Universitarios con las personas sin hogar

Más de cuarenta mil personas se encuentran en riesgo de exclusión social grave en España, es decir, no tienen una vivienda. Son más de cuarenta mil sin hogar que viven en nuestras calles, sin que siquiera les prestemos atención, nos percatemos de su presencia o mucho menos nos interesemos por sus necesidades. Por eso, la última campaña de concienciación de Cáritas busca visibilizar a estas personas, que por el simple hecho de serlo, tienen una dignidad inalienable.

Varios son los proyectos que acogen a estos necesitados en nuestra Archidiócesis: ‘Levántate y Anda’, de la Parroquia de San Vicente; ‘Lázaro’, de la Parroquia San Sebastián; o el Centro Amigo, gestionado directamente por Cáritas Diocesana.

A ellos se suman algunos proyectos incipientes como el de la Cáritas Universitaria que lleva varios años acompañando a personas sin hogar por las calles sevillanas. Cuatro son las rutas que realizan: Centro, Torre Pelli, Macarena-Ronda Capuchinos y Los Remedios.

Cada miércoles por la noche, una treintena de voluntarios, todos del ámbito universitario –entre ellos de la residencia Mª Inmaculada y el colegio mayor La Luz-, recorren estas rutas para encontrarse con sin techo, ofrecerles una taza de café o algo de comida y compartir con ellos una buen rato de conversación.

Catalina Davis es una de estas voluntarias: “se trata, sobre todo, de hacerles compañía, hablar con ellos y que, al menos un día a la semana, sean los protagonistas y cuenten sus cosas”, explica esta estudiante de Relaciones laborales y Recursos humanos.

Aunque reconoce que sólo por esta asistencia es muy difícil que los atendidos quieran “salir de la calle”, no está de acuerdo con aquellos que opinan que este tipo de proyectos perpetua el problema de las personas sin hogar. “Muchas personas han dejado la calle gracias a la ayuda de voluntarios que realizan esta labor de acompañamiento, por ayudarles a estar mejor y preocuparse por ellos”. Por su parte, Álvaro Pereira, director de Cáritas Universitaria, matiza que éste es un “voluntariado de dignificación, es decir, consiste en mantener una relación de amistad-ayuda con las personas sin hogar. Ahora bien, si ellos quieren salir de la calle, nosotros les ayudamos y los derivamos a los recursos que tiene Cáritas Diocesana”.

Tanto Davis como Pereira coinciden en que este voluntariado es “bidireccional”, es decir, que los atendidos también aportan mucho a los voluntarios. “Te enseñan a escuchar, a valorar lo que tienes, a ser agradecida y a respetar a todos por igual –señala Catalina Davis. Les coges mucho cariño y llegas a extrañarlos, sus consejos y sus historias, cuando no puedes acudir a vuestra cita cada miércoles”. En esta línea opina Pereira, quien asegura que “los universitarios aprenden a ser mejores personas con esta experiencia”.

Solidaridad, encuentro, escucha, paciencia. Pero sobre todo ver a Cristo en el que duerme sobre un cartón es lo que impulsa este proyecto que demuestra que el Evangelio está también presente en la Universidad.