Teodoro León, delegado episcopal para la Oficina contra los abusos sexuales: “Tenemos un fin, llegar a la verdad”

Teodoro León, delegado episcopal para la Oficina contra los abusos sexuales: “Tenemos un fin, llegar a la verdad”

Uno de los temas que más está acaparando la atención de los medios de comunicación estos días son los abusos a menores en el seno de la Iglesia. Una realidad dolorosa que tanto el papa Francisco como sus sucesores han denunciado en numerosas ocasiones.

Al respecto, el Arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, se reafirmaba recientemente en la “tolerancia cero” hacia los abusos y declaraba la necesidad de “impulsar los trabajos de las oficinas diocesanas y la coordinación de las mismas, aplicar todos los medios para investigar con rigor y profundidad cada caso y ponerlo a disposición de la justicia”.

Monseñor Saiz se refería a la Oficina para la recepción y tramitación de denuncias sobre posibles abusos sexuales, creada en la Archidiócesis hispalense el 7 de febrero de 2020, y cuyo responsable es el vicario general, Teodoro León.

¿Qué es lo primero que ha pensado cuando ha leído testimonios de personas que rompen un silencio, en algunos casos de años, para dar cuenta de los abusos que sufrieron en un entorno que debería haber ofrecido todas las garantías, como es el eclesial?

En principio siento que tienen que estar profundamente heridas, con unas heridas graves que no se han cerrado. Y es necesario cerrarlas, necesitan ser escuchados. Por eso la creación de la Oficina para recibir las denuncias es algo fundamental y esencial. Hay que ofrecer esa ayuda.

Usted está al frente de la Oficina creada para la atención de estas denuncias en Sevilla ¿Cuántos casos han tenido que atender hasta le fecha?

Desde que se constituyó hace dos años no hemos recibido ninguna denuncia.

Porque en esta oficina se atendería los casos en los que se denuncie a un sacerdote diocesano, a un catequista… A alguien dependiente del Arzobispo o nombrado en su día por él para alguna responsabilidad eclesial ¿No es así?

Sí, especialmente la Oficina atiende los casos de clérigos. Si es un laico, interviene directamente la Fiscalía y si es un religioso, se informa al superior de la congregación. Ellos tienen igualmente una instancia para la recepción de ese tipo de denuncias.

El decreto de creación de la Oficina establece un protocolo de actuación ante una posible denuncia. ¿La persona denunciante de un abuso, qué tiene que hacer, adonde se dirige o ante quién interpone esa denuncia?

Puede hacerlo directamente a través de una llamada telefónica a la directora de la oficina y tendría una cita previa. Puede venir con la denuncia escrita o bien se levanta un acta por medio del notario eclesiástico.

Entonces ¿la oficina es una instancia “previa” al posible contencioso que tenga lugar si el fiscal o el juez entienden que hay indicios para llevar el asunto al juzgado?

La Oficina se encarga de acoger a la víctima y poner la denuncia. También ver el estado en el que se encuentra esta persona por si hay que apoyarla jurídicamente (poniéndole un abogado), médicamente (a través de un psicólogo o un psiquiatra) y espiritualmente.

Para ello contamos con un equipo de profesionales multidisciplinar. Es la directora de la Oficina la que hablando con la persona denunciante activaría este protocolo de acompañamiento y esa ayuda.

Posteriormente, la directora me traslada a mí, como delegado episcopal, la denuncia. Y yo tengo que notificarlo a la Fiscalía. Ésta, a su vez, tendrá sus propias actuaciones. Y además abriríamos una investigación previa, que se enviaría a la Congregación para la Doctrina de la fe.

Entonces, toda denuncia de abusos llega a oídos del Papa.

Sí, sí. Está enterado de todo lo que sucede en todas las diócesis del mundo. Porque hay que enviar esta información al Vaticano. De hecho, la Congregación para la Doctrina de la fe da un resultado, el dictamen, que puede ser instruir un procedimiento administrativo-canónico o judicial.

Recientemente hemos conocido también la decisión de la Conferencia Episcopal de encargar a un despacho de abogados una auditoría sobre el funcionamiento de estas instancias eclesiales, para certificar que se hace todo como se debe ¿Qué opinión le merece esta medida?

Magnífica, porque van a trabajar auditando, tanto el trabajo que se ha hecho antes de la constitución de las Oficinas como el posterior. Auditarán, por tanto, cómo se recibió la denuncia, cómo se acogió a la presunta víctima, cómo se procedió a la apertura del expediente, qué resultado tuvo…Pero también van a auditar todo lo que se está haciendo actualmente.

Y, además, esta auditoría tiene otra finalidad: destacar nuestra colaboración con las autoridades civiles. Con un fin nada más, llegar a la verdad.

Para terminar, ¿todo lo que se ha suscitado en torno a este tema ha cambiado en algo las dinámicas, la forma de trabajar dentro de la Iglesia, para prevenir, para evitar que se puedan dar en el futuro casos de este tipo?

Es cierto que ha cambiado bastante, porque muchas de las presuntas víctimas estaban demandando una repuesta por parte de la Iglesia que no se les daba. Ahora, a través de las Oficinas, estamos obligados a darles esas respuestas. Por eso, el Papa ha tenido muy buen inicio: crear un lugar no solo en el que se recojan las denuncias sino en el que se responda. Porque no podemos mantenernos en silencio.

Por otra parte, la constitución de la Oficina contra los abusos también lleva consigo un marco de prevención y código de buenas prácticas, algo que no estaba y que es bastante positivo.

 

 


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