El arzobispo repasa los principales temas de actualidad en la Iglesia hispalense tras más de tres meses de su toma de posesión

El arzobispo repasa los principales temas de actualidad en la Iglesia hispalense tras más de tres meses de su toma de posesión

Poco más de cien días han trascurrido desde la toma de posesión de monseñor José Ángel Saiz, como arzobispo de la Iglesia en Sevilla, el pasado 12 de junio, en la Catedral hispalense. Meses que han pasado “muy rápidos y con mucha intensidad”, de primeras visitas a parroquias, seminarios, conventos, comunidades religiosas, universidades, instituciones civiles y militares, santuarios, ermitas y muchísimas realidades más de la Archidiócesis, sin obviar que todo esto ha transcurrido en medio de una pandemia que ha obligado a la reducción de aforos y ciertas restricciones más.

Con este telón de fondo, don José Ángel ha hecho un repaso a la actualidad de la Iglesia, con especial énfasis en el retorno del culto externo de las hermandades, la Semana Santa 2022, el movimiento migratorio y la necesidad de acogida de los migrantes, la misión popular del Gran Poder en los Tres Barrios a mediados de octubre, las vacunas y la Pastoral Universitaria, entre otros asuntos.

A continuación, reproducimos fragmentos de la entrevista concedida a COPE,  que puede reproducir íntegra aquí:

Recientemente se han cumplido sus primeros cien días como arzobispo de Sevilla. ¿Han pasado rápidos?

Pues se han pasado muy rápidos y han sido de una gran intensidad. De hecho, siempre he dicho coloquialmente que han pasado tres meses, pero parecen tres años, porque el 12 de junio se me queda lejano, y es porque han sido tres meses muy intensos en todos los sentidos. En la actividad, en el impacto de las actividades y en la alegría y satisfacción, porque han sido un regalo de Dios estos tres meses.

Anécdotas hay muchas, pero son sencillas. Lo que más me llama la atención es la vitalidad que voy descubriendo, que las parroquias que visito tienen vida pastoral y vida de fe. Las comunidades religiosas también tienen vitalidad y presencia. La realidad de la Iglesia, las hermandades y cofradías que es un hecho diferencial de Andalucía y particularmente de Sevilla, que son 700 aproximadamente, lo que supone una gran riqueza. Esa vitalidad con la que me encuentro me da una alegría gozosa y la buena sintonía que tienen ellos con el pastor, y el pastor con ellos. Yo percibo alegría y esperanza.

En Sevilla ya han salido las primeras procesiones, aunque la multitudinaria se prevé que sea la del 16 de octubre, con el traslado del Gran Poder a Tres Barrios,  una zona humilde que tuvo oportunidad de visitar prácticamente a la semana de tomar posesión. ¿Cuál es la labor de la Iglesia en la zona? 

Fue una visita muy significativa e interesante. Visitamos primero tres familias en tres casas con unas características concretas y que me iluminaron mucho, porque una cosa es que tú lo leas y otra es una visita de campo que es lo que gusta para encontrarte con las personas y los espacios. Hubo reunión con las fuerzas vivas de las entidades y parroquias. Yo les dije que descubrí tres realidades distintas: unas realidades de más marginación, una segunda en desarrollo y otra parte en la que se ve una cierta normalidad con familias más homologables. Agradecí el trabajo que hacen allí y les dije que teníamos que ser realistas, y la situación es dura, difícil y dolorosa para quienes sufren esa pobreza y falta de horizonte. A la vez las personas que trabajan allí ayudando pasan por situaciones de dolor porque esto afecta también, pero les dije que, a pesar de los problemas, veo motivos para la esperanza.

Su presencia será muy importante porque el resumen de nuestro mensaje y el centro de la actividad como Iglesia es Cristo. Por tanto, que el Gran Poder vaya será importante porque es el Señor de Sevilla y es importante en la ciudad, en las familias y el corazón de cada sevillano. La imagen es una maravilla de belleza y arte. La imagen ya impacta espiritualmente. Como los sevillanos tienen tanta devoción al Gran Poder, esos elementos de vivencia personal, de vivencia de la fe, de belleza contemplada, todo eso será una suma que será una multiplicación, lo que será importante para la conversión de las personas y de las estructuras, y ojalá eso ayude a acelerar el proceso de regeneración de esos barrios.

¿Habrá procesiones en Sevilla en la Semana Santa de 2022?

Eso solo Dios lo sabe. Yo lo que puedo expresar son mis deseos, y mi deseo es que sea una Semana Santa parecida a la de 2019. Yo siempre escuchaba a mons. Carlos Amigo en la Conferencia Episcopal hablar de la ‘Madrugá’ y que, entre cofrades, fieles, habitantes de Sevilla, turistas… puede haber un millón de personas en las calles de Sevilla. A mons. Juan José también le he oído explicar detalles. Es algo muy particular. Será la primera Semana Santa que pase en Sevilla. Es mi deseo también. Tendremos que tener mucha prudencia y responsabilidad en estos meses previos. Dios quiera que lo podamos celebrar y María Santísima nos proteja y ayude porque sería algo importante. En cualquier ciudad de España es importante celebrar la Semana Santa con casi total normalidad, y en Sevilla con una particular importancia.

La Covid lo ha condicionado todo. ¿Para usted han sido casi dos años perdidos o, todo lo contrario?

Yo en el momento en el que se declaró el confinamiento, recuerdo que escribí una carta pastoral llamada ‘Reflexiones de un pastor ante el coronavirus’ y explicaba tres aspectos. La primer volver la mirada a Dios, porque al ser humano le gustaba recordar que ha llegado a la Luna o que ha llegado a clonar seres vivos. Piensa que es capaz de conseguir todo lo que se proponga con la Ciencia y la técnica. Es la tentación de la construcción de la Torre de Babel, y de repente llega un pequeño virus que nos derrota a todos, a grandes potencias y países pobres. Es una cura de realismo y humildad que nos tiene que volver la mirada a Dios, a ser más humilde y ser conscientes de que estamos en manos de Dios. La segunda lección es volver la mirada así mismo y mirarse al espejo con humildad y darse cuenta que la escala de valores de nuestra vida tendríamos que modificarlas y poner en primer lugar los elementos esenciales. Eso nos ayudaría a liberar carga y riqueza que podemos compartir con los demás y ser conscientes de que no estamos solos, que el camino lo hacemos juntos. Ojalá cuando pase la pandemia, que no está superada aún, hayamos aprendido estas lecciones y nos volvamos más humildes, sensatos, solidarios, espirituales…

Por cierto, hablando de la pandemia… ¿Es partidario de inyectar una tercera dosis a la población o destinarlo a los países o continentes con menos recursos?

No es exclusivo aplicar una tercera dosis en Occidente con enviar dosis a esos países. Se puede hacer las dos cosas perfectamente. Es diferente si la tercera dosis es necesaria o no. Yo mi tercera dosis la regalaría, pero eso lo tienen que decidir las autoridades sanitarias. No es excluyente, hay capacidad ahora de desarrollo y laboratorios para inyectar la tercera dosis y enviar, aunque sea por interés propio y egoísmo, vacunas a otros países, porque si no la variantes y rebrotes serán continuos. Pero no solo por egoísmo, hay que hacerlo por solidaridad y compartir los bienes que tenemos en una cuestión tan sensible como esta y que ha puesto en peligro a la humanidad entera.

Hace unos días se presentaba el documento ‘Fieles al envío misionero’ con las orientaciones que aporta la CEE para los próximos años. ¿Cómo acomodar o adaptar este documento a una ciudad como Sevilla? Dicho de otro modo… ¿Cómo evangelizar en la Sevilla actual?

Ese documento tiene unas líneas transversales, que es constatar la realidad actual de la Iglesia y del mundo. Vemos que se vive un proceso de secularización, aparentemente imparable. Vivimos en medio de una cultura dominante relativista, subjetivista, que nos lleva a la superficialidad y a veces se dan unas actuaciones que quieren apartar a Dios de la vida y de la plaza pública. ¿Cómo hacer frente a eso? Vivir la fe con intensidad y autenticidad y después a anunciar a Jesucristo. Ahí entra nuestra palabra, nuestro patrimonio. Nos encontramos en una sociedad con un empobrecimiento espiritual pobre, donde la gente tiene todo materialmente, pero no encuentra sentido a su vida, en los países ricos, porque en los pobres no pasa. Tenemos que hacer una propuesta para ayudar a esas personas a elevar el espíritu. Para todo ello, en Sevilla nos ayuda el patrimonio artístico, esa vitalidad de la que hablábamos, que es sacar a las calles las procesiones.

Es una maravilla encontrar a tantas personas que, en lugar de tener miedo de expresar su fe en la vida pública, están deseando hacerlo. En el momento presente hay unas bolsas de pobreza en el Occidente rico y en el Tercer Mundo. Tenemos un fenómeno migratorio por causas de guerras o porque necesitan un futuro para sus hijos. Hay que dar una respuesta solidaria, conscientes de que como recuerda el Papa Francisco, de que a los más pobres no se les da las migajas, sino que se les sienta en la mesa con nosotros, y quienes llaman a la puerta no es una persona ajena a la que hemos de ayudar para tranquilizar nuestra conciencia, sino que es un hermano que forma parte de nuestra familia.

La falta de vocaciones es otro de los problemas en la Iglesia, también en Sevilla, y esto provoca noticias tristes. Por ejemplo, la marcha hace casi dos años de Los Padres Blancos Misioneros de África, el cierre del monasterio de San José de Écija en 2015 o el convento de San Francisco en Lebrija en 2017.

Hay menos vocaciones porque hay menos natalidad, más secularización, un planteamiento de la vida menos trascendente o menos religioso. Pero no se trata de llenar los seminarios y noviciados convenciendo a los muchachos y muchachas para que entren. El planteamiento es diferente. En el tema vocacional la iniciativa es de Dios, que es quien llama. Y tiene que descubrir cada persona esa vocación porque se realizará como persona, será feliz, vivirá alegre y será productivo para la Iglesia y la sociedad.

Se trata de ayudar a cada uno a descubrir su vocación. El Señor llama a la mayoría a través del matrimonio, pero hay un grupo al que llama a través de la vida consagrada o del sacerdocio. No hay que llenar el seminario de futuros curas, sino que a los niños y jóvenes se les eduquen cristianamente, acompañarlos espiritualmente y ayudarles a descubrir cuál es su vocación. A veces no es sencillo. Algunos de pequeño lo tienen claro y otros no. El Señor sigue llamando, no es un problema de falta de vocación sino en todo caso de sordera, de que estamos en un ambiente con tanto ruido que no escuchamos si alguien nos llama. Será falta de cobertura. Pero Dios sigue llamando. En los países con más consumismo y menos espiritualidad es donde las vocaciones caen. Pero Dios sigue llamando.

¿Qué acogida ha tenido la nueva asignatura impulsada por la Pastoral Universitaria para jóvenes que quieran adentrarse en la cuestión fe-razón que se impartirá en la Universidad de Sevilla?

Según me ha explicado el delegado son quince profesores los que la imparten y de momento hay 18 matriculados, lo cual es mucho, porque ahora que salimos de la pandemia, que ha afectado a la docencia y a la Universidad y siendo un curso que se estrena la respuesta es positiva e interesante. Va de relacionar la fe y la existencia de Dios, y la vida teologal con distintas disciplinas. Habrá catedráticos de Medicina, de Literatura, Economía, Derecho… puede ser enriquecedor.


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