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La evangelización, tarea de todo el pueblo de Dios

evangelizacion04La Iglesia siempre ha tenido una preocupación por la evangelización, pero con la nueva eclesiología nacida del Concilio Vaticano II que nace de un conocimiento más profundo sobre la naturaleza de la misma Iglesia, su razón de ser, su finalidad y su relación con el mundo. De ahí nace también una nueva conciencia más clara sobre la necesidad, la importancia y la urgencia de la evangelización. Todo esto queda de manifiesto sobre todo en la Constitución Dogmática de la Iglesia, en la Constitución Pastoral en la Iglesia en el mundo actual en el mundo de hoy y en el Decreto sobre la evangelización de los pueblos del Concilio Vaticano II.

Otro documento de gran importancia fue la primera Encíclica programática del Papa Beato Pablo VI. En el año 1974 es convocado el Sínodo de los Obispos para reflexionar sobre la evangelización, como la gran preocupación de la Iglesia en esos momentos. En el año 1975 recogiendo las conclusiones de los Padres sinodales el Papa Beato Pablo VI escribió la Exhortación Apostólica sobre: “La evangelización del mundo contemporáneo”, documento muy importante y luminoso que conserva hoy toda su actualidad.

Ante los procesos de una secularización galopante y el alejamiento y abandono de la Iglesia por parte de muchos creyentes, el Papa San Juan Pablo II anuncia en Haití, en el año 1983, la necesidad y urgencia de una Nueva Evangelización que él mismo impulsó por todos los continentes en sus viajes apostólicos.

Otro gran signo de la preocupación de la Iglesia por la evangelización fueron los Sínodos de los Obispos, de carácter continental, estudiando el mismo fenómeno de la secularización y de la necesidad de esa nueva evangelización.

El Papa Benedicto XVI, durante todo su pontificado tuvo como objetivo prioritario la evangelización y el Papa Francisco, de una manera u otra, una semana sí y otra también, con su estilo sencillo, directo, incisivo, nos está recordando nuestra vocación misionera, tanto a la jerarquía como a los seglares.

Durante el Sínodo de los Obispos sobre la evangelización, afirmaron con frecuencia, que Jesús mismo ha sido el primero y más grande evangelizador. Escuchemos el testimonio que Jesús da de sí mismo y que San Lucas ha recogido en su evangelio (Lucas 4, 43). Cuando la muchedumbre que le seguía entusiasmada por sus palabras y por sus milagros le piden a Jesús que se quede con ellos y Jesús les dice: “Es preciso que anuncie también el Reino de Dios en otras ciudades”. Y el mismo Jesús da la razón: “porque para esto he sido yo enviado”.

Recordemos también aquí cómo Jesús se aplica a sí mismo en la sinagoga de Nazaret las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres”.

Jesús como evangelizador anuncia, ante todo, un reino, el Reino de Dios que es tan importante en relación él que todo se convierte en “lo demás”, que es dado por añadidura.

La Iglesia nace de la misión evangelizadora de Jesús y de los doce. Nacida de la misión de Jesucristo, la Iglesia es a su vez, enviada por Él: “como el Padre me envió a mí al mundo, así os envío yo también al mundo” y también: “Id al mundo entero a anunciar la Buena Noticia”. La Iglesia es enviada al mundo para evangelizar a todos los hombres.

Al terminar el Sínodo sobre la evangelización, los obispos participantes decían: “nosotros queremos afirmar, una vez más, que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de toda la Iglesia, misión y tarea que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgente.

“Evangelizar, afirma el Beato Pablo VI, constituye la dicha y la vocación propia de la Iglesia y su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, ella prolonga y continúa la misión evangelizadora de Jesús”. Con razón afirmaba el mismo Papa: “la presentación, el mensaje evangélico, no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo, ya que está de por medio el deber que la incumbe a la Iglesia por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven”. Y a continuación añade: “este mensaje es necesario, es único. No admita indiferencias ni acomodos”.

Queda claro que la evangelización no es algo añadido, algo secundario y facultativo. El envío de Jesús a evangelizar no va dirigido solo a los apóstoles, sino a todos sus discípulos que por el bautismo han sido incorporados al cuerpo de Cristo que es la Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios.

El papa Benedicto XVI, en el último año de su pontificado, en dos discursos subrayó con firmeza y claridad que también los seglares tienen el derecho y el deber de evangelizar, anunciar la Buena Noticia de la salvación a todos los hombres, pero no por una concesión de la jerarquía, sino que tiene su origen, su raíz, su fundamento en el bautismo y hacía hincapié en que los seglares no son meros colaboradores de los pastores en la tarea evangelizadora, sino que son verdaderos corresponsables.

Y el mismo Papa Francisco ha insistido en la misma idea en varias ocasiones, pero últimamente añadía que esa corresponsabilidad no debiera ser solamente en la ejecución de los planes pastorales, sino también en el análisis de la realidad, en el señalar los objetivos y prioridades para que ellos no sean meros ejecutores.

Hemos visto que la tarea de la evangelización es tarea de todo el pueblo de Dios, de todos los bautizados y que su derecho y su deber de anunciar la Buena Nueva arrancan del bautismo.

Es muy necesaria y urgente una verdadera corresponsabilidad en la misión evangelizadora, respetando los distintos dones y carismas de cada uno.

 

Seguiremos reflexionando. Con el cariño de  PUBLIO ESCUDERO


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