Mesa redonda de la Pastoral Social sobre cómo superar el asistencialismo y alcanzar la caridad cristiana
La Pastoral Social celebró el pasado 17 de mayo su séptima mesa redonda, con motivo del día de la Caridad. La cita tuvo lugar en la Parroquia de San Esteban y estuvo dedicada a exponer el contraste de actitudes y modos de actuación contra la pobreza y la exclusión social, con el fin de ayudar a descubrir en la Caridad una dimensión superadora del carácter meramente asistencial del que ésta está impregnada.
Según la Pastoral Social hoy la pobreza, el paro o los movimientos migratorios “exigen una toma de conciencia adecuada sobre el sentido de la ayuda que se presta a quienes sufren estas situaciones”, por tanto, la relación entre donante y necesitado debe entenderse en términos de derechos humanos. En esta línea, reconocen que en un mundo en el que se produce y se desperdicia un 20 % más de lo necesario para atender a las necesidades de la población, y que aboca al paro a la mitad de sus trabajadores con la puesta en marcha de las nuevas tecnologías, “debe replantearse el reparto de los bienes entre todo, y esto debe hacerse poniendo en marcha alternativas que cubran, desde el derecho, las necesidades de quienes padecen el descarte, como señala el papa Francisco”.
Para evidenciar esta postura, en la mesa redonda participaron Ignacio Valduérteles, director del Informe sobre la Caridad en las Hermandades sevillanas; Guadalupe Salas, del Proyecto ‘Levántate y Anda’ de la Parroquia San Vicente; Inmaculada Mercado, de la Comunidad de Hospitalidad Mambré (CVX); y Daniel Terrero, coordinador de las Experiencias de promoción integral de la Hermandad de San Esteban.
Para comenzar, Valduérteles sentó los fundamentos de fe y humanidad de la acción social para el cristiano. Así, aseguró que la Caridad es “una virtud teologal que da una dimensión trascendente al ejercicio del compartir”. En cuanto a la solidaridad, lo describió como “un sentimiento humano que impregna a las relaciones entre los de su especie. Es el fruto de la empatía como la capacidad que tenemos de ponernos en lugar de los demás, sintiendo con ellos y deseando tratarlos como nos gustaría ser tratados. La solidaridad, complementaria de la caridad, se inspira en la justicia, como la caridad lo hace en el amor de Dios”. Por ultimo, reflexionó sobre la acción social, “actividad –dijo- en la que se concretan la caridad y la solidaridad al materializarse la distribución de los bienes (comedores sociales, ayudas para el pago de suministros…)”.
Por su parte, Terrero expuso su testimonio mediante la diferencia entre “dar y darse”: “El dar supone poner a disposición de los demás los bienes que poseemos o que nos sobran. El Darse, en cambio, comporta la entrega de uno mismo, siendo nosotros los que nos entregamos padeciendo con ellos sus carencias y haciéndonos cómplices de sus soluciones”, explicó.
Salas aportó un salto cualitativo, ya que señaló “el carácter esencial que tiene la implicación del afectado en su propia recuperación”. “El mejor fruto será resultado de la colaboración entre el sin techo y su benefactor”, aseguró. Desde sus distintas modalidades de actuación (exploración y acompañamiento al calor de un caldo caliente o el refresco de un salmorejo en la soledad de las madrugadas, las acogidas semanales y la puesta en marcha de tareas que remedien la soledad o la incuria en que viven las personas sin hogar) la intención nuclear de nuestra actividad es la movilización de su voluntad como principio para la solución de sus problemas”.
Por último, Mercado concluyó detallando el modo de hacer de la Comunidad Mambré, que tiene un marcado “carácter reivindicativo de la ayuda a los refugiados en situación irregular llegados a nuestro país”. Desde su situación, la comunidad ofrece una acogida y un acompañamiento en el que da protagonismo al necesitado al vincular sus ayudas a la formulación de un plan personal de actuación (aprendizaje del español, formación laboral…).