Archidiócesis de Sevilla

En la localidad de Guillena (Sevilla) hay un impresionante crucificado, bajo la advocación de Cristo de las Misericordias, de autor anónimo. Según el profesor Hernández Díaz, se trata de una imagen renacentista de mediados del siglo XVI. Esta imagen es claramente una representación realista e idealizada con un fuerte valor antropocéntrico, frente a las obras gotizantes precedentes, habitualmente cargadas de naturalismo, dramatismo y concebidas con una visión teocéntrica, según Benjamín Domínguez Gómez.

Quizás sea por esta acentuación de la naturaleza humana de Cristo, sin dejar de poner de manifiesto su naturaleza divina, por lo que se nos hace más cercana esta figura del crucificado. Estaba anteriormente en una capilla del cementerio, y ahora está situada al lado del altar en que se celebra la Eucaristía, la actualización del Misterio Pascual de Cristo.

La imagen tiene la cabeza profundamente inclinada, hasta clavarse sobre el pecho, como indicando la consumación de la obra de la redención, que es la manifestación de las Misericordias de Dos, como quiere manifestar esta imagen; también expresa, en un gesto prodigioso, la aceptación voluntaria de la muerte, como indica el Evangelio: Et inclinato capite, emissit spiritum (inclinando la cabeza, entregó el espíritu). La Escuela Sevillana de Escultura es capaz de poner de manifiesto estas dos naturalezas de Cristo de un modo increíble en los siglos XVI y XVII: hay expresión del dolor, pero no de un modo exagerado y llamativo, sino esculpido en una unión perfecta de la soberana dulzura de la divinidad con el hiriente dolor de la humanidad. Y esto lo hace de un modo equilibrado y perfecto.

El Cristo de las Misericordias, escondido en Guillena, es uno de los más llamativos que tenemos en la Archidiócesis de Sevilla; aquí Cristo se nos acerca revestido de nuestro dolor humano, sin perder su soberana divinidad.