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Misionera en Egipto, un pueblo lleno de alegría y esperanza

Expedita, misionera comboniana está junto con su comunidad en el centro de El Cairo, en un país de mayoría musulmana, después de venir de otro lugar de misión Sudán, dónde estuvo sirviendo 8 años. Ella ha querido dejarnos estas experiencias que vive día a día junto a los refugiados, como testigo excepcional que es, y que mejor muestra de expresar lo que ella siente que estas palabras que nos ha dejado, “viviendo con ellos y en medio de ellos me siento contagiada por un deseo fuerte de vivir, por su mirada optimista y positiva y por la alegría con la cual viven aún en medio a todas estas dificultades”.

 

 “Como ya sabéis me encuentro en Egipto, en el Cairo, desde enero del 2012. Mi servicio en este tiempo ha sido y es, sobre todo, en el campo de la educación con los refugiados sudaneses. Digo sobre todo porque, al mismo tiempo, tengo que preocuparme de la salud y situación social de las familias de los niños, si deseo ayudarlos en su educación.

Como hermanas combonianas colaboramos con nuestros hermanos combonianos en la administración de tres escuelas para los refugiados sudaneses, en su mayoría, y algunos de otros países como Etiopia, Camerún, Nigeria…

Cada año podemos ofrecer educación escolar a unos 1.300 niños y niñas, desde la guardería hasta el bachillerato. Son niños cristianos y musulmanes, del norte y del sur de Sudán. La misma realidad la encontramos entre los maestros y maestras.

Para ello contamos con varias ayudas económicas provenientes de diferentes ONG cristianas. Nuestros maestros y personal de limpieza y cocina son todos sudaneses. Esta opción es para ofrecer a los mismos refugiados más posibilidades de trabajo, en un ambiente donde sus posibilidades son muy pocas.

Tenemos muchos casos de anemia y falta de calcio entre los niños de la escuela. Muchas veces esto se debe no sólo a la escasa o pobre alimentación, sino también a la falta de luz en sus casas, donde los niños pasan casi todo el tiempo después de la escuela y durante el tiempo de vacaciones. Ellos alquilan los bajos de las casas porque es más económico… pero son casas oscuras donde no llega el sol y donde hay poca ventilación. Por ello, cada año intentamos ofrecer ayuda a algunos de los niños para poder operar y corregir las malformaciones óseas sobre todo en las piernas por falta de calcio.

En algunos casos hemos tenido que ayudar a pagar el alquiler de algunas familias para evitar que les echaran de sus casas. Si la situación en general en Egipto es muy precaria en estos momentos para los egipcios, lo es mucho más para quien en ella ha encontrado un refugio.

Los nubanos y los sudaneses de Darfur están siendo ayudados para encontrar acogida en el norte del mundo a través de la ONU, pero para los del Sur Sudán esta posibilidad no existe desde el momento que ellos en teoría cuentan ahora con un país propio y nuevo…. pero todos sabemos que es un país por reconstruir, donde no existen casi estructuras para la educación o para la salud, y donde, desgraciadamente, se sigue combatiendo después de casi  4 años de su Independencia. Por ello, quien en los años pasados había vuelto al Sur Sudán, hoy ha vuelto a abandonarlo buscando un poco de seguridad y paz para sus familias.

Viviendo con ellos y en medio de ellos me siento contagiada por un deseo fuerte de vivir, por su mirada optimista y positiva y por la alegría con la cual viven aún en medio a todas estas dificultades.

¡Participar en las celebraciones eucarísticas de los cristianos sudaneses es sentirse envuelta por una fuerte explosión de alegría y esperanza!”.


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