Archidiócesis de Sevilla

El próximo domingo 19 de octubre se celebra el Domingo Mundial de las Misiones, el día en el que la Iglesia universal reza y colabora económicamente con la actividad evangelizadora de los misioneros. El lema de la jornada de este año es “Renace la alegría”, con el objetivo de impulsar “la alegría del Evangelio” a la que llama el Papa Francisco también en los países de misión. Según el Papa, se trata de una celebración de gracia, “porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción”, y de alegría, “porque Jesucristo, Hijo del Padre enviado para evangelizar el mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera”.

Los misioneros son sacerdotes, religiosos y laicos que han sido enviados a zonas donde aún no ha sido anunciado el Evangelio o a las comunidades cristianas que están en sus inicios. En la actualidad hay unos 13.000 misioneros españoles en todo el mundo, de los cuales 132 son sevillanos. Fundamentalmente son religiosos (84) en países americanos (78), como Argentina (14), Ecuador (10) Perú (9) o Venezuela (7). Sin embargo, las zonas se están diversificando cada vez más —hay una representación importante en África (22) y en Asia (17)—, con una presencia creciente de misioneros laicos (16), pertenecientes a fraternidades u obras misioneras o al Camino Neocatecumenal. También hay un grupo importante de sacerdotes sevillanos (31) en África, América, Asia y Europa, pertenecientes a congregaciones religiosas (claretianos, salesianos, escolapios, jesuitas, combonianos, etc.), al Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) o a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA).

Estos datos nos permiten considerar a Sevilla “una Archidiócesis totalmente misionera”, en palabras de D. Eduardo Martín Clemens, delegado episcopal de misiones. “Sevilla fue la cuna donde partieron los primeros misioneros; ha tenido un papel importante en la historia de la misión ad gentes, con figuras como Fray Bartolomé de las Casas o Santo Toribio de Mogrovejo”, afirma. Si bien el número total de misioneros ha ido bajando, Martín Clemens explica que actualmente están tomando importancia otras realidades de misión, como la de sacerdotes diocesanos que, a través de instituciones, marchan a trabajar a otras diócesis, o la de laicos —jóvenes, matrimonios o incluso familias enteras— que parten voluntarios por un tiempo, o incluso para toda la vida: “Ahora somos más conscientes de que la misión es una vocación, es una llamada particular de Dios”.

El Sr. Arzobispo, D. Juan José Asenjo, en su carta pastoral por el Domund 2014, destaca que los misioneros son “servidores de la alegría”, ya que provocan el encuentro con Cristo en personas que no lo conocían. Asenjo resalta que “nuestro mundo necesita evangelizadores así, misioneros y misioneras que comuniquen a los hombres la alegría de la salvación, la alegría de sentirnos amados por nuestro Padre Dios”.

Por este motivo, en nuestra Archidiócesis se está promoviendo la implantación de una misión diocesana en un lugar donde sea necesaria la evangelización y donde se pueda prestar un buen servicio. Se está barajando algún lugar de Hispanoamérica, como Perú —donde ya hay algunos de sacerdotes diocesanos— o Cuba, donde el clero está muy debilitado. Ya hay un grupo de cuatro sacerdotes que han pedido participar en esta experiencia y un grupo de seglares. Según explica Martín Clemens, “la prioridad es el anuncio de la fe, que no se debe anteponer a proyectos sociales. Sin embargo, la evangelización según las Bienaventuranzas conlleva también un progreso social. La fe es completa cuando se preocupa por el hombre concreto”.

Más allá de esta acción pastoral incipiente, nuestra Archidiócesis cuenta con más de un centenar de hermanos misioneros, algunos de los cuales llevan décadas trabajando por la evangelización en lugares muy alejados. Con motivo de la jornada del Domund, algunos de ellos han compartido sus testimonios, que son un aliento a la vocación misionera en la Iglesia de Sevilla y una invitación a la oración por sus vidas y por la labor que el Señor les ha encomendado.