Mons. Saiz Meneses: “La Iglesia comparte las dificultades y las esperanzas de la humanidad”

Mons. Saiz Meneses: “La Iglesia comparte las dificultades y las esperanzas de la humanidad”

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz ha pronunciado una conferencia titulada:  “Iglesia y Sociedad en el siglo XXI”, organizada por la Asociación Territorial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental, en la nueva edición de “Diálogos por Andalucía”.

La jornada tuvo lugar en el salón de actos Antonio Machado de la Fundación Cajasol, a la que asistieron Teodoro León, vicario general; Isacio Siguero, secretario general y canciller de la Archidiócesis hispalense; Antonio Pulido, presidente de la Fundación Cajasol y Germán Ayora, presidente de la Asociación Territorial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental.

Durante la primera parte de la intervención, el arzobispo de Sevilla esbozó una aproximación de la sociedad actual. Posteriormente presentó tres modelos de relación de la Iglesia con la Sociedad, a partir de tres momentos significativos de su historia y, por último, ofreció una síntesis de la Buena Nueva que propone la Iglesia en Sevilla en los inicios del tercer milenio.

Transformación social

Monseñor Saiz afirmó que “nos encontramos en una gran metamorfosis social que tiene como causa profunda una sociedad desvinculada en la que crecen la desconfianza y el enfrentamiento”.

Alertó que “en la raíz de este proceso transformador se encuentra el empobrecimiento espiritual y la pérdida de sentido. El olvido de Dios, la indiferencia religiosa, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y el destino trascendente del ser humano, influyen en el comportamiento moral y social de los individuos. Se ha pasado de un ateísmo militante que necesitaba oponerse a Dios o declarar su muerte, a un ateísmo práctico, en el que se organiza la vida como si Dios no existiera.

El arzobispo ha citado a Zigmun Bauman, sociólogo y filosofo polaco, quien acuñó la metáfora de la liquidez para describir los tiempos actuales. Según él, “hemos pasado de una sociedad moderna que buscaba la solidez en los grandes principios ideológicos y en las grandes causas, a una sociedad posmoderna que es líquida y voluble. Como consecuencia surgen la desvinculación y la desconfianza, la fragmentación de las vidas y la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista de relaciones efímeras en las que no se mantienen ni la lealtad ni los compromisos adquiridos”.

En esta línea, el mismo Bauman “denomina a este período la gran desvinculación, que supone un enorme desmoronamiento de las instituciones que sostenían la creación de valores y bienes públicos. Es la desvinculación respecto de sí mismo, de la realidad, del otro y de Dios”.

Aspectos positivos

Pero no todo es negativo – prosigue d. José Ángel – también podemos reseñar aspectos positivos de la sociedad. El ser humano sigue formulándose las preguntas fundamentales sobre la vida y su sentido más profundo, sobre el proyecto personal de futuro, sobre la vida eterna, y junto a la búsqueda de sentido, la búsqueda de la verdad

Asevera que “la vivencia religiosa, la fe en Dios, aporta claridad y firmeza a nuestras valoraciones éticas. La vida humana se enriquece con el conocimiento y aceptación de Dios, que es Amor y nos mueve a amar a todas las personas. La experiencia de ser amados por un Dios que es Padre nos conduce a la caridad fraterna y, a la vez, el amor fraterno nos acerca a Dios”.

Gaudium et Spes

La misión de la Iglesia en la sociedad desde la perspectiva del Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes presenta la cuestión de la mutua relación entre la Iglesia y el mundo. “La Iglesia comunica la vida divina al hombre, y tiene como misión elevar la dignidad de la persona, consolidar la firmeza de la sociedad y dotar a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y significación más profundos… En primer lugar, la Iglesia puede ayudar al ser humano a descubrir el sentido de su propia existencia, en segundo lugar, la Iglesia procura dar a la sociedad. La misión que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social; el fin que le asignó es de orden religioso. En tercer lugar, la ayuda que la Iglesia procura prestar a la actividad humana. Los cristianos deben cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico”, ha referido el arzobispo.

Y, por último, en cuarto lugar, “la ayuda que la Iglesia recibe del mundo,  es de justicia reconocer a la Iglesia como realidad social y fermento de la historia. De igual modo, la Iglesia reconoce los muchos beneficios que ha recibido del género humano a lo largo de la historia”.

La Buena Nueva

Una vez presentado este panorama, nos preguntamos:  – refiere monseñor Saiz –  ¿Qué puede aportar la Iglesia a la sociedad del siglo XXI? La Iglesia comparte las dificultades y las esperanzas de la humanidad, de la cual forma parte, y tiene como misión elevar la dignidad de la persona, afianzar la sociedad y dar a la actividad humana un sentido y una significación más profundos. Vivimos en una sociedad desvinculada, en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de los que se quedan atrás, de los descartados, y, por ello, necesitamos re-vincularnos. Revincularnos con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación. Veamos algunas respuestas a los retos del momento presente”.

En este sentido, ante la cultura dominante relativista: la centralidad de la Persona de Jesucristo y unos principios morales fundamentales. Ante el empobrecimiento espiritual: el sentido de la trascendencia y el culto a Dios en espíritu y en verdad. Ante las situaciones de pobreza y el fenómeno migratorio: solidarios con el sufrimiento humano y testigos de la misericordia de Dios. Ante la liquidez del sujeto posmoderno: un ideal de vida. Ante la desvinculación del enjambre digital: la amistad vivida en la comunidad cristiana. Ante las prisas, el ruido, la superficialidad: la vía de la belleza.

En definitiva, ha concluido monseñor Saiz Meneses, “la Iglesia sólo pretende una cosa: el advenimiento del Reino de Dios, que es reino de justicia, de amor y de paz, y que la salvación llegue a toda la humanidad. Todo el bien que el Pueblo de Dios puede ofrecer a la familia humana durante el tiempo de su peregrinación en la tierra deriva del hecho de que la Iglesia es sacramento universal de salvación, que manifiesta y, al mismo tiempo realiza, el misterio del amor de Dios a la humanidad”.


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