Triduo pascual, la celebración más importante del año litúrgico

Triduo pascual, la celebración más importante del año litúrgico

El triduo pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor nos sitúa en los días más importantes del año para el cristiano. Se trata de lo que Luis Rueda, delegado diocesano de Liturgia, señala como “las celebraciones principales del año litúrgico”. Son tres jornadas, Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y, por la noche, la Vigilia Pascual. Son cultos llenos de sentido y una simbología con una fuerte carga catequética.

El Jueves Santo se celebra la institución de la Eucaristía y del sacerdocio. Además, el mandato del amor fraterno. Por eso, es el Día de la Caridad. “Amor manifestado por el Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección por nosotros, que nos dejó como memorial la Eucaristía, amor manifestado en la institución del ministerio sacerdotal en la Iglesia -obispos y presbíteros- y amor que Él manifiesta”, afirma Luis Rueda.

La celebración del Jueves Santo es especial. Es una Eucaristía solemne, y de ahí el nombre de oficios. Los elementos principales son el lavatorio de los pies, que es realizar lo que hemos leído en el Evangelio. Así se expresa también el amor que los ministros de la Iglesia tienen hacia la comunidad cristiana. Hay otro elemento principal: la reserva de la Eucaristía para la comunión del día siguiente (que no habrá consagración). Estaremos ante Dios Eucaristía, orando, meditando lo que va a pasar estos días de la Pasión y, sobre todo, adorando su presencia entre nosotros.

Viernes Santo, Cristo crucificado

El Viernes Santo, segundo día del sagrado triduo pascual, la Iglesia se centra en la meditación y contemplación de Cristo, que sube a la cruz. No hay Eucaristía, y la celebración de los oficios es muy especial. Comienza con una liturgia de la Palabra, donde el protagonismo lo tiene la proclamación y meditación de la Pasión según San Juan (el Domingo de Ramos habremos oído la Pasión según San Marcos). Posteriormente la atención se centra en pedir al Señor que la salvación realizada por Cristo en la cruz se extienda a todos los hombres. Por eso, la oración universal se hará de un modo más solemne. Es más larga que nunca, con diez peticiones, y procederán a ello un lector y el sacerdote, o un diácono y el obispo, dependiendo de dónde se celebre. Se pide al Señor que la gracia obtenida por Cristo en su Pasión llegue a todos.

El tercer momento relevante será la entronización y adoración de la cruz. Es el signo que domina esta jornada. Para ello, el sacerdote mostrará la cruz al pueblo, y la adorarán todos los presentes. Este día se hace una colecta especial por los Santos Lugares. El último momento del Viernes Santo es la comunión. Por ella nos unimos a Cristo, que ha dado su cuerpo por todos en la cruz.

La noche más importante del año

El Sábado Santo es un día de silencio y contemplación a Jesús en el sepulcro. “Pero la noche -añade Luis Rueda- será una gran fiesta”. Esa noche comienza el último momento del triduo pascual, se celebrará que Cristo, muerto y sepultado, ha resucitado para nuestra salvación. Es la noche más importante del año y se celebrará la sagrada vigilia pascual, la madre de todas las vigilias, según San Agustín.

La vigilia nos introduce en este misterio para que muramos con Cristo y resucitemos con Él. La celebración comienza con un lucernario y la bendición del cirio pascual (signo de Cristo resucitado) del que todos los presentes tomarán la luz.

La segunda parte de la vigilia pascual es una liturgia de la Palabra, más larga que en cualquier otra misa. Son nueve lecturas, que pueden reducirse dependiendo del lugar de celebración. Es una gran catequesis sobre la Pascua, empezando por la Creación, siguiendo por el Éxodo y las promesas en los profetas, hasta la proclamación del gran anuncio de la Resurrección de Jesucristo.

La tercera parte es la liturgia bautismal. Por el bautismo somos incorporados a la muerte y resurrección de Cristo sacramentalmente. Se bendice el agua bautismal, se bautiza a los candidatos que haya en cada parroquia, y toda la asamblea renueva las promesas del bautismo. “Para ello nos habremos preparado durante toda la Cuaresma”, añade el delegado diocesano de Liturgia.

La vigilia concluirá con la celebración de la Eucaristía, el banquete pascual donde Cristo resucitado alimenta la vida del cristiano, “para que vivamos como resucitados e hijos de la luz”.

 


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