Archidiócesis de Sevilla

Cuando el fervor inmaculista estaba en Sevilla en todo su esplendor, a mediados del siglo XVII, el artista Alonso Martínez esculpió esta imagen de la Inmaculada.

Alonso Martínez nació en León y murió en Sevilla en 1668. Se trasladó a Sevilla hacia 1656, después de una estancia en Cádiz, donde realizó en 1644 el retablo de la Santa Cruz de la Catedral Vieja de aquella ciudad, junto con otras obras. En la línea de Juan Martínez Montañés, Alonso Martínez realizo dos grandes imágenes de la Inmaculada para la Catedral sevillana: la Inmaculada para el retablo de la Capilla de la Concepción Grande (mide dos metros), y ésta de menor tamaño (1’67 m) para la Sacristía Mayor. Estas dos imágenes, junto a la incomparable Cieguecita, por tener los ojos entornados, de Martínez Montañés, forman el conjunto insuperable de la representación de este misterio inefable en la Catedral.

La Inmaculada de la Sacristía Mayor presenta una actitud más posada que la de la Capilla de la Concepción Grande. Es más parecida a la de Montañés, y su rostro manifiesta la dulzura del misterio que representa. Como las otras obras de Alonso Martínez, está realizada en madera policromada, y los pliegues de su manto, recogido con el brazo izquierdo, están hechos con un realismo idealizado. Las manos unidas, como para acunar el misterio que lleva dentro, siguen también el modelo de Montañés.

Esta Inmaculada de Alonso Martínez preside su fiesta y octava en el presbiterio del Altar Mayor de la Catedral, y sale procesionalmente en el Corpus  en un paso que acompaña a la Custodia de Arfe.

La iconografía de la Inmaculada en Sevilla es enorme. Así se manifiesta el entusiasmo de esta ciudad por el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen, que se vivió de un modo especial en aquellos años de su historia.

Fernando Gª Gutiérrez, S.J.

Delegado Diocesano de Patrimonio Cultural