“Trabajamos para hacer posible una cultura cristianamente inspirada”

“Trabajamos para hacer posible una cultura cristianamente inspirada”

El 3 de octubre de 2019, el cardenal Versaldi hizo público el decreto de erección de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla y, con él, el nombramiento de su primer presidente-decano, Manuel Palma. Desde entonces, este centro superior es una de las doce facultades de Teología que hay en España, y mira al futuro con la intención de afianzar su calidad docente e investigadora y el reto de potenciar su apertura al exterior.

No llevamos ni un año de funcionamiento como Facultad, pero ya se puede hacer un primer balance.

El primer curso de la Facultad ha sido muy particular. Ha venido cargado de ilusión y esperanza, era una institución muy buscada y trabajada desde hace cincuenta años en nuestra diócesis, y ahora por fin se han visto colmado esos deseos. Por un lado, como digo, ilusionante, cargados de trabajo y con nuevas perspectivas, para crear estructuras que no existían, pero al mismo tiempo quizás el coronavirus ha frenado un poco el desarrollo normal del curso.

¿Podemos sacar alguna lectura positiva de este período tan impredecible?

Los estados de alarma han motivado que tengamos que responder a la necesidad de adaptar los medios técnicos de la Facultad a nuevos tiempos y necesidades. Nosotros habíamos previsto este curso como un año de desarrollo técnico, sobre todo a través de la web, y a partir del curso que viene estaremos funcionando al cien por cien en estos niveles.

¿Percibe ya una respuesta concreta a las ofertas formativas de la Facultad de Teología?

El desarrollo de la Facultad en este primer año ha tenido implicaciones importantes. La primera ha sido la implantación de tres especialidades en el ciclo de licenciatura: Teología Dogmática (que ya se ofertaba desde el 2000), Eclesiología y Mariología, que además son exclusivas en esta Facultad en España. Esto hace que se incremente la demanda de estudios de licenciatura y que tengamos un programa de master oficial más atractivo. Además, se instaura el ciclo de doctorado, y esto abre la Facultad a un grado de investigación y de requerimiento de excelencia que se convierte para nosotros en un estímulo y en un reto. A partir de este curso ya tenemos alumnos que se están preparando para el doctorado en nuestra Facultad.

¿El paso por Roma ya no es preceptivo?

Para las tres especialidades de Teología que nosotros tenemos, ya no será necesario enviar alumnos a Roma. Seguirá siendo una riqueza, claro, pero no será necesario.

¿Qué conllevará el patrocinio del Instituto Superior de Ciencias Religiosas?

Efectivamente, desde el 25 de mayo el ISCR ha pasado a formar parte de la estructura de nuestra Facultad. El cambio fundamental es que los alumnos del Instituto son alumnos de la Facultad, con todos los derechos y posibilidades que otorga este trasvase.

¿Son muchos los sacerdotes que se han interesado ya en ampliar su formación teológica?

De cara al curso que viene ya hay veinte sacerdotes que se han interesado por el ciclo de licenciatura, algo que quizás tenían aparcado por las necesidades pastorales. Y otros doce han pedido la incorporación al programa de doctorado. Se ve que la creación de la Facultad ha reactivado esa demanda de formación reglada y continuada en el clero. Estamos apostando por compatibilizar los cargos pastorales con el estudio, al proponer un horario concentrado de lunes y martes, mañana y tarde, para que sacerdotes y diáconos puedan llevar a cabo sus estudios en consonancia con la vida de la parroquia.

¿Cuál es el nivel del claustro de profesores de la Facultad?

Cuando la Santa Sede crea la Facultad, uno de los requisitos es el grado de formación de sus profesores. Debe haber al menos catorce profesores doctores con dedicación preferente a la docencia y la investigación, y nosotros tenemos esos profesores. Al claustro de la Facultad, que es bastante rico, de treinta y cuatro profesores, veintiséis de los cuales son doctores, este año se ha incorporado el claustro del ISCR. Eso evidentemente nos enriquece todavía más.

¿Qué ventajas tiene la conversión del Centro de Estudios en Facultad?

La primera es la cesión del magnífico edificio por parte del Arzobispo. La segunda consecuencia es la integración de todas las iniciativas de formación teológica y de extensión pastoral y académica a la Facultad, especialmente el ISCR, pero también las seis escuelas diocesanas de formación, más los dos seminarios permanentes de Estudios Laicales y Medios de Comunicación, y los estudios de la DECA. Ese era un objetivo a plazo inmediato.

¿Qué queda por hacer ahora?

Desarrollar el plan estratégico que la Facultad se marca para el período 2020-2024. En ese Plan se articulan iniciativas en torno a la calidad docente, y esto implica la formación de los profesores, la calidad investigadora, que los profesores puedan dedicar tiempo a publicar y actualizar sus conocimientos, formar parte de grupos de investigación, etc. Además, se contempla el desarrollo de nuestros medios de investigación (la Biblioteca Benedicto XVI, que cuenta con unos cien mil volúmenes, y las publicaciones periódicas de la Facultad: Isidorianum, Cuadernos Isidorianum, el Anuario de Historia de la Iglesia en Andalucía y la Colección de Estudios Laicales).

También habría otro nivel de apertura exterior

Aquí hablamos de incorporar a la Facultad centros de otras diócesis, no solo circundantes, sino de otras partes del mundo, que puedan recibir la agregación de la Facultad. Hablo de vincularlos a la Facultad de Sevilla siempre que su excelencia y calidad estén garantizadas por nuestro centro. Esta es una tarea fundamental, y así nos lo dijo el cardenal Versaldi.

¿Asumen también el reto de convertirse en un foco de cultura y una referencia en las agendas locales?

Uno de los fines propios de la Facultad de Teología es hacer posible una cultura cristianamente inspirada, trabajamos para ello ¿Cómo ponemos en marcha esta tarea? A lo largo del curso habrá actividades en esta línea, comenzando por el acto de inicio de curso (el próximo 1 de octubre), que contará con la participación del cardenal Ayuso, que hablará del diálogo interreligioso. Pensemos también en las Jornadas de Teología, que cumplirán su edición número treinta con la intervención de monseñor Piero Coda, quizás el teólogo de mayor reconocimiento a nivel mundial en este momento. También queremos hacer una reflexión el próximo curso desde una perspectiva cristiana sobre la pandemia del coronavirus, invitando a profesores de altura intelectual. Son muchas las iniciativas en la que trabajamos para poder ser un foco de difusión cultural.


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