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Virgen del Cojín, Catedral de Sevilla

Comenzamos el año nuevo con la solemnidad de la Virgen María, Madre de Dios, en cuyas manos ponemos todos los días de este 2023. La maternidad de la Virgen y su relación de cercanía y cariño con el Hijo de Dios se reflejan a la perfección en esta bella obra que se conserva en la Catedral de Sevilla.

Procedente del Convento de la Trinidad, hoy Basílica de María Auxiliadora, este relieve cerámico fue localizado a finales del siglo XIX por el erudito, escritor y especialista en cerámica José Gestoso, quien promueve su traslado a la Catedral de Sevilla, siendo colocado en 1909 en la Capilla de Santiago tras haber sido restaurado por el escultor hispalense Joaquín Bilbao en la trianera fábrica de cerámica de Ramos Rejano.

Realizada en barro cocido, la obra mide 80 por 70 cm y llama la atención por su policromado en azul cobalto y blanco, que dota al conjunto de gran belleza y elegancia.

Es obra del taller del escultor y ceramista florentino Andrea della Robbia (1435-1525), autor igualmente de otra importante pieza conservada en nuestra Catedral, concretamente en la Capilla de Scalas: el relieve de la Virgen de la Granada.

Este relieve de la Virgen del Cojín representa a la Virgen María de medio cuerpo, sentada en un trono del que solo vemos uno de los brazos, decorado con una flor, sosteniendo al Niño Jesús desnudo, el cual se encuentra sobre un cojín con borlas, de ahí la advocación con la que se conoce a esta imagen mariana. La mano izquierda de la Madre acaricia con ternura los pies de su Hijo, quien, con gran cariño por su parte, acerca su cara a la de la Virgen, mirándose ambos fijamente a los ojos. Otros detalles de la cercanía y dulzura con que se tratan Madre e Hijo es la manera con que el Niño se agarra al velo de María con su mano izquierda, mientras que con su derecha acaricia los dedos de la mano diestra de la Virgen.

Contemplando esta delicada obra, se hace realidad ante nuestros ojos las palabras del papa Francisco cuando refiere que María y Jesús en Belén “estaban juntos: entre ellos hay una estrecha relación, como la que hay entre cada niño y su madre. La carne de Cristo, que es el eje de la salvación, como dijo Tertuliano, se ha tejido en el vientre de María. Esa inseparabilidad encuentra también su expresión en el hecho de que María, elegida para ser la Madre del Redentor, ha compartido íntimamente toda su misión, permaneciendo junto a su hijo hasta el final, en el Calvario”.

Ojalá en este nuevo año cada uno de nosotros podamos estar tan cerca de Cristo como nos demuestra este relieve que estaba María, y que seamos capaces de abrir nuestro corazón para poder participar del amor y la ternura del Niño y su Madre.

Antonio R. Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural


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