El arzobispo emérito monseñor Asenjo Pelegrina ya tiene una calle en Sevilla

El arzobispo emérito monseñor Asenjo Pelegrina ya tiene una calle en Sevilla

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses; el obispo auxiliar, monseñor Teodoro León;  el secretario general, Isacio Siguero y el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, han estado presentes en el acto de rotulación de una  calle dedicada a monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo emérito de Sevilla, junto al Seminario Metropolitano de Sevilla.

El arzobispo hispalense leyó unas palabras en nombre del homenajeado: “Comienzo mi intervención agradeciendo la presencia del señor arzobispo don José Ángel, que lee estas líneas escritas más con el corazón que con la pluma. Saludo al señor alcalde y a los miembros de la corporación de Sevilla, que en el año 2020 me honró con el título de Hijo Adoptivo de la ciudad, hoy me vuelve a honrar rotulando con mi nombre una calle. Gracias señor alcalde y concejales; mi gratitud se extiende también a la anterior corporación que inició el expediente. No olvido agradecer la presencia de tantos buenos amigos que participan en este acto, que Dios Nuestro Señor pague tanta magnanimidad generosa.

Entre los méritos que se aducen para esta concesión, tal como los medios subrayan está mi servicio al patrimonio, algo que no merece la pena celebrar dada mi afinidad por este sector pastoral al que he dedicado muchas horas en los últimos 40 años. En los doce años de mi servicio a Sevilla se han realizado importantes obras de restauración y conservación en la Catedral y en la iglesia del Sagrario, de las que me iban informando periódicamente el deán y el arquitecto conservador. Otras obras importantes han sido la restauración de la iglesia de Santa Catalina que llevaba muchos años cerrada y que fue posible gracias a la colaboración del ayuntamiento; igualmente importante fue la restauración de la cabecera del Palacio Arzobispal amenazada de ruinas; amén de otras obras del patrimonio de titularidad eclesiástica.

Permítanme que declare en voz alta mi amor a Sevilla, una de las ciudades más bellas del mundo o la más bella, por su Catedral, por el Museo de Bellas Artes, la Plaza de España, sus iglesias, sus hermandades, su Semana Santa y su riquísimo patrimonio, su entramado urbano, al que hay que añadir la bondad y alegría de sus gentes.

Permítanme también poder declarar mi orgullo por haber podido servir a esta iglesia venerable. Pero ni la restauración de Santa Catalina, ni la intervención con vocación de futuro del Palacio Arzobispal, agotan mi servicio humilde a la ciudad de Sevilla. He servido a esta ciudad con obras y palabras, ya como proclama san Pedro en el libro de los Hechos de los Apóstoles ‘ En ninguno hay salvación ni ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el Cielo que pueda salvarnos’ . Como aseguró el Concilio Vaticano II: Jesucristo es el centro de la humanidad, el gozo del corazón del hombre y la plenitud total de sus aspiraciones. El anuncio de Jesucristo y la santificación de los fieles ha sido el norte de mi servicio pastoral a Sevilla, aspecto inconmensurablemente más decisivo que mi mero servicio cultural.

Señor alcalde y señores concejales, gracias de corazón por la distinción que en esta tarde me hacen al dedicarme una calle, justamente la calle del Seminario Metropolitano, muy cerca de la Facultad de Teología, instituciones ambas muy queridas por mí. A la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla dediqué mucho esfuerzo y constituyó una enorme satisfacción para mí la institución de la misma por la Congregación para la Educación Católica. Otro tanto cabe decir del Seminario, porque no en balde es como la niña para los ojos del obispo, como afirmara en los años 20′  del siglo pasado el papa Pío XI.

Antes de concluir quiero de nuevo presentes mis sentimientos de amor a Sevilla, a su historia civil y a su historia religiosa, tan brillante y fecunda. En mi oración tempranera de cada día, entre dos luces, encomiendo al Señor a Sevilla, a su arzobispo, a sus sacerdotes y consagrados y a todos los fieles. Encomiendo muy vivamente también al señor alcalde y a sus compañeros de consistorio. Pido al Señor por la prosperidad temporal de nuestra ciudad y por su progreso espiritual. Pido al Señor que Sevilla sea siempre fiel a sus raíces cristianas y a su mejor historia, que Sevilla opte decididamente por los pobres y los que sufren, porque ellos representan al Señor Jesús que se identifica con los últimos que son sus predilectos. No me olvido de manifestar mi gratitud a la Asociación Arte Sacro y su presidente, por sus gestiones para que se me concediera esta calle. Cuenten siempre con mi plegaria, afecto y amistad. También con mi bendición. Muchas gracias”.

Casi doce años al frente de la Iglesia en Sevilla

Monseñor Asenjo Pelegrina estuvo casi doce años al frente de la Iglesia en Sevilla. Nació en Sigüenza (Guadalajara) el 15 de octubre de 1945. Ordenado sacerdnsluiote en su ciudad natal (1969), fue nombrado obispo auxiliar de Toledo en abril de 1997, y titular de la diócesis cordobesa en septiembre de 2003. En la diócesis cordobesa estuvo seis años, hasta que el papa Benedicto XVI le nombró arzobispo coadjutor de Sevilla el 17 de enero de 2009. El 5 de noviembre de ese año, festividad de Santa Ángela de la Cruz, tomó posesión de la diócesis de San Isidoro. El 17 de abril de 2021 el papa Francisco aceptó su renuncia como arzobispo de Sevilla, ostentando el cargo de administrador apostólico, hasta la toma de posesión de monseñor Saiz Meneses como arzobispo, celebrada el 12 de junio de 2021 en la Catedral de Sevilla.

Al acto acudieron el rector del Seminario Metropolitano de Sevilla, Andrés Ybarra, y los seminaristas de los distintos cursos, miembros de distintas asociaciones y entidades eclesiales.

Monseñor Saiz Meneses dirigió también unas palabras de agradecimiento al consistorio. “Para mí es un gozo muy grande que haya un reconocimiento y una expresión de cariño a un hermano en el episcopado, que me ha precedido y que me pasó el testigo y con el que tengo amistad. Hoy es un día de gozo grande, grande al ver la expresión de cariño y de reconocimiento de la ciudad y de la diócesis a una persona que lo ha dado todo y que ha puesto alma, vida y corazón en su entrega generosa. Que lo llevemos siempre en nuestra memoria y en nuestro corazón”.


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