Cinco pasos

La semana pasada reflexionábamos sobre la necesidad de acercarnos con más frecuencia al Sacramento de la Reconciliación, así nos lo propone el Papa Francisco en su Bula de convocatoria para el Año de la Misericordia “Misericordiae Vultus”. En esta ocasión me gustaría dar un paso más. Quisiera recordar los pasos que la iglesia nos propone para hacer una buena confesión, ¿los recordáis? Son cinco pasos que expresan simplemente un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros. El 1º es EXAMEN DE CONCIENCIA, el 2ª ARREPENTIMIENTO Y DOLOR DE LOS PECADOS , el 3º PROPÓSITO DE ENMIENDA, el 4º CONFESAR LOS PECADOS y por último RECIBIR LA ABSOLUCIÓN Y CUMPLIR LA PENITENCIA.

  1. Arrepentimiento y dolor de los pecados. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios; y porque nuestro pecado ha dañado al prójimo y a la comunidad. Esta actitud se ve claramente en la parábola del hijo pródigo cuando éste dice: “Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”Lc 15,18.
  2. Examen de Conciencia . Esto supone ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos y analizar nuestras vidas y abrir nuestro corazón sin engaños. Esto supone pararnos y revisarnos, detenernos y observar cómo vivimos, cómo actuamos. Para hacer un buen examen de conciencia es necesario ser honestos y no justificar nuestros errores. Cada noche sería un buen momento para hacer examen de conciencia y discernir sobre nuestros actos y actitudes.
  3. Propósito de enmienda. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída. No creas que tu propósito no es sincero porque preveas que volverás a caer. El propósito es de la voluntad; el prever es de la razón. Basta que tengas ahora una firme determinación, con la ayuda de Dios, de no volver a pecar. El temor de que quizás vuelvas después a caer no destruye tu voluntad actual de no querer volver a pecar. Y esto último es lo que se requiere. Para poder confesarse no hace falta estar ciertos de no volver a caer. Esta seguridad no la tiene nadie. Basta estar ciertos de que ahora no quieres volver a caer. Lo mismo que al salir de casa no sabes si tropezarás, pero sí sabes que no quieres tropezar.
  4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.
  5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos. La penitencia no es castigo, la penitencia es acción de gracias y supone, en ocasiones, esfuerzo por retomar el camino y restituir el error cometido.

Comparto con vosotros las 30 preguntas, a modo de examen de conciencia, que el Papa Francisco nos propone para hacer una buena confesión en este Año Santo de la Misericordia:

En relación a Dios:

¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad? ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta? ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración? ¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos? ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico? ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago? ¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?

En relación al prójimo:

¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo? ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras? ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos? ¿Soy envidioso, colérico, o parcial?¿Me preocupo de los pobres y de los enfermos? ¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte? ¿Incito a otros a hacer el mal? ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio? ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos? ¿Honro a mis padres? ¿He rechazado la vida recién concebida? ¿He colaborado a hacerlo? ¿Respeto el medio ambiente?

 En relación a mí mismo:

¿Soy un poco mundano? ¿Como, bebo, fumo o me divierto en exceso? ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿Soy perezoso? ¿Me gusta ser servido? ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones? ¿Nutro venganzas, alimento rencores? ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz?

Os animo a todos a dar el paso de hacer un buen examen de conciencia y acercarnos con humildad y fe a la gracia del Sacramento del Perdón. El Señor nos espera con sus brazos abiertos.

Un abrazo a todos. No tengáis miedo. Siempre unidos.

Adrián Sanabria.

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