Archidiócesis de Sevilla

Hace pocos días mi querida y admirada Isabel Cuenca, nuestra bloguera de ‘La Veleta’, decía en su imprescindible blog que quien les escribe aquí desarrollaría la Encíclica del Papa Francisco sobre el Cuidado de la Casa Común en este blog que ahora leen. Es cierto, lo deseo hacer, con la ayuda de Dios, convencido de la necesidad de la lectura y meditación del mensaje del papa. También es cierto que la rica encíclica que nos ocupa aguanta dos o muchos blogs por su riqueza. Los aspectos sociales y medioambientales bajo la óptica del papa unidos de manera solidaria nos marcan el camino y esperamos que sus ideas fecunden la iniciativa de todos los que pueden cambiar el mundo.

Decía Víctor Hugo, en su obra Los Miserables, que los miserables de la tierra siempre tendrán una antorcha que arda por ellos. La Encíclica Laudato Si´ representa una luz que nos ilumina a todos, una llama en una almenara que debe encender otra almenaras. Un mensaje transmitido que todos debemos divulgar. Ha dicho el papa, en Ecuador, que la justicia social no es una forma de limosna sino una verdadera deuda del Estado, entiendo del conjunto de los estados que forman asociaciones internacionales. El papa hace un canto a la familia, y a su insustituible papel, a su gran riqueza social, base del ecosistema humano. Y nos dice que Dios puede transformar en milagro incluso aquello que nos escandaliza, y pide recemos.

En ‘El Cuidado de la Casa Común’ el Papa Francisco nos habla de la Ecología de la Vida Cotidiana, un mensaje para hacer un planeta mejor desde nuestro entorno próximo, y con ello nos invita a enseñar ecología en el marco de nuestra familia, con nuestros amigos y nuestro entorno de trabajo. Una ecología integral, espiritualizada, entendida como una herramienta para cuidar de lo más frágil, es decir, del medio ambiente del planeta y de los pobres que lo habitan.