Archidiócesis de Sevilla

Dos de la tarde de un día cualquiera. Suena el teléfono en la Delegación de Medios de Comunicación del Arzobispado.

 

– ¿Prensa?

– Sí, aquí es.

– Qué hay. Mira, no he podido ir esta mañana al acto de la Catedral, y me quedan unos datos por confirmar. A ver si me podéis aclarar algunas cosas.

– Dime.

– Lo primero, me cuentan que el alcalde presidió la misa, ¿es así?

– No, no es así.

– Ah, pero, ¿no ha ido?

– Si, ir sí ha ido.

– ¿Pero… entonces?

– Efectivamente, el alcalde ha ido, pero no ha presidido la misa. El alcalde no preside las misas.

– Pero si no fue el arzobispo, ¿la máxima autoridad no es el alcalde?

– Pues no. No lo es, al menos en el altar. Las Eucaristías las preside un sacerdote, y si está el arzobispo preside él.

– ¿Las Eucaristías sí y las misas no?, ¿pero no significa nada que sea el representante elegido por los ciudadanos?

– …..

– …..

– Es que es lo mismo. Una misa es una Eucaristía. Y, ya te digo, sólo las presiden los sacerdotes, obispos, etc… El hecho de que haya salido elegido no significa que un alcalde pueda presidir una misa.

– ¿Y si fuera el presidente del gobierno?… ¿Si fuera el rey estaría mal dicho que preside él? Es que él siempre lo hace allá donde va. Qué quieres que te diga, yo he cubierto varias veces actos donde estaba el rey, y siempre presidía.

– Puede ser, pero nunca ha presidido una misa.

– ¿No?

– No.

– Ni en la Catedral de Madrid.

– En la Catedral de Madrid tampoco.

– …..

– …..

– Bueno, es igual. El caso es que el alcalde fue, ¿no?

– Sí, eso es verdad. El alcalde fue.

– …¡Cómo liáis las cosas!

– ¿Perdón?

– Nada, yo me entiendo. Entonces fue una misa normal.

– Bueno, espera, a ver… ¿normal?, ¿una misa normal? ¿A qué te refieres?

– Pues eso, que no pasó nada raro. Presidió el cura y el alcalde sólo fue de invitado, ¿nó?

– Para, para… ¿De invitado?… Es que, no sé si es el término mejor para explic…

– Que sí, que me he enterado. Yo sé lo que quiero decir.

– Es que si pones que estuvo invitado te puedes equiv…

– Deja, deja. Todo aclarado, de verdad.

– …..

– …..

– ¿Qué otra cosa necesitas?

– Ya nada. Creo que era todo.

– Ehhhhh, bien. Pues nada, aquí estamos si necesitas algo.

– Ok, gracias.

– A ti.

 

Hasta donde la memoria es capaz de recoger, este relato es real. Rigurosamente cierto, y no hace mucho de ello. Tampoco es un caso aislado. Por desgracia, ciertos términos y usos propios de la liturgia en particular, y de la celebraciones religiosas en general, han pasado a ese rincón cultural de los temas con terminología propia que poca gente se molesta en repasar. De la misma manera que no todos distinguen a un cabo de un coronel (las medallas facilitan la cosa, eso si), o un auto de una sentencia, no resulta complicado dar con crónicas en las que –caso igualmente cierto- un presidente del gobierno preside el funeral por soldados fallecidos en acto de servicio.

 

Conviene aclarar que no se corresponde con la generalidad de peticiones de información que nos hacen los profesionales de los medios de comunicación casi a diario. En honor a la verdad, los Carrasco, Matres, Parejo, López de Paz, Flórez, Recio y compañía nunca caerían en este tipo de sainetes. Nunca lo han hecho. Ellos no.

 

Pero, pasar pasa.

 

 

Pablo F. Enríquez