El Catecismo de la Iglesia Católica ya considera la pena de muerte “inadmisible”
“La pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, afirma el nuevo texto sobre la pena de muerte del Catecismo de la Iglesia Católica. Un cambio cuya promotora ha sido María Asunción Milá, una barcelonesa afincada en Sevilla desde hace ocho décadas, aunque humildemente pide que no le demos protagonismo porque “no he sido yo sola yo; únicamente he recogido un clamor que había en la Iglesia Católica desde hacía mucho tiempo”. Milá tenía la seguridad de que Dios le ayudaría en esta empresa.
Su lucha empezó el 2 de marzo de 1974, cuando ejecutaron a Puig Antich. “Ese día yo rezaba y rezaba y comprendí que Dios no quería eso, así que decidí luchar. No sabía nada respecto a la pena de muerte, pero confié en el Señor y asumí que si Él quería que yo luchara contra la pena de muerte, me ayudaría”.
Así, esta defensora de los Derechos Humanos y exvicepresidenta de Amnistía Internacional en España, estuvo enviando misivas al papa Francisco desde su primer mes de pontificado: “Desde Sevilla, y a mis 93 años, le escribo para suplicarle por los pobres más pobres entre los pobres, por aquellos que en el corredor de la muerte de muchos países esperan a que se les quite lo último que tienen, que es la vida. Rogamos y suplicamos se suprima del Catecismo la legitimidad que otorga a este homicidio, que al ser un acto programado, legalizado y con liturgia propia, carece de las circunstancias por las que pudiera ser considerado un acto de legítima defensa”, rezaba la carta de Asunción.
En 2015 el Papa respondió a Milá informándole que mandaría estudiar su propuesta. Y Tres años más tarde se ha hecho realidad. “Ayer fue un día importantísimo, en el que el Papa declaró algo que estaba en la conciencia de la Iglesia; en el que la Iglesia ha conmovido al mundo y ha dado un testimonio de fe enorme”.
Por su parte, asegura sentirse “muy emocionada”, especialmente cuando ayer la llamaron desde la Secretaría de Exteriores de la Ciudad del Vaticano para informarle de la noticia. “Me quedé impresionada”, pero reconoce que su entusiasmo fue aun mayor cuando por la noche oyó al gobernador de Nueva York declarando que, a raíz de las palabras del Papa, lucharía para terminar con la pena de muerte en Estados Unidos. Por último, agradece al papa Francisco su delicadeza por tomarla en cuenta y por “su claridad” a la hora de redactar este cambio.
El nuevo texto
Según ha informado el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis F. Ladaria, el papa Francisco ha aprobado con un Rescrito la nueva redacción del artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte. Este nuevo texto recuerda que “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”, sin embargo, advierte que hoy “está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”. Por tanto, la Iglesia considera, “a la luz del Evangelio”, que “«la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona», y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.
Este cambio en el texto ya fue citado por el pontífice el 11 de octubre de 2017, durante un encuentro del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. La aprobación, no obstante, tuvo lugar en el curso de la audiencia al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el pasado 11 de mayo, y la firma no ha llegado hasta este 1 de agosto, Memoria de San Alfonso María de Ligorio.
El texto anterior
El Catecismo de la Iglesia Católica promulgado en 1992 había sido ya corregido en el párrafo sobre la pena de muerte después de las afirmaciones de Juan Pablo II en la Encíclica Evangelium vitae en el 1995. El texto enmendado decía que “la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas. Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana”. Igualmente, señalaba la importancia de dar al reo “la posibilidad de redimirse” y reconocía que “los casos en los que sea absolutamente necesario suprimir al reo «suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos»”.
El Magisterio de la Iglesia
El Rescripto del pontífice ha sido acompañado por una carta del cardenal Ladaria a los obispos de todo el mundo en la que se explica que la nueva redacción del n. 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, “expresa un auténtico desarrollo de la doctrina que no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio. De hecho, estos pueden ser explicados a la luz de la responsabilidad primaria de la autoridad pública de tutelar el bien común, en un contexto social en el cual las sanciones penales se entendían de manera diferente y acontecían en un ambiente en el cual era más difícil garantizar que el criminal no pudiera reiterar su crimen”.
Fuente Fotografía de Asunción Milá: ABC
