Regina Mundi: “Dejemos actuar a Dios”

Dar de comer al hambriento y de beber al sediento, vestir al desnudo, consolar al triste, soportar con paciencia los defectos de los demás, rezar por vivos y difuntos, acoger al enfermo… Son muchas las obras de misericordia que conviven en la segunda casa fundada en España de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, más conocida como Regina Mundi.

Las hermanas Elisa, Ana, Carmen, Julia y Mª Ángeles componen esta comunidad en Sevilla que acoge y atiende a una treintena de enfermos sin recursos. La hermana Mª Ángeles Cejudo es la superiora y lleva veinticuatro años en Regina Mundi –cuarenta y tres en la Institución-. Desde entonces, ella y sus hermanas, han tenido “una confianza heroica en Dios”. Y es que estas religiosas viven exclusivamente de la Providencia, no pueden pedir o manifestar necesidades: “La Madre decía que sólo nos tenemos que preocupar de gastar nuestras energías en atender, cuidar y querer a los enfermos, en lo demás dejemos a Dios actuar”. Y lo cierto es que, hasta ahora, Regina Mundi ha ido solventando las estrecheces económicas gracias a los donativos y colaboraciones de voluntarios, hermandades, empresas y asociaciones. No obstante, “la Providencia no se manifiesta sólo a través de un donativo”, apunta la superiora. Asegura que para ellas Dios actúa en los detalles cotidianos: “por ejemplo, cuando muere un acogido, la Providencia nos trae otro enfermo que nos necesita. Lo notamos también cuando un paciente se pone malo y aparece un médico sin esperarlo”.

Estas cinco religiosas –todas enfermeras diplomadas- llevan la atención directa de los enfermos: paralíticos cerebrales, trasplantados hepáticos, enfermo de cardiopatía, tumores cerebrales o ictus. “Pero para nosotras lo más importante es atender su soledad”, porque todos los acogidos en Regina Mundi son personas sin recursos, que no cuentan con el apoyo familiar ni pueden ser atendidos en otros centros. Por este motivo, las hermanas se esfuerzan en crear un ambiente familiar y cercano. Algo que consiguen gracias a los trabajadores y al voluntariado: hay personas que cocinan diariamente para los enfermos, médicos que los visitan, acompañantes, personas que cosen sus ropas, que los ayudan en sus trámites…“Para nosotras lo más importante es el afecto, estímulo y apoyo que nos dan, y que los acogidos sientan a los voluntarios como la familia que no tienen”.

Desde Regina Mundi no quieren acabar sin dedicarle unas palabras de agradecimiento al primer capellán de la casa, Publio Escudero, que “se sentía de los primeros acogidos”.

En esta casa donde los desamparados son bienvenidos se palpa la misericordia de Dios en cada rincón, en cada gesto, en cada una de las treinta historias que se esconden detrás de cada enfermo que con paciencia y cariño atienden las hermanas de Regina Mundi.