Archidiócesis de Sevilla

Con gran esplendor litúrgico se ha celebrado el día 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una solemnidad de gran importancia para la Iglesia Católica desde la definición del dogma en  1854 y de arraigada historia en al ciudad de Sevilla. Tras la Vigilia que tuvo lugar en la Catedral en la noche del día 7 con gran participación de jóvenes y fieles en general y la oración ante el monumento a la Inmaculada por el arzobispo de Sevilla junto a las tunas, la mañana del día 8 comenzó a las nueve y media, con el Oficio de Lecturas, Laudes, procesión de tercia y Misa estacional presidida por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz.

La Purísima Concepción se celebró en la Catedral de Sevilla con una Eucaristía presidida por el arzobispo a las diez de la mañana. Ya  en la tarde se inició la Octava en el Altar Mayor con adoración eucarística y baile de los seises y que concluirá el próximo 15 de Diciembre.

Con este motivo, se trasladó la imagen de la Inmaculada de Alonso Martínez, esculpida a mediados del siglo XVII, que actualmente se encuentra en la Sacristía Mayor, para presidir en el centro del presbiterio del altar mayor su fiesta y la Octava. Esta imagen sale procesionalmente en el Corpus en un paso que acompaña a la Custodia de Arfe. También las «Inmaculadas» de la Catedral se adornan con flores y se abren su capillas con motivo de su festividad. 

La festividad de la Inmaculada Concepción es una de las que con mayor solemnidad se celebran en la Catedral de Sevilla. Como aludía Isidro González, el peso de la historia de este dogma mariano en este lugar sagrado es absoluto y las consiguientes manifestaciones de esplendor artístico a lo largo de los siglos han dejado una profunda huella en nuestro primer templo que aún permanecen plenamente perceptibles y son vividas por los fieles que se acercan a él para celebrar este gran día de Nuestra Señora.

La Solemnidad de la Inmaculada en la Catedral

La jornada del 8 de diciembre reviste en nuestra Catedral una solemnidad similar a la del Domingo de Resurrección y a la fiesta de la Asunción de la Virgen. A las nueve y media de la mañana inició en el coro el canto solemne del Oficio de Lecturas con el himno Te Deum propio de los domingos y grandes fiestas, y seguidamente los Laudes, con el acompañamiento del órgano catedralicio.

Posteriormente, el Cabildo Catedral en pleno, siguiendo idéntico ritual que el Domingo de Resurrección, acudió a felicitar y recoger al arzobispo al Palacio Arzobispal, para acompañarle hasta la Catedral. En estos momentos también llega a la Catedral la corporación municipal bajo mazas, que desde antiguo participa en esta celebración. Tras revestirse los celebrantes con los ornamentos celestes, color litúrgico que desde este templo se extendió a toda España y América para esta fiesta, se inició la tradicional procesión de tercia en la que se entonan antífonas marianas de los compositores Vitoria, Morales y García Torres, entre otros.

La procesión hizo estación en la capilla real, donde la imagen de nuestra patrona vestida de celeste, con el manto del mismo color bordado en plata de la orden de Carlos III, acogió la recitación de la oración solemne de este prólogo a la celebración eucarística.

Finalizada la procesión comenzó la solemne Misa estacional que presidió monseñor José Ángel Saiz, arzobispo de Sevilla, y concelebrando las dignidades del Cabildo Metropolitano. El acompañamiento musical estuvo a cargo de la coral de la Catedral bajo la dirección del canónigo maestro de capilla, Herminio González. La novedad este año residió en la participación en el baile de seises de la orquesta de Don Francisco Rosado Castillo.

Ornamentos litúrgicos

Como en otras solemnidades, los ornamentos sagrados contribuyeron al engrandecimiento de la liturgia y el culto. Con este motivo, el Cabildo de la Catedral de Sevilla procesionó por el interior de la Seo con las capas históricas de color azul que presentan hilos metálicos de plata sobredorada y bordados matizados de sedas policromas del siglo XVIII. Igualmente, se traslada al altar mayor la imagen de la Inmaculada de Alonso Martínez.

También, se colocan los paños de indulgencias en los púlpitos y se preparan los enseres del Tesoro, entre ellos, destaca el ostensorio donado por Dña. Isabel Pérez Caro realizado en 1729 por Ignacio Thamaral con oro, piedras preciosas y porcelana.

Fotos: Miguel Ángel Osuna.