Discurso en la inauguración del Encuentro Interreligioso sobre la dignidad humana
Ello me permite, en los inicios de mi servicio episcopal a Sevilla, saludar y dar la bienvenida a nuestra Archidiócesis a los señores Cardenales Walter Kasper y Jean Louis Tauran, al Patriarca latino de Jerusalén, S. B. Fuad Twal, al rabino Richard Marker, al metropolita Adamakis, al Dr. Saud Bin Abdullah, Director del Centro Islámico de Madrid, y a todos los participantes. Doy gracias a Dios, porque ha permitido la convocatoria de este encuentro y por lo hermoso que resulta, utilizando palabras del salmo ?ver a los hermanos unidos?.
Les recibe una tierra tempranamente evangelizada, de historia venerable, especialmente por el número y la calidad de sus Santos, por el catálogo impresionante de sus Arzobispos, entre los cuales descuellan San Isidoro y San Leandro, padres de la Iglesia hispana y de la liturgia visigótica. Les recibe una Iglesia que ha sido capaz de aflorar un sinnúmero de instituciones señeras en el campo educativo, en el campo de la asistencia social y para el servicio de los pobres, muchas de las cuales perviven todavía. La Iglesia de Sevilla ha sido capaz de crear a lo largo de los siglos, especialmente en la época medieval, en el Renacimiento y en el Barroco, una riqueza artística esplendorosa, manifestación de sus profundas raíces cristianas. Una característica de la vida de esta Iglesia particular es la presencia viva de la llamada religiosidad o piedad popular, las Hermandades y Cofradías, casi todas ellas centradas en el Misterio Pascual de Cristo muerto y resucitado, que son para muchos andaluces camino de vida cristiana y que están siendo un dique frente a la secularización, que aquí es ciertamente menos intensa en otras zonas de España. La Archidiócesis de Sevilla está haciendo en estos momentos un gigantesco esfuerzo, desde las parroquias y desde las Caritas por acoger a los inmigrantes y por servir a las víctimas de la crisis económica.
En el campo del ecumenismo y del diálogo interreligioso, trata de mantener unas relaciones no sólo correctas, sino también fraternas y cordiales con otras iglesias o comunidades eclesiales, a algunas de las cuales, especialmente aquellas que provienen de la tradición ortodoxa, se les ofrecen lugares para celebrar la divina liturgia. Al mismo tiempo, tratamos de mantener unas relaciones fraternales, con judíos y musulmanes, conscientes del acervo común que nos une como creyentes.
En estos momentos es oportuno recordar los muchos encuentros interreligiosos celebrados en los años 2008 y 2009; la carta titulada ?Una palabra común? firmada por 138 estudiosos musulmanes, dirigida al Papa Benedicto XVI, suscrita hoy ya por 241 personalidades; el II Encuentro Internacional de Imanes y Rabinos celebrado en Sevilla en marzo de 2006, en el que participaron 400 Imanes, Rabinos y expertos de 56 países de los cinco continentes, en un clima de concordia y anhelos de paz; el Encuentro Católico-Musulmán celebrado en Roma en noviembre de 2008, sobre el tema ?Amor de Dios, amor al prójimo? y los subtemas ?Fundamentos teológicos y espirituales? y ?Dignidad humana y respeto recíproco?. En la declaración final del Foro se resaltaba que la vida humana es ?el regalo más precioso de Dios a cada persona? [que] debería ser conservado y honrado en todas sus etapas? y que ?la dignidad humana surge del hecho de que cada persona ha sido creada por Dios de amor y por amor y ha sido dotada con los dones de la razón y el libre albedrío y está capacitada para amar a Dios y a los demás?. ¡Que fundamentos tan firmes para proseguir el diálogo y crear incluso estructuras que lo faciliten, como pedían los firmantes de la declaración!
En marzo de este año se ha celebrado el VII Encuentro del Gran Rabinato de Israel con la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, como continuación de los encuentros iniciados en el años 2000. En las declaraciones conjuntas publicadas después de estas reuniones se han resaltado el común interés por fortalecer los valores familiares, la justicia social, el comportamiento ético, la santidad de la vida, la importancia de la Palabra de Dios para la sociedad y la educación, la libertad de religión y de conciencia, al tiempo que la Iglesia católica ha reconocido que los inicios de su fe están en la historia y en la experiencia religiosa del pueblo judío.
Todos estos pasos son motivo de fundada esperanza, la esperanza que suscita el encuentro que ustedes inician en esta mañana en Sevilla en torno a la dignidad humana, un tema mayor, en el que estoy seguro encontrarán muchos puntos de convergencia. Concluyo deseándoles una feliz estancia en nuestra ciudad y, sobre todo, que esta convocatoria que inauguramos, suponga, con la bendición de Dios, un hito significativo en el camino de la paz, la justicia y la reconciliación entre los pueblos, como adoradores del Dios verdadero, fuente de amor y de vida.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
