Señor que toma rostro de abuelo,  enfermo, o persona sin recursos. Es el pregón abnegado de las monjas de clausura que repican con sus almas  a la gloria de Dios padre y que dan  “levantás al cielo” rezando por nuestras vidas. Es el pregón de las Cáritas parroquiales que son el verdadero ejemplo del Señor, que acoge nuestras miserias y trasforma las amarguras. Es el pregón de los grupos de pastoral de la salud de nuestras parroquias  que impregnan el mundo de la enfermedad con el buen perfume del cariño y la entrañable caricia de la escucha.

 

Es el pregón de cada persona que cree en el compartir y de cada ser que recordando el Evangelio pone la otra mejilla. Es el pregón de los que sintiéndose solos se sienten reconfortados ante la grata presencia de Jesús en el Sagrario. Es el pregón de los catequistas de nuestras parroquias que, tomando como modelo al mismísimo san Pablo, evangelizan y entusiasman a tantos cientos de niños. Es el pregón de muchos sacerdotes ofreciéndonos el perdón y celebrando la Eucaristía. Es el pregón de muchos padres de familias viviendo desde la fe la educación de sus hijos. Es el pregón del que comparte sus bienes y ofrece una sonrisa. Es el pregón del que dice tú en vez de decir yo. Es el pregón del que escucha con atención la voz de los más pequeños. Es el pregón de los que son capaces de reconocer sus errores e intentan superarse después de una caída. Es el pregón de los que buscan la verdad como norma de la vida. Es el pregón de ese amigo que nunca dejó de quererte. Es el pregón de ese enfermo que sonríe a pesar de sus dolores. Es el pregón de ese mensaje que me mandaste cuando más lo necesitaba. Es el pregón de un te quiero, de un cuenta conmigo, de un aquí me tienes,….

 

Es el pregón que sin saberlo proclamó María al decirle a su Dios aquí está la Esclava del Señor.

 

Seamos pregoneros, el mundo necesita de pregoneros del Señor, de personas que a voz en grito proclamen que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Seamos pregoneros y digamos con clamor que Jesús nos amó primero…. Seamos pregoneros…

 

Buena semana a todos, no tengáis miedo. Demos gracias por todos los pregoneros anónimos que conviven junto a nosotros.

 

Adrián Sanabria