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RETRATO ROBOT DE UN HERMANO MAYOR

tablet-644x362Me preguntaban en una conferencia  cuál era  el perfil ideal de un Hermano Mayor.  No existe, porque no existe  una función genérica de Hermano Mayor. Cada Hermandad y en cada  momento precisa de un perfil; pero hay una serie de cualidades que han de ser comunes a todos.

Hace poco más de un año, en junio de 2015, escribía en este Blog:  “Ser Hermano Mayor es servicio, no terapia. Afán decidido de servicio  que supone el ejercicio de la generosidad, altura de miras, comprensión, flexibilidad, prudencia, sencillez, serenidad, responsabilidad y también audacia y fortaleza. Lo contrario a egoísmo, cortedad de miras, rigidez en lo accesorio, imprudencia, afectación, apasionamiento descontrolado, falta de responsabilidad, pusilanimidad y debilidad”.

Ahora completo ese retrato añadiendo algo más:

  • Madurez: Más que una cualidad es la suma de varias, la consecuencia del desarrollo armónico de la personalidad. Un trabajado equilibrio entre razón y afectividad, entre cabeza y corazón, que lleva a una especial ponderación y serenidad, que es confianza en Dios,  sin hacer mucho caso a las pequeñas cosas, los rencores y las envidias.
  • Prestigio profesional, que no es necesariamente tener una posición profesional brillante, el prestigio es otra cosa, el que se adquiere con un trabajo –el que sea- realizado con seriedad, rigor y la preparación adecuada. Una persona con fama de mal trabajador, o chapucero, no debe estar al frente de una Hermandad. Este prestigio hay que traerlo puesto de casa, no tratar de buscarlo aquí. El encargo de Hermano Mayor no confiere ninguna capacitación añadida, sino que pone de manifiesto los defectos en este campo.
  • Experiencia, pero experiencia reflexionada (algo tiene que ver la edad, pero no sólo la edad). Una experiencia que no se refiere sólo a temas cofrades, sino a todas las realidades. Para adquirir esa experiencia hay que reflexionar, como digo, tener capacidad de recogimiento interior, ser conscientes de que  Dios entra en el tiempo y el espacio para hacer posible “hoy” el encuentro personal con Él e  iluminar las realidades temporales.
  • Modelo conceptual elaborado y conocido, entendiendo por Modelo Conceptual el encaje de todos los términos que integran una realidad compleja – en nuestro caso una Hermandad- para alcanzar una comprensión completa y cabal de la misma. Un modelo madurado y expuesto, aunque sea en tertulias,  y por tanto conocido.
  • Capacidad de análisis global. Saber analizar el entorno, no sólo las decisiones del Consejo. Para lo que es necesario tener elementos de análisis y la suficiente dosis de ponderación. Tener criterio.
  • Formación doctrinal y una vida religiosa y personal razonables. Un Hermano Mayor ha de saber y profesar, como mínimo, el Credo y los Mandamientos de la Ley de Dios. Estos son conceptos difíciles y delicados de concretar; pero todos conocemos qué es razonable y qué es dar ejemplo, y podríamos dar nombres en uno u otro sentido.

        *  Formación permanente también en temas de gestión, finanzas, dirección de reuniones. Si un Hermano                   Mayor no tiene o adquiere unas capacidades mínimas de gestión la Hermandad lo sufrirá.

       * Dedicación. No es tarea de “tardes libres”. Implica profesionalidad y dedicar a la Hermandad tiempo de                      calidad, no recortes.

       * Visión estratégica. No esperar con los brazos cruzados situaciones ideales. Planificar actividades y realizar                actuaciones dirigidas al cumplimiento de unos objetivos previamente definidos. Actuar con una finalidad,                      seleccionado aquello que contribuye a alcanzar los fines previstos, no hacer por hacer. Diseñar escenarios                      futuros y poner los medios para alcanzarlos.

  • Corazón. El Hermano Mayor no es sólo la cabeza,  es el corazón. Ser Hermano Mayor no es ser sólo el jefe, el director de una organización, ni el que figura, sino un Hermano que ayuda y confirma a sus hermanos. El que pone la cabeza al servicio de la Hermandad y el corazón a los pies de los hermanos.
  • Humildad, que no es apocamiento, sino conocimiento propio, aceptación de sí mismo, y también fortaleza,  capacidad de asumir riesgos por un ideal que vale la pena. Para adquirir y desarrollar ambas es imprescindible rezar, “echar ratos” en diálogo personal  ante el Hermano Mayor real, que es Jesucristo, y ante su  Consiliaria Primera,  su Madre.
  • Mejora personal intencional, poniendo los medios e interés en ello; para mejorar una Hermandad tiene que mejorar el Hermano Mayor. La Hermandad ha de ser su alma y él el alma de la Hermandad.
  • Optimismo, la lista anterior puede desanimar; pero detrás de cada uno de esos puntos están los Titulares de la Corporación, siempre dispuestos a suplir las carencias de sus hijos predilectos en cada Hermandad: los Hermanos Mayores.

 

 


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