“Llevamos a la cárcel la riqueza de la fe”

“Llevamos a la cárcel la riqueza de la fe”

Este fin de semana se ha celebrado la fiesta de la Merced, una cita del santoral que resulta particularmente especial para las doscientas personas que componen la familia de la Pastoral Penitenciaria en la Archidiócesis de Sevilla. Un equipo dirigido por el sacerdote trinitario Pedro Fernández Alejo (Aldeadávila de la Ribera, Salamanca, 1947) cuya rutina pastoral se desarrolla en un ámbito lastrado en ocasiones por estereotipos que abundan en la marginalidad social. Allí también, donde la pobreza y la exclusión se muestran tan evidentes, está la Iglesia.

 

Conviene conocer un poco mejor el ámbito de la pastoral penitenciaria, lo que hace la Iglesia en este sector tan específico como poco conocido de la pastoral y de la sociedad.

La pastoral penitencia en Sevilla está formada por unas 200 personas, entre capellanes, sacerdotes vinculados, religiosos y, sobre todo, voluntarios. Estamos implicados en llevar a cabo dentro y fuera de los centros penitenciarios esa labor tan maravillosa de ser misericordia, Iglesia samaritana para los presos y para los cristianos que trabajan en los centros penitenciarios. Pensemos también en las personas que trabajan en este sector desde sus ámbitos, desde sus parroquias y arciprestazgos, que colaboran con los familiares de los internos, dando un servicio de cercanía en medio de sus problemas.

Unas doscientas personas para atender en Sevilla a una comunidad imagino que muy numerosa.

Estamos hablando de cerca de cuatro mil presos y presas, repartidos en cinco centros penitenciarios.

¿Cómo son considerados los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria dentro de las cárceles?

Nosotros llevamos a la cárcel la riqueza de la fe, del Evangelio, desde nuestro talante pastoral de presencia, de cercanía, de acogida… Y esto los presos lo valoran muchísimo. No olvidemos que la vida en un centro penitenciario está muy marcada por tensiones y por una violencia muy contenida. Y tú les llevas esa paz, esa tranquilidad, esa posibilidad de hablar con una persona de fiar. Porque somos de fiar.

Dicen que lo que más necesitan los reclusos es que se les escuche.

Claro, porque hay demasiados silencios. Ellos perciben todo el mundo exterior como una realidad enemiga, como algo que va contra ellos. Por sus experiencias delincuenciales, ellos mismos se ven sometidos muchas veces a muchas presiones y necesitan ser escuchados.

Algo tan importante como la atención dentro de los centros penitenciarios es la reinserción ¿Cómo se propicia esto desde la Pastoral Penitenciaria?

Tenemos tres pilares: la prevención –y para ello vamos a los sitios donde están los jóvenes-, la acción directa dentro de la cárcel y la preparación del mundo en libertad. Desde la Fundación Prolibertas, los trinitarios ofrecemos en Sevilla dos casas de acogida para los presos y presas en permisos penitenciarios.

¿Qué debe tener de especial la persona que colabora en pastoral penitenciaria?

Tenemos que conseguir que todos los que estamos trabajando en la pastoral penitenciaria lleguemos a conseguir ese corazón misericordioso para poderlo transmitir también a los internos y sus familiares.

¿Podemos calificar esta pastoral como cualificada?

Sí, en el sentido de que hace falta tener una gran capacidad de vivir y sentir el Evangelio, ya que tocamos de cerca una pobreza derivada de la privación de libertad. En esta pastoral no queremos gente que vaya por libre, sino gente con una profunda experiencia de fe.

Este fin de semana se ha celebrado la festividad de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias, un momento para el encuentro de cuantos forman parte de esta pastoral.

Así es. El sábado 24 de septiembre se celebró la Merced, y el Obispo auxiliar, don Santiago, presidió una Eucaristía con este motivo en el Centro Penitenciario Sevilla 1. El día antes, el Arzobispo hubo celebrado la misa en la Basílica de la Macarena, una cita a la que se invitó a los directivos y funcionarios de nuestras cárceles.

¿Hay alguna celebración especial con motivo del año jubilar de la Misericordia?

Si. Será el 29 de octubre a las doce del mediodía en la Basílica de María Auxiliadora. Allí se dará cita toda la pastoral penitenciaria, todas las personas que trabajan con los pobres, con los marginados y excluidos.

¿Quizás hace falta visibilizar dentro incluso de la propia Iglesia todo lo bueno que se hace desde esta pastoral tan específica?

Y un buen momento para ello puede ser la marcha solidaria del próximo 15 de octubre. Será en el barrio de San Pablo, haremos un recorrido por las parroquias y las calles del barrio, y compartiremos esta experiencia con las delegaciones diocesanas que trabajan en el ámbito de la pobreza y la exclusión.


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