Archidiócesis de Sevilla

En aquel tiempo,  dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».  Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».  Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha.  Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.  Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes.  Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.  Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.  Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

Comentario de Antonio J. Guerra

Qo 1,2; 2,21-23; Sal 89; Col 3,1-5.9-11; Lc 12,13-21

“Vanidad de vanidades”, frase célebre que refleja la incapacidad del sabio Qohelet (s. III a.C.) por aferrar y comprender la realidad del ser humano, y que se convierte en la palabra clave de este libro sapiencial (38 veces). Literalmente significa “soplo”, aunque su uso más frecuente es el metafórico que refiere todo lo que es transitorio y fugaz que no se puede aferrar. En el evangelio, Jesús aparece como un sabio que ofrece su consejo y una lección. El consejo: la mucha riqueza ni da ni garantiza la vida; Jesús pide a los suyos que tengan cuidado con la CODICIA (pleonexía en griego, y que significa el “afán insaciable de poseer más y más”). Para liberarnos de la codicia, Jesús nos hace reflexionar en la parábola sobre el carácter insatisfactorio de los bienes materiales, ya que la riqueza no preserva de la muerte. Hoy, en la lectura de Colosenses la “pleonexía” es calificada como idolatría, reflejando la tentación del hombre que pone su corazón en las cosas materiales creyendo, “por necio”, que de ellas dimana la VIDA que no acaba. El texto griego del evangelio nos ofrece una pista gramatical para escapar de la CODICIA: pasar del yo al TÚ. Abunda la parábola del pronombre personal “mi” (mi cosecha, mis graneros, mi trigo, mis bienes, mi alma) reflejando una vida que gira en torno a sí. Olvida el “necio” que la vida está en manos de Dios, y por eso el que amasa riquezas para sí verá con desilusión como “otros” las disfrutan. Jesús propone la actitud del sabio: enriquecerse ante Dios, siguiendo su plan, mirando hacia los demás y comunicándoles los bienes a quienes los necesiten y carecen de ellos.