Homilía de la ceremonia de coronación canónica de la Virgen de las Angustias (30-09-2023)

Homilía de la ceremonia de coronación canónica de la Virgen de las Angustias (30-09-2023)

Homilía de Mons. José Ángel Saiz Meneses en la Coronación Canónica de la Virgen de las Angustias, de la Hermandad del Santo Entierro, de Sanlúcar la Mayor. 30 de septiembre de 2023. Lecturas: Is 9, 1-6; Sal 112; Lc 1, 26-38.

Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración:  Sr. Párroco, Delegado Episcopal, sacerdotes concelebrantes, diácono; Excmo. Sr. Alcalde y Corporación Municipal de Sanlúcar la Mayor; Consejo Pastoral; Hermandad del Santo Entierro; Representaciones de Hermandades de Gloria y Penitencia; hermanos y hermanas presentes en este día de la Coronación Canónica de María Santísima de las Angustias, un día tan grande de fiesta para todos nosotros.

Bajo el lema “María en el corazón”, la hermandad, devotos y todo el pueblo de Sanlúcar la Mayor ha vivido con intensidad el tiempo de preparación a la Coronación Canónica con muchos actos extraordinarios, y cuidando la misión de caridad y obra social que la acompaña. El origen de la imagen de la Virgen de las Angustias es del año 1560, aunque la talla actual, atribuida a Pedro Duque Cornejo, data de 1720. El Señor Párroco y la Hermandad solicitaron la Coronación Canónica, y, después del proceso correspondiente, y no pocos avatares, como el mismo aplazamiento, ha llegado el día feliz. Demos gracias a Dios y a María Santísima. Damos gracias también por nuestro pasado, por nuestra historia, gracias a todas las personas que nos han precedido en este camino, en la Parroquia y en la Hermandad. A la vez, contemplamos el futuro con confianza, de la mano del Señor y de la Virgen de las Angustias.

María es Reina principalmente por ser la Madre de Jesucristo, y también porque tuvo un papel excepcional en la obra de nuestra salvación. Así lo enseña el Papa Pío XII en su encíclica Ad coeli reginam, y también lo recoge el Concilio Vaticano II: «La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, y fue ensalzada por el Señor como Reina del universo con el fin de que se asemejase de la forma más plena a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen Gentium 59).

Esta tarde, con la celebración de la Eucaristía y la coronación canónica, realizamos un gesto de fervor y de amor, y reafirmamos nuestro compromiso de fidelidad con respecto a María, que en todas las circunstancias de la vida nos acompaña con su protección materna. La Virgen de las Angustias nos sostiene en la fe recibida de nuestros padres, y nos impulsa para ser protagonistas del presente y del futuro de la Iglesia y de la sociedad.

Ella nos enseña el camino de la concordia en el seno de las familias, en el trabajo, en la sociedad, en la Iglesia; nos ayuda a adquirir una visión positiva de la Iglesia y del mundo, de toda la familia humana, con sus afanes, con sus logros y también con sus problemas y fracasos; una mirada esperanzada de las personas, desde el misterio de Cristo redentor. Con la intercesión de la Virgen de las Angustias superamos las dificultades y problemas, ella nos ampara y nos consuela en los momentos de sufrimiento y dolor.

El Evangelio que hemos escuchado nos presenta como acepta sin reservas la voluntad de Dios y se consagra a la persona y a la obra de su Hijo con todas sus fuerzas, con toda su vida; contemplamos su caminar firme hasta el Calvario, siempre unida a Jesús, que en la cruz le encomienda una nueva misión, y nos la entrega como Madre. En la hora presente, a ella dirigimos nuestra mirada porque es fuente de esperanza segura y de consuelo, mientras dure nuestro peregrinar terreno.

Hoy, con la Coronación Canónica, hacemos el firme propósito de que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en Sanlúcar la Mayor, nuestra villa. Le pedimos que nos enseñe a responder con generosidad a la llamada de Dios, también nosotros; le pedimos valentía para no ceder ante la seducción del poder, del dinero y del placer, para no pactar jamás con la mentira y la corrupción. Somos conscientes de nuestras carencias, de nuestra pequeñez, y de que nuestra vida necesita conversión en muchos aspectos. Como peregrinos de la vida y de la historia, sentimos el peso de las dificultades del camino, pero seguimos adelante confiando en nuestra Madre, y acudimos una vez más a ella para reavivar nuestra fe, seguros de que hallaremos consuelo, esperanza y alegría.

Hoy le pedimos que nos ayude a vivir como hermanos, formando una familia que se reúne en torno a ella, que compartió las fatigas diarias de toda mujer, de toda madre de familia. Virgen de las Angustias: ayuda a los habitantes de Sanlúcar, de toda la archidiócesis, de esta tierra tuya, para que las raíces cristianas de nuestro pueblo sigan dando abundantes frutos de fe, esperanza y amor; ayuda a nuestro mundo, para que respetando la dignidad humana y rechazando toda forma de violencia y de explotación, se edifique sobre cimientos sólidos y construya la civilización del amor.

Ayúdanos a mostrar tu amor de Madre especialmente a los más necesitados, a los indefensos, a los marginados, a los descartados de la vida. Ayúdanos a defender la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, a servir a los más pobres, los enfermos, los ancianos que están solos; los niños y jóvenes desfavorecidos, los que sufren en medio de situaciones familiares rotas; los inmigrantes con problemas de integración; las personas que no encuentran trabajo o que lo han perdido para siempre. Enséñanos, Madre, a ser solidarios con quienes pasan por dificultades, a construir una sociedad más justa y fraterna, a trabajar por la paz y el bien común,

Enséñanos a guardar en el corazón todas las enseñanzas de tu Hijo. Danos la fuerza para no caer en el desánimo cuando la oscuridad y el sufrimiento se hagan presentes en el camino. Como un hijo fija los ojos en el rostro de su madre y supera el miedo y el dolor, así nosotros, volviendo la mirada a ti, Madre, encontramos nueva esperanza a pesar de los problemas del mundo y nuestros propios problemas. A ti, Madre, confiamos las preocupaciones, seguros de encontrar fortaleza para seguir adelante.

Queridos hijos y devotos de Nuestra Señora de las Angustias: hoy tiene lugar aquí el hito histórico de la Coronación Canónica. Una corona para la Madre del Hijo de Dios y madre de todos los hombres; madre de cada uno de nosotros, a la que amamos y veneramos, a la que pedimos su intercesión. Coronar una imagen de María significa aceptarla como Reina de cielos y tierra, y acogerla en nuestro corazón como Madre. Ella es Reina por su divina maternidad, es Madre del Hijo de Dios y madre nuestra; su realeza proviene de Cristo, Rey del universo. Contemplad su imagen. Ella os espera, quiere escucharos, quiere atenderos, quiere oír vuestras peticiones; quiere oír vuestros piropos, vuestras dulces palabras de hijos, ¡decídselas con amor y confianza!

En este día de fiesta damos gracias al Señor por el don de nuestra Madre, y queremos seguir caminando de su mano y bajo su protección; damos gracias a María Santísima, que nos enseña a confiar en Dios y a seguir el camino que conduce a Jesús. Todos nos encomendamos a su protección: “Virgen de las Angustias. Siempre en nuestro corazón”. “Virgen de las Angustias. Ruega por nosotros” Así sea.


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