Archidiócesis de Sevilla

El próximo 25 de noviembre la venerada imagen de la Virgen de Valme, protectora de Dos Hermanas, saldrá en procesión de la Catedral de Sevilla para conmemorar el 775 aniversario de la restauración del culto cristiano en nuestra ciudad en 1248, acompañando a la escultura de San Fernando que tallara Pedro Roldán en 1671.

El origen de esta devoción de Nuestra Señora de Valme se encuentra ligado al santo rey, ya que como cuentan las crónicas, durante el asedio de la ciudad musulmana Fernando III imploró ante una imagen de Santa María que llevaba consigo, con las palabras: “¡Váleme Señora, váleme!”, rogándole su protección en la conquista de la ciudad para así restaurar la fe cristiana en ella. Por ello, ofrece a la Virgen erigir un santuario donde colocar dicha imagen “para perpetuar la memoria de tan grande beneficio, depositando sobre el altar el primer trofeo que gane a los enemigos de la fe cristiana y de la Patria”, como narra Ortiz de Zúñiga. La tradición cuenta además que el rey ordenó a Pelay Correa que clavara su espada en el suelo, brotando al instante un manantial, la denominada Fuente del Rey, que calmó la sed de los soldados cristianos. Una vez conquistada la ciudad, San Fernando cumplió su promesa y erigió la ermita para entronizar la imagen de la Virgen ante la cual depositó el pendón arrebatado a los musulmanes que aún conserva la Hermandad. Esta Ermita, que se encuentra en los terrenos actualmente conocidos como el Cortijo de Cuarto, es el centro de la multitudinaria romería que cada otoño celebra Dos Hermanas con su Virgen de Valme.

La pintura al fresco que decora la capilla sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena, donde se venera a la Virgen de Valme desde que fuera trasladada en 1869 para proteger la imagen de los sucesos revolucionarios del año anterior, representa este momento de la súplica de San Fernando a la Virgen.

Es obra fechada en 1950 de Braulio Ruiz Sánchez (1911-1967), pintor y decorador que fue colaborador gráfico del diario ABC de Sevilla y autor de algunos carteles de primavera. A él se debe igualmente la decoración de la cúpula y la otra pared lateral, que representa las postrimerías de San Fernando.

En la obra que hoy nos ocupa, vemos al santo rey arrodillado ante la imagen de la Virgen de Valme dispuesta bajo un dosel adornado por castillos y leones, ante la cual ha dejado su espada como una ofrenda entre flores, junto al orbe y al cetro, símbolos de su poder terrenal. La escena transcurre en la tienda de campaña del monarca, cuyas cortinas abiertas dejan ver el resto del campamento cristiano a las puertas de la ciudad almohade, distinguiéndose a lo lejos el alminar de la mezquita. La composición se completa con la figura de un servidor que sostiene las riendas del caballo del rey.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural