Author image

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario.

 

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y,  haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas;  y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

 

Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.

 

Comentario de Álvaro Pereira

La dedicación de la Basílica de Letrán (9 noviembre)

 

La fiesta de la dedicación de la basílica de Letrán, con la que los cristianos de rito latino expresan anualmente su cordial adhesión al Santo Padre, prevalece sobre las lecturas del tiempo Ordinario. La liturgia de la Palabra de este domingo, por tanto, gira en torno a la imagen del templo como símbolo de la Iglesia.

 

La primera lectura (Ezequiel 47) es una luminosa descripción sobre la fuerza regeneradora de Dios. Con la audaz imagen del río que mana del santuario y restablece la vida en el desértico erial del mar Muerto, Ezequiel expresa que Dios donará toda clase de bendiciones a través de su presencia en el nuevo templo. La realidad es muy dura: el templo de Jerusalén está destruido y el pueblo se haya esclavo en el exilio de Babilonia. Pero el futuro está en manos de Dios: aunque parezca imposible, como Dios promete vivificar el mar Muerto así restaurará a su querido pueblo. El autor del Apocalipsis recogerá la imagen para describir los cielos nuevos y la tierra nueva (Ap 22,1). En el marco litúrgico de la dedicación de la basílica de Letrán, el relato de Ezequiel puede ser leído como una prefiguración de la Iglesia, que aparece como ese templo nuevo en el que habita Dios y que regenera los paisajes desolados de nuestro mundo.

 

En la segunda lectura (1 Corintios 3), el templo ya no es un edificio físico sino una comunidad de personas, los cristianos de Corinto. Ellos son el templo de Dios en el que habita el Espíritu. San Pablo aduce esta imagen para exhortarles a la unidad y a la santidad. Los corintios deben reconciliarse para no destruir la morada de Dios en su ciudad.

En el evangelio (Juan 2), Jesús realiza una acción simbólica: purifica el templo, la casa de su Padre, que nunca debió convertirse en una casa de comercio (alusión a Zacarías 14,21). Esta acción conducirá a su pasión y muerte. Por eso los discípulos citan el salmo con el verbo en futuro: «el celo de tu casa me devorará» (Salmo 69,10). Es muy posible que la purificación del templo fuera el detonante histórico de la muerte de Jesús. Pero el evangelista busca el significado profundo de la acción y juega con el doble sentido de «templo». Jesús no se refiere a la destrucción del santuario físico, sino al templo de su cuerpo. A partir de la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios ya no habita en un edificio de piedras sino en el cuerpo de Cristo, cabeza y miembros. La Iglesia, por tanto, se convierte así en la casa de Dios entre los hombres y debe ser fiel a tan alta vocación.

 

 

 


Article   0 Comments

CARTA DOMINICAL

Día de los Trabajadores (28-04-24)

26 abril 2024

Calendario de Eventos

« abril 2024 » loading...
L M X J V S D
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
1
2
3
4
5
Ver más

Síguenos

TeamViewer para soporte remoto Archidiócesis

Intención de oración. Abril 2024