Archidiócesis de Sevilla

José Ángel Martín es el delegado episcopal para la Vida Consagrada en la Archidiócesis de Sevilla desde 2017 y la hermana Carmen Murga, religiosa del Santo Ángel, es su mano derecha. Ambos trabajan día a día como puente entre la diócesis hispalense y las distintas y numerosas comunidades de consagrados que en ella se encuentran.

Con motivo de la celebración de la XXVI Jornada por la Vida Consagrada que tiene lugar hoy, 2 de febrero, responden a algunas preguntas sobre la realidad de las religiosas y religiosos presentes en nuestra diócesis.

¿Cómo describirían la realidad de la vida consagrada en la Archidiócesis de Sevilla?

La Archidiócesis sigue contando con una rica presencia de Institutos de Vida Consagrada que contribuyen notablemente a la tarea evangelizadora en todos los ambientes y necesidades de la sociedad, mostrando la variedad y riqueza de los diversos carismas que tienen cabida en la Iglesia.

En primer lugar, nos consta que en nuestra Archidiócesis no existe ninguna realidad de pobreza o marginación donde no haya presencia de la Vida Consagrada. Asimismo, son varias las parroquias regidas por religiosos. Igualmente, la presencia de la Vida Consagrada en el campo educativo es muy importante. Al respecto, son miles los alumnos que reciben formación en estos centros de la Iglesia que, en general, son muy bien considerados por la sociedad, a pesar de las dificultades que encuentran con la Administración y la constante confrontación entre educación concertada y la pública.

El lema de la jornada de este año anima a “caminar juntos”. ¿Creen que las comunidades de vida consagrada caminan junto a la diócesis? ¿Podrían poner ejemplos concretos?

Por supuesto, caminan junto a la diócesis a través de su trabajo asistiendo en parroquias y colegios, asumiendo los planes pastorales o colaborando estrechamente con los sacerdotes. También hay numerosas congregaciones cuyo carisma las implica en pastorales concretas, como la Pastoral de la Salud, la cárcel, etc. Asimismo, muchos conventos se ofrecen como lugares de retiro y ejercicios espirituales. Podemos añadir, además, que hay religiosos con cargos de responsabilidad en la diócesis, concretamente en el Consejo Presbiteral, en el Cabildo Metropolitano, como arciprestes, como delegados pastorales o en otros organismos diocesanos.

Finalmente, se podría destacar la presencia de más de un centenar de religiosos sevillanos en tierra de misión que mantienen comunicación y apoyo desde la Delegación Diocesana de Misiones.

¿Cuáles creen que son los principales retos o desafíos a los que se enfrenta las religiosas y religiosos actualmente?

Son varios. Unos a nivel interno, como contagiar esperanza y fuerza vital unos a otros, juntando gratitud, pasión y esperanza apoyados en el Señor Jesús. En este sentido, también supone un desafío asumir con fe y alegría el momento de pobreza y vulnerabilidad que les ha tocado vivir por la carencia de vocaciones que dificulta el relevo, y por el gran número de personas mayores que conforman hoy la mayoría de las Comunidades.

Existen también otros retos a nivel externo como ser testigos de la ternura de Dios Padre para con nosotros, en un mundo descreído que ha descartado a Dios de su vida. Ante un siglo XXI que padece soledad frente a la historia y que nos amenaza a todos, abrirse a lo que hoy pide de nosotros este mismo siglo se presenta también como una dificultad. Y finalmente, creemos que resulta ineludible la necesidad de priorizar en la acción pastoral a las personas más desfavorecidas, de forma que se sientan acompañadas y comprendidas en estos difíciles momentos.

En relación a la pregunta anterior, ¿de qué forma se está trabajando en las comunidades religiosas en el Sínodo de los Obispos 2021-2023? ¿Cómo pueden caminar hacia una mayor sinodalidad?

Se está trabajando de diferentes maneras según las características de cada comunidad.

Por un lado, unas se han integrado en un grupo de su parroquia. Otras han creado un grupo formado por miembros de distintas comunidades de la misma orden y trabajan online. Por otra parte, algunas comunidades de hermanas mayores lo han tomado como una oportunidad de formación permanente y lo tienen organizado semanalmente. En definitiva, todas han recibido el trabajo como medio de revisión y forma de ver cómo estrechar la relación con la Iglesia local y la universal.

La Eucaristía del domingo 30 fue una de las primeras oportunidades que tuvo el nuevo Arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, de ver y compartir con los consagrados de la diócesis. ¿Qué tal resultó este encuentro?

Efectivamente, fue uno de los primeros encuentros. Si bien, el Arzobispo se reunió previamente –el 25 de enero- con 80 monjas de clausura. Durante el mismo, tanto el Obispo como las monjas allí congregadas disfrutaron de una jornada llena de cercanía en la que se reforzaron los lazos de pertenencia a la Iglesia local. Don José Ángel demostró su asombro y a la vez su agradecimiento a la Vida Contemplativa y las monjas constataron, una vez más, que realmente están acogidas en el mismo corazón de la Diócesis.

En cuanto al domingo 30, efectivamente, monseñor Saiz presidió la Eucaristía con motivo de la Jornada por la Vida Consagrada, mientras que las religiosas y religiosos ofrecieron su ser consagrados y su servicio incondicional a la tarea diocesana.

Lamentablemente, la vida consagrada sigue viviendo un otoño vocacional ¿Cómo podemos los cristianos “de a pie” colaborar con la pastoral vocacional de estas comunidades?

Primero con la oración, pidiendo al dueño de la mies que envíe obreros a esta parcela. Luego entrando en contacto con algún grupo cercano de religiosos para que puedan ser más conocidos. Hay muchas personas que desconocen lo que son los religiosos y lo que hacen. Y si se puede, colaborar con alguna de las actividades pastorales que ellos y ellas desarrollan y que con su presencia se enriquecerían las dos partes.

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