XVII Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A)
Vende todo lo que tiene y compra el campo
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Mateo 13, 44‑52
Comentario de Antonio J. Guerra
1Re 3,5.7-12; Sal 118; Rm 8,28-30; Mt 13,44-52
El mensaje de Jesús sobre Dios se resume en la figura de un Padre que se preocupa de nosotros y que nos quiere procurar el bien y la felicidad. En la segunda lectura de hoy se concreta este proyecto de Dios: estamos predestinados a alcanzar la semejanza con Jesús. Esto indica que es un proyecto abierto a todo el que quiera acogerlo, pero que de ningún modo se impone a nadie. Precisamente, las parábolas del tesoro y de la perla refieren que esta realidad no se impone así misma, sino que tiene que ser descubierta y comprendida en su significado.
Estas dos parábolas presentan el valor sin igual del Reino de los cielos (de Dios) y del gozo ilimitado que implica el descubrimiento del mismo y el compromiso que exige su posesión. En ambos casos aparecen dos protagonistas que encuentran algo de gran valor y belleza, y como llenos de alegría, sacrifican los demás intereses y emplean todos los medios disponibles con tal de alcanzarlo: “se va a vender todo lo que tiene y lo compra”.
Con la parábola de la red, Jesús nos invita a mirar al futuro y al destino completamente diverso de los buenos y de los malos. Parece que aquí en nuestro mundo no importa que nos interesemos o no por Dios, como si hacer el mal o el bien sea indiferente; sin embargo, Jesús nos avisa: “¡No os dejéis engañar! ¡Comportaos hoy de tal modo que al final podáis ser acogidos por Dios”. En el juicio final separarán a buenos de malos, por tanto urge comportarse como Dios quiere, urge emplear todas nuestras fuerzas por lo verdaderamente importante: SEGUIR A JESÚS.
Para la reflexión:
- ¿Qué significa la felicidad para ti? ¿Crees que podrás alcanzarla algún día?
- Según nuestro mundo, ¿cómo se alcanza esa felicidad? ¿Está Dios dentro de esa felicidad?
- Salomón pide un corazón atento (literalmente “corazón que escucha”) para saber discernir. ¿Recurres a la oración para saber lo que verdaderamente te conviene?