La Iglesia necesita laicos formados con visión y competencia

La Iglesia necesita laicos formados con visión y competencia

Raquel Pérez, directora de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española, participó ayer en la primera sesión abierta del Seminario de Estudios Laicales Miguel Mañana, en su XIII edición, organizado por la Delegación diocesana de Apostolado Seglar y Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, con la ponencia titulada ‘Sinodalidad, una Iglesia que camina junta’. La programación de este año lleva por lema ‘El gusto de ser pueblo, comunión, participación y misión’.

El Seminario de Estudios Laicales acoge la llamada del papa Francisco a vivir la alegría del Evangelio. El Seminario ofrece una doble visión, por un lado, se hace eco de la síntesis de la fase diocesana del Sínodo en la Archidiócesis de Sevilla y de la síntesis del Sínodo remitida por la Conferencia Episcopal Española a la Secretaría del Sínodo de los Obispo de la Santa Sede, así como, del Documento de Trabajo de la Etapa Continental del Sínodo (DEC), y de otros documentos relacionados. También, se reflexionará, en conexión con lo anterior, sobre los contenidos, estructura y acciones del nuevo Plan Pastoral Diocesano 2022-2027, poniendo especialmente en esta edición el acento en el Primer Anuncio.

Presentó a la ponente Juan Manuel Rodríguez, delegado diocesano de Enseñanza; moderó el diálogo José Luis del Río, gerente de la Fundación diocesana de Enseñanza “Victoria Diez” de Sevilla; y presentó esta sesión abierta Carmen Azaustre, responsable de la Sección de Vida Pública de la Delegación diocesana de Apostolado Seglar. Por su parte, su delegado, Enrique Belloso, agradeció a todos su presencia e interés por esta XIII edición del Seminario de Estudios Laicales, y el decano-presidente de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, Manuel Palma, saludó a la ponente y la acompañó en su visita a la Facultad.

Pérez SanJuán subrayó que “en las distintas fases del proceso sinodal, ya sea en el ámbito diocesano, como nacional y continental, se ha repetido la necesidad de construir -posibilidades concretas para vivir la comunión, la participación y la misión a través de estructuras e instituciones que incluyan a personas debidamente formadas y sostenidas por una espiritualidad viva-. Para ello, el documento del Sínodo para la etapa continental (DEC), afirma que la Iglesia -necesita dar una forma y un modo de proceder sinodal a sus propias instituciones y estructuras, especialmente a las de gobierno-. A lo que añade: corresponderá al derecho canónico acompañar este proceso de renovación de las estructuras a través de los cambios necesarios en las disposiciones vigentes. Sin embargo, para que las estructuras funcionen realmente de forma sinodal, deberán estar integradas por personas debidamente formadas, en términos de visión y competencias”.

Con esta visión de fondo, en síntesis, planteó algunas cuestiones entorno al modo y forma de proceder sinodal en las estructuras de gobierno de una Iglesia jerárquica y sinodal. Indicando que habrá que repensar creativamente las posibilidades que ya existen, subrayando también algunas dificultades para garantizar procesos participativos y corresponsables, que depende fundamentalmente de que el laicado este debidamente formado en términos de visión y competencias. Apuntando que ya se han dado algunos pasos en la presencia laical en estructuras eclesiales de gobierno. Para ello, uno de los desafíos que tenemos por delante, insitió, es la formación de un laicado llamado a la corresponsabilidad y a la participación en una Iglesia “en salida”.

Para finalizar su intervención destacó lo planteado en el documento de la Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia (2018), n. 73: “En esta perspectiva [de la sinodalidad], resulta esencial la participación de los fieles laicos. Ellos constituyen la inmensa mayoría del Pueblo de Dios y hay mucho que aprender de su participación en las diversas expresiones de la vida y de la misión de las comunidades eclesiales, de la piedad popular y de la pastoral de conjunto, así como de su específica competencia en los varios ámbitos de la vida cultural y social. Por eso es indispensable que se los consulte al poner en marcha los procesos de discernimiento en el marco de las estructuras sinodales. Es entonces necesario superar los obstáculos que representan la falta de formación y de espacios reconocidos en los que los fieles laicos puedan expresarse y obrar, y de una mentalidad clerical que corre el riesgo de mantenerlos al margen de la vida eclesial. Esto exige un compromiso prioritario en la obra de formación de una conciencia eclesial madura, que en el nivel institucional se debe traducir en una práctica sinodal regular”.

Puede descargar la ponencia completa a continuación: 


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