Archidiócesis de Sevilla

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».  Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino,  danos cada día nuestro pan cotidiano,  perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».

Y les dijo: «Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes,  pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”;  y, desde dentro, aquel le responde: “No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”;  os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.  Pues yo os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá;  porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.  ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez?  ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».

Comentario de Álvaro Pereira

El motivo que unifica las lecturas de hoy es la oración. Jesús enseña el Padren
uestro y anima a sus discípulos a pedir con confianza. Génesis relata la intercesión de Abrahán. Y el salmista da gracias al Señor que ha escuchado su súplica. Reparemos en algunos detalles.

En el evangelio, la oración de Jesús suscita la emulación de los discípulos. Ellos lo ven orar y quieren imitarlo. El maestro les enseña entonces el Padrenuestro. Su estructura es piramidal: en la cima está el Padre, origen de todo don; por debajo se hallan dos bienes eminentes, su nombre y su Reino, que los discípulos deben buscar sobre todas las cosas; por último, en la base de la pirámide, se encuentran tres realidades necesarias para el ser humano: el pan cotidiano, el perdón comunitario, y la liberación del mal y la tentación. Así pues, el Padrenuestro no solo nos enseña que Dios es nuestro Padre, también nos revela de qué modo debemos ser hijos. Un último detalle del evangelio: el pasaje acaba diciendo que el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo piden para que los creyentes aprendan que no deben pedir cualquier cosa, sino aquel don divino que verdaderamente los hará maduros y santos: ¡su mismo Espíritu!

En la lectura de Génesis, asistimos al diálogo entre Abrahán y el Señor. Es una oración de intercesión. Abrahán pide por otros: Sodoma y Gomorra. El texto no es muestra de la justicia de Dios, fuera de toda duda pues se merecen el castigo, sino del poder de la amistad con Dios. El Señor deja que Abrahán le regatee (primero son 50, luego 45… luego 10), aún a sabiendas de que no tiene razón, por amor a su patriarca.

Por último, el salmo es una gozosa acción de gracias. El orante reconoce que la misericordia del Señor es eterna y que, cuando camina entre peligros, Dios se cuida de Él. Por eso le canta agradecido.

Súplica, intercesión y acción de gracias: tres modos de orar al Dios Padre y Amigo.