El delegado de Migraciones, Salvador Diánez, pide “flexibilidad” en la regularización de los migrantes “sin papeles” durante el estado de alarma

El delegado de Migraciones, Salvador Diánez, pide “flexibilidad” en la regularización de los migrantes “sin papeles” durante el estado de alarma

Esta crisis sanitaria está teniendo ya graves consecuencias económicas y sociales que afecta principalmente a los colectivos más vulnerables. Uno de ellos son los migrantes. Para darles voz, el pasado domingo, 19 de abril, Pablo Enríquez entrevistó al delegado diocesano de Migraciones, Salvador Diánez, en el programa Iglesia Noticia Sevilla de COPE.

Antes de nada, ¿cómo está viviendo esta situación de confinamiento en la parroquia?

Principalmente tratando de estar cerca de la gente, pese a la distancia física, a través del teléfono. De hecho, paso horas llamando a mi feligresía, especialmente a los mayores solos. Ahí tenemos que hacernos presente. También, si cabe la posibilidad, procuro ayudarlos en otras tareas, como las compras.

Nos avisan desde Cáritas que los inmigrantes, sobre todo los que carecen de una regularización administrativa, se están viendo en un grave aprieto.

Efectivamente, son muchos colectivos los que están pasando por graves situaciones derivadas del estado de alarma. Uno de ellos son los migrantes, especialmente los que están en situación irregular. Ellos son los más vulnerables porque no pueden acceder a la mayoría de las ayudas y recursos de las Administraciones Publicas. Como consecuencia, solo las iniciativas privadas y de Iglesia dan respuesta a estas situaciones, tratando de paliar las necesidades de estos hermanos nuestros.

Nos contaban esta semana que no les falta el trabajo en la Delegación. Ustedes están facilitando el contacto entre los inmigrantes y los servicios de Cáritas y de la Administración encargados de atenderles…

Sí, nos llegan muchos casos. Lo primero que hacemos es la acogida, es decir, preguntarles como están, y luego derivarlos a los Servicios Sociales de la Administración y a sus Cáritas Parroquial, porque es fundamental que sepamos coordinarnos entre todos. Sin embargo, muchos se quedan fuera de estas ayudas por su falta de regularización. Por tanto, en esta situación de estado de alarma, defendemos que debería haber una flexibilidad en este asunto. Porque los papeles no entienden de hambre, ni de miedo, y lo importante, como siempre, es la dignidad de la persona. Después veremos cómo regularizar esta situación, pero hoy por hoy debemos dar respuestas a estas personas y garantizarles lo básico para vivir: una vivienda y alimentación.

En esta línea van las declaraciones del fundador de la Comunidad de San´t Egidio y exministro del gobierno italiano, Andrea Riccardi, que abiertamente ha defendido la legalización de todo el que llegue a su país… ¿Puede parecer una utopía para nuestra sociedad occidental o estamos más cerca de lo que parece?

Creo que a pesar de que es verdad, que suena a utopía, sería lo más conveniente. Por ejemplo, ahora mismo hay un problema importante: la recogida de la fruta en el campo. Hay que tener en cuenta que cada año vienen diez mil migrantes desde Marruecos de forma legal para trabajar en el campo. Este año, con las fronteras cerradas, es imposible. Por eso, sería una oportunidad regularizar al menos a diez mil personas en nuestro país para que desempeñen ese trabajo.

De hecho, la Delegación diocesana de Migraciones también ha estado realizando algunas gestiones a través de cooperativas.

Claro Jesus Díaz, adjunto para América Latina, se ha puesto en contacto con cooperativas de Huelva, pero ellos también están atados de pies y manos, ya que nos piden gente “regular” en documentación. Por tanto, el colectivo ‘sin papeles’ vuelve a quedarse fuera. Nosotros estamos tratando de hacer visible la necesidad de regularizar a estas personas indocumentadas porque, como digo, es necesario para el campo. Pero es complicado y estamos muy limitados.

Finalmente, iniciaron el curso con la peregrinación de la Cruz de Lampedusa, como signo que ponía el acento en los migrantes, y ahora durante el estado de alarma, les toca seguir sosteniéndolos.

Así es, pero también es cierto que tenemos que agradecer al Señor la solidaridad que toda esta situación despierta en la sociedad. Estamos viendo cómo la gente que pasa necesidad también se pone al servicio de los demás, aunque solo puedan aportar lo mínimo. Es, sin duda, un ejemplo de solidaridad, de que la sociedad camina unida y no se estanca.

Puede escuchar la entrevista completa aquí


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