Archidiócesis de Sevilla

En este segundo domingo de Cuaresma, presentamos esta devota imagen del Ecce Homo perteneciente a la Parroquia de Nuestra Señora de la Estrella de Valencina de la Concepción, que nos hace visible la entrega sin medida del Hijo de Dios por cada uno de nosotros.

Esta iconografía, que se basa en la del Varón de Dolores mostrado por el profeta Isaías (53, 2-5) de origen nórdico, muestra a Cristo quien, tras la flagelación, la coronación de espinas y la burla por parte de los soldados, es presentado al pueblo por Pilatos con las palabras “He aquí al Hombre”, según nos relata el evangelista Juan (19,5). Por ello, suele aparecer con los atributos con los cuales los soldados se mofaron del Hijo de Dios, es decir, portando la corona de espinas en su cabeza, con la caña a modo de cetro entre sus manos atadas por una gruesa cuerda, y revestido con la clámide púrpura, color propio de los emperadores. Muy pronto, la presentación iconográfica de Cristo en este episodio evangélico se abstrae y se aísla del resto de personajes para individualizar y subrayar la figura del Hijo de Dios, mostrándose claramente para la meditación y reflexión teológica, constituyendo así una representación mística y alegórica, más que histórica o narrativa, que engloba de manera simbólica toda la Pasión de Jesús. Los orígenes de esta iconografía podemos encontrarlos en la piedad medieval, que había subrayado el dolor físico y moral de Cristo y su soledad en el momento de las burlas y el ultraje. Esta separación de la figura de Cristo del resto de personajes que aparecen en la narración joánica, va a obligar a los artistas a concentrar todos los recursos expresivos en el rostro, ya que, además, será muy habitual que el Ecce Homo, como la Virgen Dolorosa, sean presentados en el formato de busto o de medio cuerpo, destinados a conventos y oratorios particulares.

Así de medio cuerpo, lo vemos en esta magnífica escultura de la Parroquia de Valencina de la Concepción, atribuible a los maestros granadinos del siglo XVII; no en vano, como ha estudiado el profesor Juan Jesús López-Guadalupe, será en Granada donde más y mejor se desarrolle esta iconografía barroca, muy propia de la Contrarreforma, destinada a mover a la compasión al fiel que la contempla y a su identificación con Cristo sufriente. A pesar de mostrar a Cristo como el Varón de Dolores de Isaías, “sin aspecto atrayente”, presenta una gran belleza física, basada en el Salmo 45,3, destacándose en esta imagen la mirada dolorida pero a la vez misericordiosa que el Señor parece dirigir al que se acerca a Él.

Fray Luis de Granada invitaba a meditar ante la imagen del Ecce Homo, “que siendo Rey, está como siervo despreciado” y a hacer nuestro su sufrimiento, diciendo: “no pienses esto como cosa ya pasada, sino como presente; no como dolor ajeno, sino como tuyo propio”.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural