Carta pastoral por la Jornada de la Infancia Misionera, con Jesús a Egipto

Carta pastoral por la Jornada de la Infancia Misionera, con Jesús a Egipto

Queridos niños y niñas de nuestra Archidiócesis:

El próximo domingo 26 de enero celebraremos la Jornada de la Infancia Misionera con el lema “Con Jesús a Egipto”. Es una etapa difícil y dura para la Sagrada Familia. Tras la visita de los Magos, la Sagrada Familia tiene que huir de Belén a Egipto porque el rey Herodes quería acabar con el Niño Jesús (Mt 2,13). Dios es providente y avisó en sueños a José del peligro que amenazaba al Niño, y le dijo que huyeran a Egipto. De este modo, José, María y Jesús se convierten en exiliados que buscan refugio en un país extranjero. De igual manera, hoy día miles de personas, a veces familias enteras, tienen que huir de su tierra para buscar refugio en otros países. Huyen de la guerra, del hambre o de la persecución política. El propio pueblo de Israel experimentó la suerte de los que viven en condiciones duras en un país extranjero porque fueron esclavos en el país de Egipto, y también conoció la dureza de un largo viaje hacia la Tierra prometida.

Esta etapa de la vida de Jesús nos enseña que Dios se hizo niño de verdad con todas las consecuencias. Se encarnó en un niño pobre y débil, amenazado por unas circunstancias históricas muy duras. No fue un privilegiado. Pero también nos enseña que, precisamente por eso, Dios ama a todos y especialmente a los que más sufren, a las personas más necesitadas y vulnerables. El amor de Dios es tan grande que nadie queda fuera de él. Todos nosotros, y vosotros también, queridos niños y niñas, tenemos que mirar con amor a las personas más necesitadas. En ellas encontramos a Dios. Como dijo recientemente el Papa Francisco en la Misa de Navidad: “En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros”.

¿Sabéis que ser misionero es dejarse interrogar por la mirada del que sufre? A muchos esa mirada los ha llevado muy lejos, a otros países, a otras culturas… porque Jesús estaba allí esperándolos. Son los misioneros y misioneras que han dejado a sus familias y amigos para anunciar la Buena Nueva y para ayudar a construir entre todos un mundo mejor. Los misioneros y misioneras son un ejemplo vivo del amor de Dios.

Queridos niños y niñas, vosotros también podéis ser misioneros y misioneras que acompañan al Niño Jesús en su difícil viaje a Egipto y que le ayudan a sobrellevarlo. ¿Sabéis cómo? Cada vez que hacéis un gesto de amor, de solidaridad y de cariño con los niños y niñas emigrantes, estáis también mostrando vuestro amor al Niño Jesús que también fue un refugiado junto con José y María.

La solidaridad con los que más sufren, y en particular con las personas refugiadas, sea cual sea su cultura o religión, es una forma preciosa de mostrar que el amor de Dios no tiene límites y es un regalo para todos. Es también un modo de agradecer a Dios el gran amor que nos tiene.

Podéis mostrar vuestro cariño y solidaridad de muchas maneras. Una de las más importantes es rezando solos o en grupo con vuestros amigos, compañeros de colegio, con vuestros padres y hermanos y con la comunidad parroquial, para pedir a Dios que suscite vocaciones misioneras, incluso para que nos regale a nosotros la vocación misionera y seamos misioneros en países lejanos, pero también aquí, en nuestras ciudades y pueblos.

Os recuerdo las actividades realizadas durante el Mes Misionero Extraordinario celebrado en octubre, y también de las llevadas a cabo en la operación SEMBRADORES DE ESTRELLAS durante la Navidad. Con vuestra alegría, estas estrellas anunciaron el regalo del nacimiento de Jesús. Lo que podáis aportar de vuestros ahorros a esta Jornada también será una muestra de vuestra generosidad y cariño para con los más necesitados. Así también vosotros, queridos niños y niñas, seréis parte de la gran familia misionera que todos estamos llamados a formar. Niños, jóvenes, adultos, personas mayores, todos estamos llamados a ser la gran familia cristiana misionera y solidaria que agradece de esta manera a Dios el gran amor que nos tiene.

 Como dijo el papa Francisco en la reciente Misa de Navidad: “Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que del Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor”.

Que la Santísima Virgen os acompañe y ayude con su cariño y ternura, queridos niños y niñas, a ser mejores personas y cristianos, en compañía de vuestras familias y amigos. A todos vosotros y para todos los que os han acompañado de una forma o de otra en la bella tarea de participar de la gran familia misionera, mi abrazo fraterno y mi bendición. Feliz y santo año nuevo.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

  Arzobispo de Sevilla


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