Testimonio de José Pablo Hoyo: “Lo importante es mostrarnos tal cual somos, no como queremos que nos vean”

Testimonio de José Pablo Hoyo: “Lo importante es mostrarnos tal cual somos, no como queremos que nos vean”

Con motivo de la celebración del Día del Seminario, el próximo 19 de marzo, durante esta semana en los medios diocesanos publicaremos una serie de testimonios de seminaristas que compartirán su proceso vocacional y propondrán esta opción de vida desde la honestidad y la alegría que le acompaña.

 

Testimonio de José Pablo Hoyo, seminarista de 4º Curso

Con apenas 18 años este joven sevillano tuvo claro que quería ser sacerdote. No lo descubrió en un momento “único”, sino que esta verdad se le fue mostrando “en distintas ocasiones, en la oración personal, en el día a día”, y gracias a la intervención de muchas personas (amigos, laicos, seminaristas, sacerdotes, catequistas…).

Ante su noticia, recuerda que, al principio, algún familiar mostró ciertas reticencias que –por otro lado- son comunes cuando un joven declara su intención de ingresar en el Seminario. “Las malas experiencias pasadas, la increencia o la proyección de un futuro ya decidido a veces pueden llevar a no entender del todo la decisión”, explica. Sin embargo, reconoce que con el paso de los años su familia “ha ido comprendiendo que la opción que he tomado me hace profundamente feliz y ahora son tremendamente felices conmigo”.

No en vano, ya van cuatro años desde que José Pablo entró al Seminario y cuando habla de esta institución diocesana lo hace con conocimiento de causa. “El Seminario Mayor se podría definir como una familia formativa –argumenta. Me ha sorprendido mucho testificar la cercanía con la que se vive la fe, como una gran familia donde compartimos nuestros sueños, aspiraciones y alegrías, pero también las tristezas y preocupaciones”.

Pero también admite que le “cuesta abordar el estrés del estudio y compaginar éste con el ritmo del Seminario”. No obstante, reflexiona este seminarista, es precisamente en su rutina diaria donde mejor comprende e interioriza que el Señor le llama a través de la entrega “servicial” a sus compañeros, mediante su esfuerzo en el estudio o el encuentro personal con Dios en la oración. “Diariamente –añade- no hacemos cosas extraordinarias, pero ¿qué hay más extraordinario que esto?”.

¿Otoño vocacional?

José Pablo es realista y asume que “nunca han sido buenos tiempos para la Iglesia”, pero también se muestra esperanzado al afirmar que “en cada momento de la historia encuentra desafíos y esperanza”.

Ante la pregunta de si la Iglesia vive un otoño vocacional, opina que, si bien “es común entre los jóvenes un cierto miedo al compromiso y la entrega, y un rechazo de la institucionalidad de la Iglesia o del sacerdocio ministerial, también es verdad que hay distintas inquietudes, perspectivas e ideas que abren la puerta a proponer el sacerdocio como una opción de vida”.

En cualquier caso, señala, “no creo que exista un método infalible, ni una única forma de hacerse presente”, sino que “es importante tener claro que no toda propuesta es válida; lo importante es que nos mostremos tal cual somos, no como queremos que nos vean”.

Herramientas espirituales para ser fiel

Por otro lado, son muchos y diversos los desafíos que -según José Pablo- tiene que enfrentar un sacerdote en la actualidad, desde “la incidencia en la sociedad de una de una perspectiva consensualista y globalizante, donde comprometerse con la fe cristiana por completo es una opción extraña y ajena”, hasta la individualización de una sociedad “que rehúye el contacto o la sexualización de los medios”; pero también suma a esta lista “el clericalismo de considerar que la vocación es solo cosa de curas y religiosos, o que ser cura es un ‘cargo’ de poder o una forma de escalar hacia una extraña cima de prestigio y fama”. Por ello, desde ya, desde el propio Seminario, se prepara para afrontar estos retos con algunas herramientas infalibles: “Vivir el amor a Dios en el acompañamiento de quienes lo necesiten, alimentarse de la Palabra de Dios, los sacramentos (especialmente la Eucaristía) y la Liturgia de las Horas, y caminar en el seguimiento de Jesús desde el acompañamiento de otros (director espiritual, confesor, hermanos sacerdotes…)”.

En definitiva, cuidar su vocación, día tras día, desde la pequeñez de lo ordinario, pero con la seguridad de que es Dios quien guía sus pasos, porque, como recuerda citando al papa Francisco, “el Señor sabe que una opción fundamental de vida requiere valentía. Él conoce las preguntas, las dudas y las dificultades que agitan la barca de nuestro corazón, y por eso nos asegura: No tengas miedo, ¡yo estoy contigo!”

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